De nuevo volvemos al plano de las colaboraciones, en esta ocasión LA ROSA DE ORIENTE nos asiste en la realización de un comentario sobre la película veraniega de SAM RAIMI: ”Arrástrame al infierno”.
¿Alguna vez estaba en su mano hacer algo por una persona que no se lo merecía nada? ¿Y si encima ese pequeño destello de vileza contra alguien, repetimos, indigno de esa ayuda, nos podría dar un impulsito en nuestros intereses? En ese dilema comienza la película, cuando Christine Brown, una empleada de banco que aspira a un ascenso recibe a una gitana, la señora Ganush, que pide ya el tercer aplazamiento en la lista del pago de su hipoteca. Mientras la comercial se lo piensa se da cuenta que el banco no puede estar protegiendo a alguien que, de acuerdo, se le podría dar la oportunidad de retrasarlo, pero que tarde o temprano perderá su casa porque lo cierto es que no tiene recursos para afrontar los pagos. Así que, asqueada viendo a la zíngara moquear, acuerda que la entidad financiera se quede con la casa y que su dueña vaya a la calle, obteniendo así de paso un tanto para los intereses de su empresa ( y para ella misma). La señora Ganush entonces, humillada por suplicar en vano hace gala de sus dotes de hechicera y lanza una maldición sobre la comercial Brown. Maldición que puede entenderse extremadamente exagerada porque lo que no habría acontecido hoy estaría por llegar en un futuro próximo.
A partir de aquí, Christine, de vida presumiblemente acomodada y exitosa, comienza una salvaje carrera para huir de la magia negra y la presencia de la odiosa vieja que caminan inexorablemente a apoderarse de su vida. Los ataques del mal se están cebando con ella, y su novio, aunque a su lado, no es capaz de comprender lo que le está pasando, por lo que necesitan acudir a los servicios de la videncia. El miedo a lo desconocido, a lo oscuro, disfrazado en una falta de creencias toma firmeza en esta producción.
Tomando los clichés más clásicos del cine de terror de serie B y el gore, el guionista y director los despliega y dispara en tromba cual despiadada ametralladora sobre la pobre muchacha, ajena a todo ese mundo y que no entiende qué le está pasando. Se mezcla lo repugnante, sobre todo el vómito y las secreciones nasales-bucales, con las sensaciones de escalofrío más primitivas: el repeluco del contacto con insectos voladores; el vacío del viento que silba y agita violentamente las hojas de los árboles; los pasos que se acercan, que acechan a nuestras espaldas; los golpes en la parte exterior de las cortinas; la soledad en un gran espacio cerrado; el sonido tronante que posibilita una sala de cine; los saltos inesperados de escena, etc. Las secuencias son ideales para acudir con alguien a quien quiera mucho o con quien quiera que le quiera, seguro que su abrazo durará toda la película (aunque ello no signifique que en algún momento se haya sentido invadido/a por el miedo…). Pero a la vez que siente un enorme peso en la parte trasera de su ropa interior, recuerde que no podrá parar de partirse de risa, una carcajada sincera, inevitable y hasta cruel. Una sensación extraordinaria de miedo y humor disparatado a la misma vez, magistral, difícil de experimentar sin un genio como Sam Raimi procurándolo. En definitiva una combinación perfecta de terror y humor. ¿ Quien dijo que donde esté el terror no hay cabida para el humor o viceversa?
Porque ésta ha sido la manera del director de resarcirse de la picazón que deja trabajar en el mainstream, tras su exitoso paso por la trilogía de SPIDERMAN. Con una manguera a presión se ha sacudido los malos rollos que había acumulado y se queda fresco para proseguir su labor.
Pero también hay otros niveles de lectura, como la metáfora de lo que Raimi haría contra los que han causado la crisis actual: ¡lanzarles una maldición! Aunque no lo hace realmente contra las cabezas pensantes de tan vil maquinación del sistema, como vemos, sino a costa de una simple empleaducha de banco. Pero, ¿acaso no somos los eslabones de la cadena quienes para procurarnos un pequeño capricho o satisfacción a sabiendas hemos dado paso a una fechoría, o a algo que la posibilitaría? ¿Y como la responsabilidad es tan leve luego hemos hecho oídos sordos? Pues así se han quedado tan panchos los todopoderosos en la actualidad, enriquecidos y viendo cómo granito a granito todos soplábamos su burbuja, hasta que nos explotó en la cara, y claro, ahora estamos todos pringados de asquerosos mocos. Entonces qué, ¿a echar balones fuera?
En definitiva, una película muy recomendable. Pero mucho cuidado con las viejas que se os cruzan en el camino, no le negueis ayuda…es sólo una sugerencia.
¿Alguna vez estaba en su mano hacer algo por una persona que no se lo merecía nada? ¿Y si encima ese pequeño destello de vileza contra alguien, repetimos, indigno de esa ayuda, nos podría dar un impulsito en nuestros intereses? En ese dilema comienza la película, cuando Christine Brown, una empleada de banco que aspira a un ascenso recibe a una gitana, la señora Ganush, que pide ya el tercer aplazamiento en la lista del pago de su hipoteca. Mientras la comercial se lo piensa se da cuenta que el banco no puede estar protegiendo a alguien que, de acuerdo, se le podría dar la oportunidad de retrasarlo, pero que tarde o temprano perderá su casa porque lo cierto es que no tiene recursos para afrontar los pagos. Así que, asqueada viendo a la zíngara moquear, acuerda que la entidad financiera se quede con la casa y que su dueña vaya a la calle, obteniendo así de paso un tanto para los intereses de su empresa ( y para ella misma). La señora Ganush entonces, humillada por suplicar en vano hace gala de sus dotes de hechicera y lanza una maldición sobre la comercial Brown. Maldición que puede entenderse extremadamente exagerada porque lo que no habría acontecido hoy estaría por llegar en un futuro próximo.
A partir de aquí, Christine, de vida presumiblemente acomodada y exitosa, comienza una salvaje carrera para huir de la magia negra y la presencia de la odiosa vieja que caminan inexorablemente a apoderarse de su vida. Los ataques del mal se están cebando con ella, y su novio, aunque a su lado, no es capaz de comprender lo que le está pasando, por lo que necesitan acudir a los servicios de la videncia. El miedo a lo desconocido, a lo oscuro, disfrazado en una falta de creencias toma firmeza en esta producción.
Tomando los clichés más clásicos del cine de terror de serie B y el gore, el guionista y director los despliega y dispara en tromba cual despiadada ametralladora sobre la pobre muchacha, ajena a todo ese mundo y que no entiende qué le está pasando. Se mezcla lo repugnante, sobre todo el vómito y las secreciones nasales-bucales, con las sensaciones de escalofrío más primitivas: el repeluco del contacto con insectos voladores; el vacío del viento que silba y agita violentamente las hojas de los árboles; los pasos que se acercan, que acechan a nuestras espaldas; los golpes en la parte exterior de las cortinas; la soledad en un gran espacio cerrado; el sonido tronante que posibilita una sala de cine; los saltos inesperados de escena, etc. Las secuencias son ideales para acudir con alguien a quien quiera mucho o con quien quiera que le quiera, seguro que su abrazo durará toda la película (aunque ello no signifique que en algún momento se haya sentido invadido/a por el miedo…). Pero a la vez que siente un enorme peso en la parte trasera de su ropa interior, recuerde que no podrá parar de partirse de risa, una carcajada sincera, inevitable y hasta cruel. Una sensación extraordinaria de miedo y humor disparatado a la misma vez, magistral, difícil de experimentar sin un genio como Sam Raimi procurándolo. En definitiva una combinación perfecta de terror y humor. ¿ Quien dijo que donde esté el terror no hay cabida para el humor o viceversa?
Porque ésta ha sido la manera del director de resarcirse de la picazón que deja trabajar en el mainstream, tras su exitoso paso por la trilogía de SPIDERMAN. Con una manguera a presión se ha sacudido los malos rollos que había acumulado y se queda fresco para proseguir su labor.
Pero también hay otros niveles de lectura, como la metáfora de lo que Raimi haría contra los que han causado la crisis actual: ¡lanzarles una maldición! Aunque no lo hace realmente contra las cabezas pensantes de tan vil maquinación del sistema, como vemos, sino a costa de una simple empleaducha de banco. Pero, ¿acaso no somos los eslabones de la cadena quienes para procurarnos un pequeño capricho o satisfacción a sabiendas hemos dado paso a una fechoría, o a algo que la posibilitaría? ¿Y como la responsabilidad es tan leve luego hemos hecho oídos sordos? Pues así se han quedado tan panchos los todopoderosos en la actualidad, enriquecidos y viendo cómo granito a granito todos soplábamos su burbuja, hasta que nos explotó en la cara, y claro, ahora estamos todos pringados de asquerosos mocos. Entonces qué, ¿a echar balones fuera?
En definitiva, una película muy recomendable. Pero mucho cuidado con las viejas que se os cruzan en el camino, no le negueis ayuda…es sólo una sugerencia.
1 comentario:
Ya sé que recomendamos que se vaya a ver esta película al cine, y que ya está retirada de cartelera, pero este comentario estaba hecho antes de que la quitaran... ha habido un ligero retraso en el montaje... lo juro... ¡QUE ME ECHEN UNA MALDICIÓN SI NO...! Bueno, tampoco es eso, no exageremos vaya a ser que... nada, nada
Publicar un comentario