martes, 29 de noviembre de 2011

HECHIZO EN NORTHAMPTON. CAPÍTULO 4: TALLO (años 80)



BIO-LOCALIZACIÓN: PARTE 1, PARTE 2, PARTE 3, PARTE 5, PARTE 6

En los años 80, Alan Moore estaba centrado casi en exclusiva en el trabajo para DC COMICS en América, compañía que aparte de Swamp Thing le fue ofreciendo también trabajar con otros de sus personajes, como Green Lantern, Vigilante, Superman o Batman.

Los éxitos se sucedían, de hecho era reclamado en las convenciones más importantes de cómic, tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. En este país llegó a acudir a tres: Nueva York (1984), San Diego (1985) y otra vez San Diego (1987), en viajes que duraban varios días y en los que alternaba estancias en su hotel y la convención con vivencias junto a compañeros de DC o MARVEL. De hecho, en apenas esas ocasiones estuvo codeándose y entablando amistad con los autores más importantes del momento como Frank Miller, Dave Sim, Harvey Pekar, Howard Chaykin o Peter Bagge, entre muchos otros. En 1985 incluso conocería a Jack Kirby en persona -a quien tanto había admirado desde siempre- que le entregó el premio “Kirby” organizado por Fantagraphics, y hasta recibió de parte suya elogios hacia su labor en el mundo del cómic, lo que lo emocionó realmente.

En 1986, por un comentario homófobo contenido en el periódico Northampton Post y realizado por parte del mismo director, se sintió afectado y puso fin a su tira ‘Maxwell The Magic Cat’ concluyendo de esta forma su carrera como dibujante profesional, aunque ya nunca dejará de hacer pósters y dibujos para colaborar con amigos y asociaciones inglesas, eso sí, escasos debido a la falta de tiempo y la tremenda inversión de energía que dedicaba a la escritura para el mercado norteamericano.

El esfuerzo en los encargos en que estaba inmerso era enorme, pues, y no afectaría la pérdida del dinero de la tira. Además en esta época su vida personal había experimentado un cambio: con ellos convivía Deborah Delano, a quien cariñosamente llamaban Debbie y que era pareja de Phyllis y de él a la vez, manteniendo una relación amorosa abierta y muy experimental. Debbie estaba totalmente integrada en su vida hogareña e incluso llegó a acompañar a Alan en su tercer viaje a América. Todo apunta a que la chica era hermana del escritor Jamie Delano, amigo personal de hacía años (fue integrante del Arts Lab de Northampton) y que fue el posterior autor de la continuación del personaje John Constantine en DC, salido de Swamp Thing.

Pero aún está por llegar el momento climático de los ochenta para la trayectoria de Alan Moore, es decir, cuando se hace con un lugar de honor en la Historia del Cómic al realizar para DC Comics y junto a Dave Gibbons la obra “WATCHMEN”, que en principio sólo pretendía ser un original cómic de superhéroes contado desde cero, volviendo los héroes clásicos un poco más oscuros y probando nuevas ideas sobre narración aplicada al Cómic. Sin embargo, durante los cuatro años durante los cuales estuvieron realizando la historia, ésta se hizo muy profunda y estudiaba el mundo presente alrededor, con una magnitud poco vista antes en este género. En suma, se convirtió una joya artística muy apreciada por su gran riqueza técnica, sugerentes paralelismos, coincidencias o repeticiones y una honda caracterización psicológica en los personajes. A propósito de ella, Moore comentará: “Watchmen fue absolutamente exhausta de escribir. Hacer algo con ese nivel de complejidad –y donde la complejidad está en la superficie- me hizo pensar, ‘vale, nunca quiero volver a hacer esto’”.

Con Watchmen ganará el prestigioso premio Hugo en 1988, y sería el primer cómic en hacerlo. A partir de la publicación empezó a producirse todo un fenómeno en torno a la historia, y un mundo de merchandising a su alrededor (chapas, juegos de rol, relojes, camisetas, etc.), aparte de continuas solicitaciones para promoción y sesiones fotográficas. Al principio accedió a participar de ello, pero en unos meses se cansó, asegurando: “cada vez que vemos esa estúpida e ictérica carita sonriente con la mancha roja de sangre se nos levanta una migraña” (1988). En las sesiones de firmas, en las convenciones de cómic a las que acudía se veía desbordado al exponerse al público, debido a su peculiar presencia era fácilmente reconocido, y unos cincuenta fans hasta llegaron a acorralarlo en una escalera cuando iba al servicio, para conseguir su autógrafo. En su último viaje a América (San Diego) nos cuenta la anécdota de que se despertó gritando de una pesadilla en la que cientos de manos lo reclamaban sin parar.

También lo inundan con peticiones de los medios de comunicación para entrevistarlo y hacerlo formar parte de su parrilla. No faltó ya desde estos inicios la propuesta de hacer una adaptación al cine de Watchmen, para lo que Moore aceptó reunirse con el director Terry Gilliam. Le expuso que no le parecía una buena idea porque consideraba infilmable esta obra por la cantidad de información que contenía cada viñeta, y que en secuencias de imágenes y cámaras en movimiento se perdería todo ese trabajo, algo que fue entendido por el profesional del cine y dejó a un lado su propósito.

Rápidamente se había visto arrastrado por la fama, y obligado a estar agobiantemente solicitado, hecho que no le gustaba en absoluto. DC incluso se propone explotar comercialmente su “gusto por escribir historias un poco oscuras, poéticas y preocupadas por la realidad diaria”, y a través de una intensa campaña publicitaria, recopilatorios, sellos o colecciones convertirlo en una estrella diferenciada de todo lo que se había hecho anteriormente. Y eso sin contar el recurso a la violencia gratuita que utilizaron otros autores inspirándose –aparentemente- en Watchmen. Moore, que sentía un gran respeto por el medio del cómic, veía que utilizaban su nombre y su obra para autopromoción y dominio de la industria del mainstream, y en definitiva para obtener enormes sumas de dinero a costa de desprestigiar décadas de dignos artistas y escritores.

Otro tema tangencial pero en el que Alan Moore se siente protagonista es el tono adulto de obras destacadas de los 80, que trae el asunto de la clasificación por edades dentro de las tiradas, a lo que él se opone. Cree que lo importante es que haya una buena relación padres-hijos y que puedan hablar de todos los temas, para que al final sean los niños o adolescentes los que puedan tomar su propia decisión. Contando su hija Leah 8 años, observaba cómo se interesaba en los cómics, y le relatará a Gary Groth: “A mi hija mayor real-realmente le gusta Dark Knight, le gustan partes de Maus, pero encontró otras aburridas, lo mismo le pasó con Watchmen. Pensó que algunas partes eran aburridas. [...] de verdad que no se ha inquietado con Dark Knight, y lo ha leído cuatro o cinco veces, Hablamos con normalidad de todo lo contenido en él. Sobre cualquier tema del que creo que podría tener algún problema para asimilar le digo con naturalidad, ‘¿Qué te parece esta escena?’. Me parece algo perfectamente saludable. No lo lee a escondidas, no lo lee a mis espaldas, temiendo que le riña. Y lo mismo ocurre con todo lo demás, quiero decir, no hay una sola cosa que no discutiría con ella. Lo que pienso que no ocurre con muchos padres, porque a muchos padres les da vergüenza hablar de sexualidad o, en serio, de cualquier cosa perteneciente al mundo real con sus hijos. Y no creo que debiéramos alimentar esa clase de comportamiento instalando esquemas externos que convenzan a los padres para que abandonen toda la responsabilidad en la lectura y el entretenimiento de sus hijos, porque creo que eso realmente lleva a una situación potencialmente alarmante, donde encuentras que los esquemas restrictivos pueden ejercitar sus propios prejuicios sobre los niños.”

Su ya deteriorada relación con DC se romperá cuando en los términos establecidos en los contratos ve que no puede recuperar los derechos sobre sus propias apuestas personales ‘Watchmen’ y ‘V de Vendetta’ que ellos le editaban, y cuyo mérito ve peligrar ante los deseos de la compañía de continuarlos o adaptarlos a otros medios, si hace falta sin contar con él. Únicamente seguirá trabajando para la empresa hasta concluir sus compromisos firmados, como haría Frank Miller por estos años. La burla que ambos recibieron de los que consideraba amigos, diciendo “Oh, déjalos, son como niños, ignoradlos, ya se les pasará”, llevó a Moore a pronunciar una recordada frase que provocó su posterior fama de persona malhumorada: “DC Comics en particular y el cómic mainstream norteamericano en general son corruptos, vampiros, carnívoros que exprimen el talento de hombres y mujeres y los arrojan cuando acaban”. Y también sufrió desencuentros con la otra compañía del mainstream norteamericano, MARVEL COMICS, de nuevo por asuntos de especulación pecuniaria sobre otras de sus obras, 'Marvelman'.

En cierto sentido, Moore asumió un rol destacado en la lucha por los derechos de autor que se manifestaba en estos años, acompañada por otras voces de apoyo importantes. Y aunque no estuviera de acuerdo con las líneas de trabajo que desde entonces han ido adoptando las principales compañías de cómic norteamericanas, es loable cómo ha continuado apoyando y valorando todos estos años la labor de los autores que trabajan en ellas. Personalmente no deseó continuar con la experiencia, pero el buen sabor de boca que él mismo dejó abrió puertas para la llegada de otros autores ingleses, algunos recomendados por él como Neil Gaiman, Grant Morrison, Warren Ellis o Jamie Delano, entre otros. De Gaiman existe la anécdota de que Moore le enseñó la técnica para hacer un guión, como con él mismo hizo Steve Moore, aunque señala que la genialidad de su producción era ya propia en Gaiman.

La situación en casa está algo crispada para Alan Moore en estos tiempos, debido a la legislación represiva contra minorías (homosexuales) que en 1988 prepara el gobierno de Margaret Thatcher en Inglaterra. Ello supondría que su modo de vida con Phyllis y Debbie se vería comprometido y aún amenazado, así que por primera vez en su vida se plantea marcharse de Northampton con su familia, y el destino elegido sería los Estados Unidos, como asegura en un texto introductorio a “V de Vendetta” (1988). No obstante, como autor se planteará luchar desde su trabajo contra tal represión, y en este deseo funda junto a su mujer y su amante mutua la editorial Mad Love, animado por Dave Sim, con quien mantenía una intensa correspondencia.

La creación de la nueva editorial motivará el comienzo de “Big Numbers”, una obra de gran envergadura. En ella, Moore y sus socias pretenden entrecruzar las vidas de 40 personajes en un mismo escenario: Northampton. Para ello, envían al dibujante contratado, Bill Sienkiewicz, cientos de fotos de la ciudad a modo de documentación gráfica. Saldrán a la luz dos números, con gran éxito inicial a pesar de su alejamiento de todo en lo que Moore había trabajado antes. En ellos, se nos dejan estampas muy informativas de esta población inglesa. Desgraciadamente, a raíz de esta aventura empresarial hubo que afrontar enseguida problemas económicos e incluso personales tanto en casa como con los colaboradores gráficos. Finalmente, en 1990 es abandonado por sus familiares y socias, Phyllis y Deborah, que se llevan a las hijas del matrimonio al norte del país (Liverpool), y según el libro ‘Alan Moore: The Pocket Essential’ (Trafalgar Square Publishing, 2002) “quedándose mucho del dinero que Moore había ganado con sus obras la pasada década” –hemos de decir que esta información sólo la hemos podido contrastar en la afirmación de dicho libro.

Pese a este fiasco económico, Moore está decidido a no hacer más superhéroes y escuchará ofertas de diversos editores pequeños e incluso del mundo del cine, si bien cuajaron pocos proyectos, en los que presto se pone a trabajar. Realizó el guión cinematográfico “Fashion Beast” para Malcom McLaren (adaptando “La Bella y la Bestia”), que nunca vería la luz, aunque sí le pagaron; y participó en el libro que editó Eclipse Comics, “Brought to light”, que cuenta toda la historia secreta de la CIA y cuya información se la facilitó el Christic Institute, en su tercer viaje a los EE.UU (1987).

Alan Moore citaba en un artículo teórico para los números 4 a 6 de The Daredevils (1983) a una creadora underground llamada Melinda Gebbie. Se trataba de una autora californiana (de Sausolito) que participó en los 70 en este fenómeno contracultural en la costa oeste norteamericana, llegando a trabajar con S. Clay Wilson, Spain Rodríguez o Robert Crumb, entre otros. Fue miembro destacada de un colectivo de autoras que realizaban cómics eróticos y humorísticos tales como “Wimmen’s Comix” o “Tits & Clits Comix”, y también colaboró en otros de tipo underground como “Young Lust” o "Wet Satin”, energías que fueron motivo de un evento dentro de la convención de cómics de San Diego de 1982. En solitario, Gebbie publicaría el sensual álbum titulado “Fresca Zizis” (1977).


Buscando mayores oportunidades, Melinda Gebbie emigró a Inglaterra en 1984 para trabajar en la película de animación “When the Wind Blows” (estrenada en 1986), un film de corte anti-nuclear. El cambio de medio y el largo viaje supuso prácticamente un nuevo comienzo para su carrera, que estuvo marcada por el juicio al que tuvo que acudir por “Fresca Zizis”, que iba a ser reeditada en Inglaterra por la compañía británica Knockabout; sin embargo, la censura del gobierno de Thatcher logró destruir la tirada completa (400 ejemplares) y prohibió la posesión de esta historia en todo el país.

Mientras, Melinda estuvo viviendo en Cambridge y luego en Londres, y siguió participando en otras publicaciones underground, como la serie “Anarchy Comics” (colaboraba desde el nº1 junto a creadores como Gilbert Shelton o Bertolt Brecht), que reunía a autores simpatizantes con esta ideología política. En 1987 formó parte de la antología “Strip AIDS”, un libro benéfico para concienciar sobre el problema del sida y recaudar fondos. En él también colaboraban figuras como Alan Davis, Bill Sienkiewicz, Daniel Clowes, Peter Milligan, Dave Gibbons o Alan Moore. A raíz de ello, Melinda conoció personalmente a éste último en un par de firmas de libros en Londres y también coincidió con gente de la profesión, logrando contactos que le proporcionaron un trabajo regular como ilustradora para una pequeña agencia de noticias de Londres.

Buscando nuevos desafíos tras su salida del mainstream, Moore siente la necesidad de tener un acercamiento al tema del sexo desde el cómic, porque en su opinión no ha sido muy bien tratado, siempre con aproximaciones desde el horror (convirtiéndolo en algo visceral) o el humor (como algo de lo que reírse o aún avergonzarse). Melinda Gebbie sí había trabajado ininterrumpidamente sobre el tema erótico, y tenía ya una gran carga de experiencia en este tipo de narrativa, aunque no se cruzará en el camino de Alan Moore hasta 1990, cuando ella coincida con Neil Gaiman en Londres y éste, que ve todas las cosas que ambos tienen en común, les sugerirá a ambos una posible colaboración. De este modo, Moore valora su trabajo con las ceras y el color, y las ideas que esta técnica le podría aportar, y le pide a Gaiman que le ponga en contacto con ella. Así, Melinda acude en un par de ocasiones a Northampton a hablar sobre el posible encargo. Alan encuentra a una artista adecuada para emprender el proyecto ‘LOST GIRLS’ –nunca había trabajado antes con una mujer y la experiencia se le antoja interesante.


viernes, 25 de noviembre de 2011

HECHIZO EN NORTHAMPTON. CAPÍTULO 3: SAVIA (finales 70- principios 80)

ÍNDICE DE “ALAN MOORE Y NORTHAMPTON”

BIO-LOCALIZACIÓN: PARTE 1, PARTE 2, PARTE 4, PARTE 5, PARTE 6


Pese a haber iniciado una vida más “formal”, por estos años Alan Moore continuaba su intenso contacto con la gente del fandom británico, participando en fanzines y asistiendo a las convenciones de cómic inglesas. Dave Gibbons recuerda que Steve Moore era el que fue presentando e introduciendo a Alan al resto de la gente del mundo del cómic inglés, y que él personalmente lo llamaba “el amigo raro de Steve Moore”. Aparte de este contacto, el propio Alan fue a su vez colaborando con diversas publicaciones de aficionados.

En 1977 tenía 23 años y empezó a asaltarle la idea de que no quería quedarse a vivir siempre en su nuevo barrio de recién casado, Blackthorne, amparándose sólo en la seguridad económica. Creía que para una persona no debía haber un techo de lo que se podía ser o hacer. Su esposa lo apoyó en su decisión y, sin tener una idea muy clara de a qué dedicarse, Alan dejó el trabajo. Ese mismo día se enteraron que Phyllis había quedado embarazada, y por ello incluso en su empresa le volvieron a ofrecer el puesto. Sin embargo, Moore confiaba en sus posibilidades, sentía el ego necesario para ello, así que estaba decidido y rechazó la nueva oferta. El resultado inmediato es que estuvo 18 meses sin encontrar nada, pues por esos tiempos el paro crecía más y más en el país. Al menos, la Seguridad Social británica de aquella época les pasaba una ayuda económica por ser padres y estar en desempleo.

En ese periodo de aparente inactividad estuvo escribiendo una extensa space opera (que tendría unas 300 páginas, calculaba) para enviar a 2000AD y probar suerte; al final nunca llegó a terminarla. Por su inexperiencia se veía incapaz de abarcar un proyecto tan amplio y conseguir que le prestaran atención (tal vez esté en esta aspiración el germen de sus futuras novelas, muy extensas). También envió muestras de sus trabajos a múltiples editores, aunque sin fortuna; entre ellos, relata: “V DE VENDETTA tiene su inicio en el cómic inglés de Marvel Hulk Weekly y en una idea que presenté al concurso D.C. Thompson de creación de guiones. Mi idea trataba sobre un extraño terrorista que llevaba la cara maquillada de blanco, que actuaba bajo el nombre de ‘La Muñeca’ y que luchaba contra un estado totalitario en algún momento de finales de los 80. En D.C. Thompson pensaron que un terrorista transexual no era exactamente lo que buscaban y tuvieron la sensatez de elegir a un frutero de Hull que participaba con una obra llamada ‘Battler Bunn’ [bombardea a los hunos] o algo así. Afrontando el rechazo hice lo que todo artista serio haría: me di por vencido”.


No obstante, sí publicó historietas humorísticas en diversas revistas y una de ellas, realizada junto a Steve Moore, fue elegida por Gilbert Shelton en un recopilatorio para mostrar a nuevos talentos británicos que se editó en EE.UU.

Por fin, en 1979 lograría lanzarse como autor profesional al conseguir el encargo de unas tiras cómicas (al guión y dibujo) para la revista musical Sounds y el periódico local Northampton Post. En este cometido emplearía los pseudónimos, respectivamente, Curt Vile (en homenaje al compositor judío Kurt Weill) y Jill de Ray (que alude a Gilles de Rais, asesino en serie de niños del siglo XV), con el fin de que su nombre no pudiera ser detectado por la Administración debido a que su mayor sustento venía de la prestación que recibía y aún no estaba muy seguro de si podría granarse la vida con ello. Así se mantuvo algunos meses hasta que sintió que su carrera se afianzaba.

Será el propio Moore el que comience en estos proyectos iniciales a dibujarse a sí mismo y a crear una imagen carismática que exteriorizar, un recurso muy teatral que en lo venidero tantas veces será utilizado por los dibujantes que le conocen, y que nos ofrecerá perspectivas complementarias sobre su persona y afianzarán su papel como figura reconocible dentro del medio del cómic. Sin embargo, aunque no abandonaría estas actividades como autor completo hasta 1986, enseguida se dio cuenta que lo que mejor se le daba era la escritura, y se concentró en perfeccionarla para encontrar algún empleo regular en este campo y así poder seguir progresando en su carrera.

Aquellos tiempos eran propicios para la industria del cómic británica, pues gente de todas las edades se interesaba cada vez más en este tipo de publicaciones y existía un mercado que ofrecía trabajo a un colectivo relativamente amplio, pese que Moore afirme que cuando él empezó “la de autor de cómic era la profesión más oscura del mundo”. Su gran amigo Steve Moore vivía por esta época de escribir guiones de cómic para Marvel UK y le animó a que lo intentara también. Le enseñó la técnica y así Alan elaboró un guión para Juez Dredd, que envió a Steve. Éste lo leyó y luego lo rompió, como recriminación. No se desanimó Alan y siguió con su propósito; Phyllis escuchaba sus ideas y le hacía comentarios. Como con sus tiras había adquirido habilidad para contar visualmente una historia, y aunque no confiara mucho en el resultado de sus dibujos, aprendió a realizar largos y detallados guiones para que leyéndolos otro dibujante pudiera dibujarlos perfectamente como él requería. A la siguiente ocasión ya consiguió el visto bueno de Steve y entró en contacto con 2000 AD, cuyo editor era Alan Grant. Según cuenta, le respondió que no estaban interesados en otro guionista para Juez Dredd, pero lo animó a preparar un guión para la serie “Future Shocks”. Se lo envió, pero Grant se lo rechazó hasta dos veces, sugiriéndole mejoras que Moore aceptó de buena gana. Y así, consiguió su primer trabajo haciendo historias cortas para 2000 AD, y pronto también lo haría en Marvel UK. De estas colaboraciones dirá más tarde que le enseñaron bastante, porque aprendió a contar sus ideas en pocas páginas y una vez que lo dominó fue capaz de ir ampliando de escala.


Siguieron sucesivas colaboraciones con ellos y con otra editorial más, IPC (irán llegando con los años “Capitán Britania”, “Skizz”, “D.R. & Quinch” o “La balada de Halo Jones”). Es destacable además la labor teórica que fue llevando a cabo y la atención a los fanzines que llegaban a sus manos, lo que le fue fortaleciendo su propio criterio. En definitiva, en poco tiempo se estaba convirtiendo ya en un valor en alza dentro del mercado del cómic británico, y era demandado por las diferentes compañías; de alguna forma se vio favorecido por la competencia que tenían éstas entre sí. Poco a poco, las oportunidades que iba aprovechando en este negocio le hicieron obtener la estabilidad económica y así nacía Amber, su segunda hija, en 1981.


El editor Dez Skinn lo requerirá en 1982 para su nuevo proyecto, la revista Warrior, que lograría amplia repercusión nacional. “The Bojefries Saga”, “Marvelman” y “V de Vendetta” serán las series por entregas que irá preparando Alan Moore para dicha publicación, y muy pronto serán consideradas por la mayoría como obras maestras del cómic británico, ganando incluso el premio Eagle en 1982, que desde 1977 se concedía a los mejores cómics producidos en el país en el año anterior. El primero de una larga lista de premios que irían llegando en los sucesivo. Sin duda, Alan Moore se iba haciendo progresivamente un personaje importante en el panorama del cómic nacional y por ello era solicitado como autor en las convenciones de cómic británicas que se iban sucediendo.


Otro hecho importante, quizás motivado a raíz del éxito que relatamos en el párrafo anterior, es que en 1983 es contactado por DC COMICS a través de Lein Wein para trabajar en Swamp Thing y le hará dar el salto internacional. Wein recuerda el día que conoció en persona a Alan Moore: “Quedamos en un pub de la localidad [Northampton] y Alan fue el último en llegar. Llegó deambulando, con los ojos como platos y con esa larga y enredada melena meciéndose en la brisa, parecía a todas luces que Rasputín, el monje loco, volvía de una borrachera de dos semanas. Llevaba un traje que había pasado de moda hace 40 años, las mangas de la chaqueta y los dobladillos del pantalón varios centímetros cortos, la camisa desarreglada, una corbata estrecha con un dibujo de teclas de piano, calcetines que se veían a kilómetros y que no pegaban con nada de este mundo, y (si recuerdo correctamente) un sombrero de copa. Alan se disculpó por llegar tarde, explicó que había estado en el optometrista, en una revisión. En un ojo tenía la vista perfecta, pero en el otro no tanto. El doctor le había recomendado unas gafas con unas lentes apropiadas. Alan dijo que había pensado que en vez de eso podía ponerse un monóculo en el ojo malo, pero que se había echado atrás. ‘¿Por qué?’ pregunté, tonto de mí. Alan replicó, ‘Bueno, francamente, tenía miedo de que llevar un monóculo me hiciera parecer un poco raro’.”

Mientras edifica su brillante entrada en el mundo del cómic profesional, en la década de los 80 Moore también tiene otros intereses y aficiones. Se está mezclando en grupos de protesta social de Northampton, participando activamente en movimientos anarquistas (la Liga Anti-Nazi) y pegando posters de propaganda con el lema “Rock contra el Racismo”. Incluso se afiliará en un partido de política local, el Green Party.


En otra de sus facetas, mediante sus contactos con gente del mundo de la música integraría el grupo “Murders on the Rue Morgue”. Algo más tarde, en 1983, tomando el pseudónimo de Translucia Baboom se unió a los artistas David J y Alex Green, y formaron una banda llamada “Emperors of Ice Cream” que grabó un disco con 12 canciones. Moore participaría como vocalista en la canción "The March of the Sinister Ducks" y en “Old gangsters never die”. Esta afición derivó en futuras colaboraciones, del cómic a la música y viceversa (“V de Vendetta” incluye la canción “This Vicious Cabaret”, que su grupo toca) y la oportunidad de que Moore fuera contactando con gente del sector de la música inglesa más o menos profesional, que se desarrolla con bastante energía en Northampton y es una seña de identidad de su población el participar de ello. Es un detalle relevante que la mayor parte de estas incursiones musicales irán teniendo su adaptación al cómic por autores del medio con amistad con Moore.


Volviendo al mundo del Cómic, dos aspectos cuidará mucho desde estos primeros momentos de su carrera: sus lectores y sus dibujantes. Gracias a su labor como crítico en las revistas, empezaron a llegarle muchas cartas de los lectores, e intentaba leerlas todas, aunque no tenía tiempo de responderlas. Disfrutaba de las respuestas que daban a sus planteamientos lanzados en las revistas, y con sus opiniones asegura que sus historias fueron creciendo, ampliando sus conceptos iniciales hasta el punto de que cada vez le sorprendían y encantaban más. En su prosa intentaba introducir todo lo aprendido en Arts Lab: un ritmo narrativo que pudiera captar a los lectores subliminalmente (desde la estructura narrativa hasta el número de sílabas), la variedad artística (combinando poesía y elementos visuales) y siempre exigiéndose tener algo que decir. Un detalle importante de la retroalimentación que Moore vive en este tiempo es que dice que escribe pensando que sus lectores son muy inteligentes y que si primero consigue convencerse a sí mismo de que lo que cuenta es inteligente y de interés, luego será capaz de darles ideas a ellos para que piensen y suban sus expectativas; piensa que si por el contrario, y al igual que la televisión, asumiera que los espectadores son idiotas, al final la producción que sacara también crearía idiotas.

Con respecto a los dibujantes, desde el principio cuenta con gente que conoce del ambiente cultural de su alrededor, poniéndolos en valor, y eso será una constante en su carrera. Existía un local llamado “Westminster Arms” que a principios de los 80 los autores del cómic británico tomaron por costumbre frecuentar. Allí Moore tuvo un encuentro con un tipo idéntico a su personaje Constantine (anécdota captada gráficamente por Eddie Campbell), lo que considera uno de los primeros actos mágicos de su vida.

En general, dice buscar en qué parte de su estilo y dibujo destacan más los artistas, o donde vierten más energía, y a ello adapta su escritura. Aparte, este trabajo no lo considera en vano, sino que es una forma de compensar al dibujante, que también tiene que hacer una dura labor para dar forma a lo que establece el extenso guión de Moore. “Si escritores y artistas se divierten al hacer su trabajo, eso es beneficio para todos”, ésa es una de sus máximas.

La serie Swamp Thing para América se convirtió enseguida en un éxito de ventas, y se podría decir que fue la obra clave en el despegue de su carrera internacional. Moore se siente muy orgulloso ya que cuenta que hasta su madre leyó algunos números y parece que le gustaron. Sin embargo, refleja nostalgia cuando refiere que su padre nunca mostró interés en leer nada de lo que él había realizado, y nos dice que así se mantuvo hasta el fin de sus días, lo que en cierto modo nunca ayudó a liberar una tensión acrecentada por las circunstancias en las que estuvo inmerso en los últimos años de convivencia en el hogar familiar y su abrupta independización.

El trabajo para EE.UU. hizo que tuviera que ir dejando muchos de los que hacía en Inglaterra, y su creciente éxito le cosechará algunas dificultades en cuanto a la propiedad de explotación de los derechos de su obra producida. No obstante, mientras realizaba la serie Swamp Thing –a pesar de que era un encargo que le ocupaba mucho tiempo y que le exigía mucha rapidez-, asegura que disfrutó muchísimo de la experiencia. A raíz de ella había ido formulando varias ideas sobre el cómic de superhéroes que quería poner en práctica mediante una propuesta nueva que no estuviera afectada por la continuidad y que pudiera diseñar desde los cimientos. En 2000AD ya había quedado muy satisfecho con las historias junto a Dave Gibbons, y dispuso que en un futuro tenía que volver a conseguir colaborar con él. Así, se pusieron de acuerdo y juntos presentaron a DC el borrador de un material que comenzarían en 1984 y terminarían cuatro años más tarde, en 1987: “Watchmen”.

Por otro lado, Leah Moore recuerda de esta época que las dos hermanas pasaban casi todo el tiempo con su madre. Gracias a los ingresos obtenidos por Alan, desde 1985 vivían en una bonita casa de dos plantas que éste compró de segunda mano, en una zona cercana al centro de Northampton, el barrio de Phipps Ville, en torno al parque de Abington. También pudo comprar Moore un invernadero para que sus padres pasaran felices la jubilación.


Moore se pasaba el día encerrado en su habitación escaleras arriba, literalmente, pues siempre había sido incapaz de tener un sonido o a alguna persona en la misma habitación donde trabajaba. Normalmente, las mañanas las dedicaba a dibujar sus tiras cómicas y durante las tardes escribía. Su método de trabajo al guión consiste en pensar primero lo que quiere contar, hacer algunos bocetos sólo comprensibles para él y ponerse directamente a teclear en la máquina de escribir. Señala que, como se acostumbró al trabajo en series regulares publicadas mes a mes, nunca le era posible rehacer los textos, tanto por la velocidad con que debía emplearse como por la imposibilidad de retocar lo ya editado una vez se llevaba a imprenta; de modo que debía tener claro los elementos importantes desde el principio y confiesa que este sistema le ayudó mucho a crecer como escritor. Acostumbrado a este hábito, aún hoy día lo mantiene, ha aprendido que las cosas que salen directamente de su mente las expresa con más frescura, y sólo revisa los textos una vez mecanografiados, sustituyendo entonces sólo alguna palabra o frase.


Se volvieron muy famosos, pero ¿cómo son técnicamente los guiones terminados de Alan Moore? Normalmente, conllevan una fase previa en la que escritor y guionista debaten sus ideas y se conocen mejor, en persona si es posible que el dibujante se acerque a Northampton o alrededores (Moore se muestra desde siempre reacio a viajar, si no es necesario), y en el caso de que no haya posibilidad de encuentro directo pues usando el medio telefónico. Posteriormente, Moore elabora un escrito en el que explica la trama, los personajes principales y cómo se desenvuelven en ese mundo. El dibujante va elaborando bocetos y diseños, mediante la guía de Moore, que, al haber sido dibujante, tiene unas nociones muy claras de cómo son las ilustraciones que quiere. Finalmente, el guión terminado es muy largo y detallado, y describe la página viñeta a viñeta. En la primera, dice cómo es la composición, luego explica la escena, sus elementos y su posición; al final coloca los textos y/o diálogos. Así hace con todos los paneles, no sin dejar de introducir en las descripciones comentarios subjetivos, bromas o planteando sugerencias para que decida el dibujante.

Su familia oía salir de la habitación de trabajo los continuos golpes a las teclas de la máquina de escribir, cómo su padre hablaba y actuaba, dando vida a sus personajes, o dibujando. Allí se concentraba una enorme cantidad de humo de tabaco y olor a tippex. Sólo cuando entintaba sus dibujos las admitía con él, o ponía la radio o la televisión. Raramente emergía del estudio, aunque siempre lo hacía a la hora que se acostaban, y “les contaba historias tan interesantes como las que escribía el resto del día”, relatan sus hijas.


Por lo tanto, la familia Moore seguía viviendo en Northampton pese a la vocación internacional de la labor de Alan. La comunicación con el resto del mundo sí era intensa, sólo que lo hacía por teléfono o correo postal. Cuando se hacía posible por la cercanía, las salidas fuera de casa eran para encontrarse con algún compañero del mundo del cómic en pizzerías (una anécdota es que en 1985 se hizo vegetariano por sus desacuerdos con la industria alimentaria) o convenciones, y alguna que otra vez para ir de vacaciones, siempre dentro del país y contando en todo caso con la compañía de sus parientes. Realmente no lo consideraba vacaciones, pues él se llevaba la máquina de escribir o un bloc de notas con el que proseguir sus labores.

Comenta el propio Moore que para Swamp Thing eligió un lugar propio de U.S.A. en el que el personaje habitara, Louisiana, diferente a todos los que salían por entonces en los cómics de superhéroes, y se documentó muy bien sobre su historia, su cultura, su música, etc. aunque nunca en su vida ha estado allí. Algunos lectores pensaron que vivía en América, pero la realidad es que hasta la fecha (1983) nunca la había pisado, y ese hecho le mostró la gran belleza que proporciona la escritura, pues “sólo con palabras, si encuentras las adecuadas para un lugar, puedes conjurarlo en tus páginas”. De nuevo, otra de sus reflexiones sobre el territorio.


ÍNDICE DE “ALAN MOORE Y NORTHAMPTON”



martes, 22 de noviembre de 2011

HECHIZO EN NORTHAMPTON. CAPÍTULO 2: RAÍZ (años 60-70)

ÍNDICE DE “ALAN MOORE Y NORTHAMPTON”

BIO-LOCALIZACIÓN: PARTE 1, PARTE 3, PARTE 4, PARTE 5, PARTE 6


Recuerda Alan Moore que, una vez siendo niño y estando enfermo en casa, su madre le quería hacer un regalo. Él le pidió un cómic que había visto en un tenderete de la Plaza del Mercado, en concreto uno de Blackhawk. Le explicó cómo era, pero ella -que no entendía de superhéroes- le trajo por error el número 3 de Fantastic Four porque la portada era similar a la descripción que le había ofrecido Alan. En principio, se mostró desilusionado al ver el ejemplar, porque no eran los personajes estilizados y adorables de DC Comics a los que estaba acostumbrado, sino que llevaban la impronta de Jack Kirby: eran marcados, oscuros y realistas. Y la historia era muy diferente a aquellas, contenía drama, violencia, pesimismo. Pero este descubrimiento enseguida empezó a mostrarle las posibilidades del cómic. En menos de un año ya había ahorrado para comprarse la revista Mad, y comprobó que no entendía nada de aquellas bromas, ni tampoco sus padres; esto motivó que desarrollara una inquietud por abrirse culturalmente, le empezó a atraer la cultura americana y las referencias que hacían, llegando poco a poco a ampliar su miras hacia autores como Will Eisner o los artistas underground, entre los que destaca su admiración por Robert Crumb.

Sería a los 11 años cuando realizara su primer fanzine: “The Crimebusters”, en varias entregas. Según nos cuenta, “una auténtica mierda plagiada de Los Vengadores que solía grapar en una esquina y luego la prestaba por un penique cada una”. Precisamente, este nombre lo utilizará para el 2º grupo de superhéroes de su futura y celebrada obra “Watchmen”. Respecto a sus lecturas, seguirá ampliándolas con novelas de “una forma muy promiscua y variada, tomando pequeñas cosas de miles de autores”: Lovecraft, Ray Bradbury, Michael Moorcock, William Burroughs o Mervyn Peake, entre muchos otros.

Con respecto a la relación con su padre, Moore recuerda que a los 10-11 años era muy aficionado a una banda de rock llamada Cockney Rebel, cuyo tema principal decía en el estribillo “Call me Sebastian”, y su padre empezó a llamarle ‘Sebastian’, sin mala intención pero otorgándole al mote un significado peyorativo de intelectual amanerado, lo que reflejaba cierto desprecio por este colectivo y las aficiones en que se iniciaba su hijo.

En la época de su adolescencia gozó de mayor libertad por parte de sus padres, y de esta manera tuvo la oportunidad de salir hasta tarde o ir a fiestas, perdiendo paulatinamente el interés en adaptarse a la atmósfera de la Northampton Grammar School, y así mejorar sus calificaciones o resarcir su orgullo herido. En la década de los 60 llegaban a Europa desde Norteamérica las ideas hippies contra la manera clasista en que la sociedad estaba yendo, por lo tanto también a Northampton, y aunque Moore no se hizo hippy sí reconoce que sintió un acercamiento hacia su punto de vista social y político.
Es necesario ahora hacer un inciso. Por aquel entonces, otro joven llamado Steve Moore -de unos 18-19 años y londinense, y sin relación familiar con Alan Moore-, se colocó después de terminar el instituto como empleado de oficina en una nueva compañía llamada Odham, que se dedicaba a reimprimir las obras de MARVEL Comics que hacían furor en los EE.UU. Lo hacían con un interior en blanco y negro y también dieron la oportunidad de publicar a autores ingleses, todo en una colección titulada Power Comics.

Otra figura importante del momento fue Derek (alias ‘Bram’) Stokes. Junto a otros colaboradores había realizado la auto-publicación “Gothique” (1965), que unido a “Ka-Pow” (1967) de Steve Moore y Phil Clarke constituyeron algunos de los primeros fanzines renombrados de los aficionados al cómic de Inglaterra. ‘Bram’ Stokes además comenzó un negocio de venta de libros de ciencia ficción por correo, que derivó en 1969 en la apertura -junto a Diane Lister (su futura esposa)- de la primera librería de ciencia ficción del Reino Unido. La tienda, que tuvo diferentes localizaciones en Londres, se llamó “Dark They Were, and Golden Eyed”, tomando su nombre de una historia corta del escritor Ray Bradbury. Stokes y Lister la mantuvieron abierta hasta 1981, importando multitud de material de los EE.UU. durante ese periodo y fomentando la creación de fanzines como “Cyclops”. Alan Moore estuvo al tanto de las novedades que introducían y hasta envió a esta publicación el que sería su primer dibujo publicado, en 1969.

Llevado por estas energías, se fue creando el fenómeno fandom británico. Steve Moore logró ascender a la categoría de asistente del editor dentro de Power Comics, pudiendo así escribir en la revista y tomó el apodo de ‘Sunny’ Steve Moore (emulando a ‘Smiling’ Stan Lee); gracias a ello entró en contacto directo con otra gente del mundo del cómic y se fueron organizando, llevándoles a la idea de imitar en Inglaterra las convenciones de cómic americanas. Celebraron la primera en Birmingham en 1968, promovida por Phil Clarke.

En la publicación Power Comics incluían una dirección de correo para que los lectores escribieran. De esta forma Alan Moore, contando unos 14 años, empezó a escribir a 'Sunny' Steve Moore, resalta que porque le hacía gracia la coincidencia de apellido, y así nació entre ellos una correspondencia que se hizo frecuente. A raíz de este contacto, se hizo socio de la primera convención de cómics inglesa. La segunda convención fue llevada a cabo por Frank Dobson, Bram Stokes y Steve Moore en Londres, 1969. Alan, contando 15 años, viajó hasta el evento y conoció a Steve en persona, y además compró fanzines británicos de esos años, para los que en lo sucesivo estuvo enviando colaboraciones y en cuyas páginas también coincidieron David Lloyd, Jim Baikie y Paul Neary, autores con quienes le unirían los años.

En adelante, la amistad de Alan con Steve Moore se irá fortaleciendo, y pese a la distancia, uno en Northampton y otro Londres, mantendrán un intenso contacto telefónico o por correo y encontrándose en ocasiones especiales.

Justo en esas fechas, 1968-69, Moore tuvo que ponerse gafas para cuidar su ojo casi ciego. A la misma vez, también se había iniciado en las drogas. Primero fumando cannabis y después probó el LSD, reconoce que por esa época iba muy colocado, tomaba unas 50 pastillas al año, aunque afirma que eran de mejor calidad que las que actualmente proporcionan los traficantes. Visto desde la distancia de nuestro presente, comenta sobre aquello: “El LSD fue una experiencia increíble. No es que lo esté recomendando para nadie más; pero para mí fue como si – me mostró chocantemente que la realidad no era una cosa fija. Que la realidad que vemos sobre nosotros cada día era una realidad, y válida – pero que había otras, perspectivas diferentes donde cosas diferentes adquieren un significado que también es válido. Eso tuvo un profundo efecto en mí”.

Sus ideas sobre “la tragedia de la guerra nuclear y la tragedia de no encontrar novia”, en sus palabras, lo llevaron a escribir poesía, y como en un colegio femenino cercano había algunas muchachas apasionadas por los poemas, se le ocurrió fundar una revista de poesía llamada ‘Embryo’, como una manera de hacer una actividad en común y conocerlas. En el grupo estaban las chicas, Alan y algunos otros amigos de su escuela, y reconoce que la mayoría de lo que sacaron era malo, pero llamó la atención de un chico de su edad que pertenecía a una organización hippy no oficial llamada 'Arts Laboratory’, o simplemente ‘Arts Lab’, donde había gente mayor que ellos. Constituía un fenómeno espontáneo que se había extendido por toda Inglaterra, también en Northampton, donde su grupo alquilaba un local y se reunía una vez a la semana para realizar sus actividades. Los chicos de Embryo fueron invitados a una reunión, y aunque al principio desconfiaron, en dos semanas se fusionaron con ellos, participando en todas las actividades que hacían: performance, revistas, poesía, danza, eventos y todo tipo de medios experimentales. Dice Moore que junto a ellos aprendió mucho, sobre todo a crear ritmo en su narración y a entusiasmar a una audiencia.

Muy poco después, la situación en la Northampton Grammar School irá haciéndose cada vez más incómoda para Moore, que iba comenzando a mostrar signos de rebeldía, como por ejemplo modificando su aspecto. Se pasó desde los 16 cambiando su imagen, primero a lo ‘Beatles’, y como los profesores le decían que se lo cortara, se lo dejó cada vez más largo. A su vez optó por quitarse las gafas.

En 1970 para colmo el ayuntamiento de Northampton está iniciando una época de reformas y expansión urbana hacia sus alrededores, creando grandes avenidas de tráfico, que hacen indiferenciables los espacios urbanos de un lugar a otro, y cada vez más iguales a las ciudades occidentales entre sí, según Moore. Se duplicará la superficie construida de la ciudad y con ello se concede a las operaciones urbanísticas buena parte del peso en el avance de la economía. También había que rehabilitar el centro histórico y la solución consistió en echarlo abajo y construir nuevos bloques de oficinas o viviendas.

De esta forma, el gobierno local desposeyó todo el distrito en que la familia Moore vivía y los trasladó a un piso en otra zona más nueva; la excusa era proporcionarles una vivienda digna, pero en el fondo todos sabían que detrás había cierta especulación urbanística, pues se quería construir en la zona más antigua y valiosa de la ciudad. Sus dos abuelas murieron pocos meses después de la mudanza obligada, y él lo achacó a que habían perdido sus raíces, pues con ellas asegura compartir su “obsesión familiar con los lugares y sus antecedentes”. Desde entonces, este hecho lo marcará profundamente en su percepción de la movilidad geográfica.

El mismo año terminó traficando con LSD en su mismo colegio y, cuando lo pillaron, acabaron expulsándolo, por eso y por la mala influencia que decían que ejercía sobre sus compañeros allí. Incluso, el director se aseguró que no lo admitieran en ningún otro centro de los alrededores, lo que le dolió bastante. Este hombre se suicidó (por ahorcamiento) a los pocos meses de tal suceso y la reconciliación ya nunca fue posible.

De repente, todos sus amigos de allí lo abandonaron, y la situación lo volvió muy “antisocial”, “sociópata”; odiaba la autoridad y la estructura de cada cosa. Sus padres estaban horrorizados por todo lo que había pasado, y sus angustias no cesarían en el futuro, pues algún tiempo después su hermano Mike también fue expulsado del colegio por vandalismo; de hecho nos comenta que éste incluso flirteó un periodo con grupos ‘skinheads’, aunque Moore afirma que nunca se inmiscuyó en asuntos racistas.

Los padres de Alan le obligaron a trabajar, y éste decidió no disgustarlos más y dejó el LSD, sin haberlo vuelto a probar hasta la fecha, según confiesa. Entró en varios sitios en los que tampoco se encontró muy a gusto: despedazando carne en el matadero, como limpiador de aseos en el Grand Hotel de la localidad y después empaquetando en un almacén. Trabajaba de 5 de la mañana a 7 de la tarde, y por las noches escribía o preparaba cosas para Arts Lab, pues seguían sus actividades creativas, especialmente actuando en hospitales para enfermos mentales. Sin embargo, el grupo quedó disuelto a los dos años de la llegada de Alan, ya que pidieron –contra el consejo de Moore- alguna subvención de dinero público para sufragar los gastos que tenían, y no lograron obtener ninguna. Eso le hizo ver que “si quería hacer algo tenía que hacerlo por sí mismo, y ya estaba seguro que a lo que en el futuro quería dedicarse era a vivir de su producción artística”. No cesó en su empeño, y siguió compaginando el trabajo con algunas colaboraciones con músicos locales (a las letras e incluso como cantante).


Una vez quedó disuelto el Arts Lab de Northampton, unos chicos dos años menores que Moore, y que no habían participado en el anterior, fundaron el ‘Arts Group’. Alan se les unió para poder seguir haciendo lo que tanto le gustaba. Era 1971, y allí también estaba Phyllis, una chica que estudiaba en la Northampton Grammar School femenina y distaba de él un par de años (era más joven). Al poco de conocerse –en una actuación en un cementerio- iniciaron una relación amorosa y se fueron a vivir juntos a un piso de un dormitorio en el barrio de Semilong, frente a la antigua puerta norte de la ciudad, donde vivieron durante seis meses (este distrito estaba en el centro, junto a Spring Boroughs). Una anécdota de la época fue que cuando se sacó el pasaporte los funcionarios le dijeron que parecía una chica por su pelo largo, y ello le motivó a dejarse crecer la barba, adoptando desde entonces el look por el que todos lo conocemos hoy día.


Phyllis empezó a trabajar, y también él, en su caso para un subcontratista local de la compañía de gas; juntos consiguieron alguna seguridad económica. Alan y Phyllis se casaron en 1974, a los 20 y 18 años, respectivamente. Parece que, al asentarse, Moore se conformó con una vida de trabajo obrero porque al fin y al cabo era lo que su padre, su abuelo o su bisabuelo habían tenido. Por entonces vivían con su gato blanco y negro llamado ‘Tonto’ (que le inspirará su serie gráfica “Maxwell the Magic Cat”), en una barriada nueva del Distrito Este de Northampton (Blackthorne) de carácter social y promoción pública. Estaba alejada del entorno histórico en el que había vivido siempre hasta la fecha y, como todas las expansiones de la época, hechas de casas que abusaban de la prefabricación. Allí se había mudado gente mayor (procedente de las expropiaciones que estaba realizando el ayuntamiento en el centro) y matrimonios recién casados o con hijos pequeños que crecerían en aquella nueva área en desarrollo, grupos homogéneos a los que se presentaba una comunidad propia pensada como ideal para ellos. Esto no le gustaba nada a Alan Moore, comenta en varias ocasiones que le parecía una división social excluyente con los desfavorecidos (tema que le servirá de base para crear el Hoop en “La balada de Halo Jones”), y además pensaba que los favores de la Seguridad Social eran pocos y demasiado espaciados en el tiempo, con lo que esperaba que con los años aquella zona se fuera abandonando por las autoridades y degradando (como así ocurrió, en realidad).


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