La editorial La Cúpula nos
trajo recientemente una feliz novedad: la publicación en España de
“EL RETORNO DE LAS TI-GIRLS. DIOS Y CIENCIA”, o lo
que es lo mismo, el nuevo libro recopilatorio de Jaime Hernández.
Con este nuevo material el mercado español se pone al día con la
obra publicada sobre el universo Love & Rockets
del autor y ofrece la adquisición de la colección completa para
goce de los lectores.
En este tomo se recogen 5 álbumes
realizados durante 2006-2011. De nuevo vuelven las aventuras de
Maggie y compañía pero, como es habitual en la serie, el uso
de los mismos personajes siempre viene acompañado de diferentes
enfoques que nos permiten conocerlos mejor conforme va pasando el
tiempo (para ellos y nosotros) y que acaso los redefinan. En este
caso, el motivo principal será tratar el género de superhéroes.
La historia comienza mostrándonos a
Maggie en su actual vida como propietaria de un conjunto de
apartamentos en alquiler. Allí reside ella con su joven compañera
Angel, y tiran de un hilo argumental abierto en la entrega anterior a
ésta, “La educación de Hopey Glass”, cuando una inquilina del
conjunto empezaba a mostrar sorprendentes hábitos y habilidades.
Efectivamente, conviven con una superheroína llamada Alarma que
investiga a Penny Century. Ésta llevaba tiempo desparecida de estas
páginas y ahora comprendemos por qué, pues ha visto por fin
cumplido su viejo deseo de obtener superpoderes y como es tan
descontrolada y tan loca está poniendo en jaque a todo el mundo.
Angel también intervendrá en el caso
Penny porque revelará poseer el don, un bello concepto que es
inherente a todas las mujeres del mundo y que sólo aquellas que lo
cultivan pueden disfrutarlo en un determinado momento de su vida; en
caso contrario, pueden perderlo. Resulta interesante la metáfora
creada de cómo el acercarse a ese don especial se relaciona con la
perfección que las mujeres se autoimponen y que en el fondo es la
sociedad la que se la exige.
Junto a Penny irán apareciendo toda
una constelación de interesantes superheroínas (acompañadas de
alguna que otra figura masculina como Bombardero o Santa Claus), con
un pasado detrás. Tras tal derroche de creación de nuevas chicas,
personalidades, nombres y poderes nos choca la elección de la vieja
Penny –por cierto desaparecida en los últimos años- como
antagonista de esta obra en ese papel de ser la más especial de
todas. Por supuesto, sabemos el embrujo y carisma que tiene para el
autor (y consecuentemente para los lectores) en esta larga saga, pero
será en las propias viñetas donde quedará explicado de labios de
Maggie: “Hace años que conozco a Penny, y en este tiempo no
envejeció nada. Como si no fuera de carne y hueso sino un dibujo
recortado de un cómic y pegado en la Tierra”.
Entre esas supermujeres destacan las
TI-GIRLS, donde aparentemente sólo van las rechazadas por otros
equipos y que fue fundado entre otras por Tiger Girl (de ahí la ambivalencia de
“Ti-Girls”, como las ‘tigresas’ o las chicas de ‘Tiger’
nótese la pronunciación inglesa). Efectivamente, son un grupo de
veteranas con menos glamour o percha que otros conjuntos, pero donde
se encuentran excelentes personas: Espectra , Golden Girl y la
Llorona. Incluso son fiables y resolutivas como protectoras y se
encuentran muy unidas entre sí pese a rivalidades y errores de los
que nos iremos enterando al estilo Hernández, de una forma
espontánea e integrada en la historia. Angel se alineará con ellas
y Maggie también tendrá su participación en la aventura como nexo
común (ella nunca deja de gozar de protagonismo en este universo,
aunque apenas salga).
La verdad es que tras la entrega
anterior a este libro nosotros apostábamos ya por un relevo
generacional con Angel a la cabeza y Magie y Hopey en la parte de las
veteranas, en simetría inversa con los comienzos de la serie. Y sin
embargo Jaime continúa con ese maravilloso sentido de la sorpresa
con que es capaz de ir dotando sus guiones al hacer eso que
esperábamos de delegar el vigor y la energía a la siguiente
generación, sí, pero también hace brotar a este refrescante trío
de ancianas de importancia, las Ti-Girls, que anidaban en el
imaginario superheroico y en las que al centrarse nos muestra de paso
lo válidas y actuales que son siempre la experiencia y la
camaradería de años.
Los diferentes grupos de heroínas
presentados están formados por mejicanas de nacionalidad u origen.
El nexo común entre ellos estriba en la lucha libre y en el
patronazgo del Dr. Zolar (la lectura nos irá descubriendo los
detalles). También asistiremos a todo tipo de elementos del género:
un catálogo de habilidades especiales, lados oscuros, artefactos,
robótica, dimensiones, saltos en el tiempo, etc. Jaime Hernández va
aprovechándolos en su narración a modo de homenajes para tocar
múltiples aspectos de la Edad de Plata del cómic de superhéroes en
la que se formó como lector, y lo hará a modo de continuos giros en
el argumento muy trabados y coherentes que irán poniendo al enemigo
a batir en un lado o en otro, dándole la vuelta a ese cliché de
“buenos” y “malos” pues ninguna vez podremos estar seguros de ello,
aunque nunca rehuyendo del drama y la responsabilidad de los seres
dotados. Además, con algunas pinceladas se va poniendo de manifiesto
que estos sucesos son propios de los cómics y que aunque ocurran en
la vida ordinaria no son percibidos totalmente por la gente que no
ama las páginas de papel, lo que genera una interesante reflexión
entre lo real y lo imaginado. En suma, aparte de disfrutar de una
entretenida lectura se genera un círculo más amplio que nos va
acercando a todos esos referentes bizarros que pululaban desde años
atrás por las páginas de Love&Rockets elaboradas por Jaime,
dándole un sentido posible dentro de la diversidad de aventuras que
ya han transcurrido.
Jaime Hernández no suele buscar una
profundidad reflexiva muy intensa en sus guiones, pero los
acontecimientos que describe van sucediendo de forma trabada y
entretenida, trasmitiendo energía, optimismo, cercanía. Con el paso
de las lecturas descubres que has experimentado un trozo de vida, con
toda su frescura, su pasión, su dolor. Si eso lo sumamos a la
naturalidad y espontaneidad con que se mueven y gesticulan sus
figuras, a cómo las afecta por el paso del tiempo, a sus constantes
cambios de look sin dejar de ser reconocibles, a la sencillez y
elegancia con que describe las cosas más complejas, al soberbio
dominio del blanco y negro, la luz y la sombra, a su pasmosa capacidad de ir
creando nuevos personajes y situaciones relevantes, y sobre todo a la
regularidad en la calidad de su producción que ha demostrado en
estos 30 años de carrera profesional, no es de extrañar que haya
sabido encajar en su ya rico universo de una manera tan brillante y
sin que parezca forzado su acercamiento al mundo los superhéroes,
desvelando una sensibilidad extraordinaria hacia lo mágico y lo
especial.
Pasar por estas páginas es un rato que
recomendamos fervientemente, y que sin duda se hará corto. La
edición que nos ofrece La Cúpula es lujosa: papel grueso, tapa dura
y con portada a color en cada episodio. Pese a que ello puede haber
ampliado el precio del tomo, lo cierto es que no creemos que
cambiarlo por unos estándares más básicos hubiera abaratado tanto
el producto, así que salvamos la única etiqueta que se le podría
poner. Por otro lado, el final de esta historia queda como siempre
abierto y es de momento lo último publicado en USA sobre las
andanzas de la gente de Hoppers; qué duda cabe que los aficionados
a ellas deseamos que continúen una vez más (y otra, y otra más), y sin duda nos
preguntamos si en esa hipotética-esperada cita futura será posible
mantener de nuevo el alto nivel cualitativo al que Hernández nos
tiene acostumbrados. Es lo mismo que hicimos las veces anteriores. Y van ya...
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(por Álvaro Pons) ENLACE
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