jueves, 5 de diciembre de 2013

ALAN MOORE Y LOS SUPERHÉROES CON “SONIDOS” UNDERGROUND



La visión de los SUPERHÉROES que en los 80 aportó el autor inglés ALAN MOORE cambió este género para siempre. Presentó a los justicieros enmascarados de una forma diferente y realista que abordaba temas ausentes en el medio, llevaba a extremos sus características, empleaba gran riqueza de técnicas y cada título que publicaba se convertía por derecho propio en obra histórica: “MARVELMAN”, “CAPITÁN BRITANIA”, “SWAMP THING”, “WATCHMEN”, “V de VENDETTA”, “BATMAN: La broma asesina”, entre otras historias del universo DC. No cabe duda del enorme conocimiento del género de superhéroes que Alan Moore atesoraba. Cada una de las aventuras que escribió rezumaba pasión por estos personajes capaces de hacer cosas mágicas e imposibles, tradicionalmente presentados de forma optimista y buscando el entretenimiento de los jóvenes. Pero también nos hizo ver su lado más oscuro, los peligros inherentes al poder, y ello atrajo a otro tipo de público adulto y en muchos casos con desconocimiento del medio cómic en general. El concepto se convirtió en un fenómeno de masas sin parangón hasta la fecha.
 
No era propósito del guionista “matar” este tipo de historias, sino crear algo nuevo desde un punto de vista nunca utilizado, aunque en cierto modo, para muchos lectores –y futuros autores- influyó en lo venidero en su forma de acercarse a ellas, hasta casi monopolizar sus preferencias, y eso es algo de lo que él mismo se arrepiente desde entonces, aún hoy día.

Es llamativo cómo desde el primer momento, desde el primer guión puramente inserto en este género que Moore realiza se pueden ya apreciar una voz y detalles personales de gran brillantez. No hubo etapa de aprendizaje, ni relatos del montón, todo lo contrario; escoger el más antiguo de sus cómics de superhéroes como mínimo nos garantiza un rato condenadamente entretenido y sorprendente. Por algo en la actualidad no paran de reeditarse en forma de lujosos libros y cualquiera, al azar, constituye un auténtico “pata negra” tanto para los amantes de este medio como para el buen funcionamiento económico de cualquier editor. Alan Moore es uno de nuestros grandes artistas, y la pregunta clave es: ¿TODO FUE SÓLO FRUTO DE UNA GENIALIDAD INNATA?

Por supuesto que sí. Creemos que ahí existe unanimidad.

 
Pero después hay diferentes opiniones sobre cómo se formaron los conceptos tan sofisticados que nos ido presentando en sus obras de género superheroico. Es una posibilidad estimar que comenzarían a desarrollarse durante la realización de las mismas, y que todo lo anterior (cuando trabajaba como autor completo) fueron sólo fanzines de escaso interés o calidad con respecto al panorama, o no constituyen un acontecimiento que debiera quedar grabado en la memoria del cómic como forma artística. A la cabeza de este colectivo de pensadores figura el propio Alan Moore, que no desea que aquellos materiales primerizos se reediten para volver a sacar un provecho lucrativo de ellos, sino que prefiere que sólo estén disponibles para su consulta libre en la red (según declaraciones aForbidden Planet, 2008). 

No obstante, revisar aquellos trabajos de corte underground nos ofrece multitud de conexiones e ideas, y el mismo creador todavía siente sintonía con aquellos compromisos; de hecho, en más de una ocasión ha dicho que “había energía cinética en ellos”.
  En este artículo pretendemos explorar esa segunda teoría, que es resultado inmediato de uno de los proyectos capitales que estamos estudiando en EMBRYO: el proceso de formación de Alan Moore como autor y cómo esa etapa constituyó un rico campo de experimentación que le sirvió de mucho posteriormente.
De este modo, la primera referencia creativa sobre superhéroes que podemos datar en la trayectoria de Alan Moore fue cuando contaba 11 años y realizó una autopublicación de título “Crimebusters”, según nos relata plagiada de Los Vengadores de Marvel. Era sólo un cuadernillo que prestaba a amigos a cambio de dinero, pero ése nombre es el mismo que tomará uno de los grupos de vigilantes del pasado que aparecen en Watchmen. Este detalle puede ser casual, o manifestar que como aficionado ya iba organizando algo así como una base de datos, referentes, ideas.

 
Como ya hemos comentado en otras ocasiones, la vocación del creador por el arte siempre estuvo presente (desde su participación en el Arts Lab de su ciudad Northampton), si bien diversas circunstancias hicieron que durante los primeros años de su vida laboral la encaminara hacia trabajos comunes, al contrario que le ocurría a uno de sus mejores amigos de siempre y uno de sus mayores modelos, STEVE MOORE, que trabajaba desde la adolescencia en el mercado editorial británico de superhéroes. Hay que destacar que Alan Moore en ningún caso había abandonado su pasión como espectador y en sus ratos libres seguía cultivando poesía, música, actuación o cómic (por supuesto, de superhéroes, escribía incluso cartas a la sección de correo). Precisamente, desde los 21 años (1975) comenzó a enviar dibujos, tiras y páginas que esporádicamente se iban publicando, hasta que en 1977 decidió abandonar definitivamente la seguridad de su empleo para probar a vivir de su creatividad.
 
Será en 1979 cuando el creador al fin encuentre trabajo remunerado de este tipo: ROSCOE MOSCOW (en la revista musical ‘Sounds’) y MAXWELL THE MAGIC CAT (en el periódico ‘Northants Post’). Quizás estos proyectos no gozaran de la profundidad de sus obras cumbres, aunque insistimos en el hecho de no fueron fanzines o autopublicaciones, sino encargos profesionales cuyos ingresos le posibilitaron mantener su hogar (una familia de 4 miembros) y le afianzaron en su propósito de dedicarse en el futuro a desarrollar esta faceta, afortunadamente para el medio. Precisamente, Sounds se publicaba a nivel nacional y contaba con 250.000 lectores (según dato aportado por Dez Skinn, en la revista Warrior nº 2, 1982). Ahora bien, ¿eran tebeos de superhéroes? La respuesta es no, pues todo el material que Moore produjo en esta época operaba desde el underground, como ya hemos mencionado.
 
Para situarnos, aclaramos que el comix underground como tal tuvo su auge entre los años 60 y 70 del siglo XX, y se caracterizó por dar espacio a ideas nada comerciales de autores que por lo general no dibujaban académicamente y que rara vez se editaban en formatos mínimamente dignos. Era un arte generalmente en blanco y negro, de técnica y composición muy libres o marginales (a veces incluso inspirándose en la psicodelia provocada por las drogas), en el que se reflejaban temas sociales candentes del momento, se exageraban o deformaban personajes y situaciones, todo empleando grandes dosis de surrealismo y humor que daban una visión sucia y burlona de las cosas. Su distribución escapaba a la censura y trataba abiertamente temas considerados tabú, además de hacer una profunda crítica social de sus alrededores.

 
La intención básica del underground que elabora Alan Moore es hacernos reír, utilizando si es preciso recursos facilones o lenguaje vulgar. Ello se debe a que era una propuesta alimenticia incluida dentro de otras publicaciones colectivas (revistas o periódicos). Por lo general, los lectores no los compraban por su página o tira, sino que la encontraban allí y si se detenían en ella se les ofrecía diversión. Ahora bien, Moore no era ajeno a la realidad que le circundaba y por eso en diversas ocasiones dejaba que su parodia fuera un poco más allá, realizando crítica política y social o reflexiones más profundas, hasta el punto de que en diversas ocasiones recibió cartas recriminatorias o incluso censura editorial. Para obtener resultados humorísticos identificaba primero las características y/o funcionamiento del elemento a representar; luego comprendía sus engranajes y por último los manipulaba o exageraba. Lo hizo tanto con personas, animales o cosas como con múltiples libros, artistas, películas o géneros - entre ellos el superheroico- y tal labor le fue aportando una personal capacidad de observación así como la acumulación de interesantes estrategias.

 
Comencemos entonces nuestro particular repaso por el underground mooreano de finales de los 70 y principios de los 80, con la vista enfocada a su tratamiento de los superhéroes, que desde un principio no nos dejará impasibles. Los ejemplos más significativos se hallan en el material para la revista SOUNDS (“SONIDOS”); no obstante, apuntamos todos los casos que nos llaman la atención dentro de esta época, fueran trabajos gratificados o no.
 
La aparición más antigua que observamos de un elemento que nos sea de interés para nuestra investigación es el juicio a San Pancras Panda (abril 1978). Desarrolla un proceso judicial injusto que el sistema abre contra un protagonista que también es bastante llorica y lamentable. No es un detalle de vigilantes, aunque sí destacamos que pone en cuestión tanto a su protagonista como al mundo donde vive, algo que se hará habitual poco después en la prosa mooreana: la caída y reconstrucción del héroe (“Capitán Britania”), el campeón en quien no se puede confiar (“Kid Marvelman”), los “Watchmen” o incluso “El día del juicio” en los 90. 

  Este recurso al juicio también lo volverá a repetir casi miméticamente poco después, en el proceso contra Dempster Dingbunger (“The Stars My Degradation”, julio 1980).

Volviendo atrás, en julio de 1978 aparecen dibujados los dos primeros superhéroes en una viñeta de Alan Moore. Ocurrió en la página “Moeby Palliative”, una colaboración para Dick Foreman en la revista Back-Street Bugle. El reprimido Moeby clama la inmoralidad que para él es practicar sexo libremente, y entre diversos ejemplos del mundo del cómic que ilustran esta “desvergüenza” vemos a Shazam sosteniendo a su pareja y relacionando su poder con el deseo sexual que siente; también tenemos a Wonder Woman, a quien un pequeño funny animal le está practicando sexo oral. Aparte de constituir la broma, manifiesta una inquietud por mostrar aspectos de estos arquetipos que aún no habían sido tratados abiertamente.
Una obra genuinamente paródica de Superman fue “The Avenging Hunchback” (El Vengador Jorobado), en marzo de 1979 para la revista Dark Star. Fueron dos entregas, pero la 2ª se perdió en redacción y por ello Moore abandonó su realización. Supuso la introducción del absurdo y la deformidad en el origen del personaje en que se inspira, tan perfecto.

 
Tanto en Back-Street Bugle como en Dark Star, encontramos cómo se trabajó en el concepto de un ser superior para los personajes. Ambas publicaciones recogen a un demiurgo que de una forma un tanto caprichosa dibuja el devenir que le espera a cada una de sus caracterizaciones. Éstas son sólo muñequitos de vidas fácilmente manipulables para aquél, tan poderoso respecto a ellos aunque un tanto patético a nuestra vista. Años después, Moore deslizará de nuevo la misma idea en la serie del Capitán Britania: descubrimos que los protagonistas no tienen conciencia libertad propia como creen, sino que un dios como Merlín juega al ajedrez con ellos, hasta que su encuentro con la Furia pone de manifiesto que son los mismos personajes los que deben luchar por sus vidas y no confiarse a los designios de su creador.
 
La realización de ROSCOE MOSCOW” (durante 1979-80) trajo interesantes aportaciones que el escritor británico luego reutilizaría. Sobre todo, la serie entera se impregnó del terror ante la amenaza del apocalipsis atómico de la Guerra Fría, quedó muy claro en numerosas entregas aunque fuera lanzado entre dosis de humor. Dicho miedo sería el motor del argumento, y a los que hayamos leído Watchmen seguro que nos sonará de algo.

 
Deteniéndonos en la serie, el primer episodio individual que nos puede interesar es el de título “Roscoe el Bárbaro”. Ahí ridiculiza particularidades de los cómics de fantasía heroica. Moscow en estado delirante es enviado a rescatar de un dragón a una dama que es su propia mujer y ante la que se avergüenza cuando lo ve así en paños menores, incluso a pesar de su locura. Además, lleva una espada mágica llamada “Despreciaportadores” que lo denosta con rabia. Moore ha confesado en entrevistas que no le apasiona Conan y mucho de esta opinión desfavorable lo veremos en la posterior “Smax”, dentro del ciclo Top Ten en ABC Comics.
 
Los cómics bélicos también tendrán su réplica en el capítulo de 1 de septiembre de 1979. Refleja lo injustificable de la guerra y cómo en ella se toman aliados entre gente con pericia pero de dudosa honradez con tal de lograr la victoria. No es difícil reconocer aquí símiles superheroicos a Nick Fury o al Capitán América, y por supuesto constituye un antecedente del personaje Comediante de Watchmen.

 
Prueba de que estaba explorando estudios psiquiátricos y en concreto las manchas de Rorschach, que motivarán uno de los héroes más reconocibles de Moore, son las viñetas que dedica al doctor Zoltan Von Zigoto.

 
Probablemente la página más importante de todo esta saga sea la del 3 de noviembre de 1979, cuando Roscoe visita un bar donde se dan cita viejos campeones americanos, y se exhiben como un colectivo con nombre ridículos (Green Letrina, Plastilina Man la Polla Voladora, etc.), ya jubilados y acabados. De hecho, en esa fecha de 1979 ya no tienen cabida en la sociedad, son sólo “un mal chiste”, dirán. Se contraponen a la época dorada en que significaban algo para el mundo, y es sin duda la semilla de lo que años después sería Watchmen. Por otra parte, en los años 90, con los Wildcats para Image, el escritor de Northampton volverá a sacar punta de esbozos manifestados en esta página, donde contemplaremos un local en que supertipos y supervillanos se reúnen pacíficamente para esparcirse.
 
Los supervillanos también serán tratados en Roscoe Moscow, y de ellos resalta que su cliché es que se expresan con diálogos maniqueos, adoptan poses “artríticas” y tienen siempre vicios o discapacidades, porque tradicionalmente en la cultura lo feo se relaciona estéticamente con lo malvado.
 
  Paradójicamente, estas tiras de humor sencillo también contendrán durante dos capítulos seguidos un profundo ensayo sobre la locura inducida por el sistema al individuo y la progresiva implantación de un estado policial para controlarlos. Son viñetas narrativas de ácido humor donde abunda el recurso al texto con una escena que lo ilustra. 
  
Los personajes inestables se volverán algunas de las creaciones más famosas de Alan Moore en el futuro y probablemente estas reflexiones iniciales sobre la perturbación provocada contienen ya el germen de la visión de su mundo superheroico, totalmente en sintonía con su comprensión de la realidad, teorización que más tarde ampliará sobre todo en Watchmen y también en La broma asesina
Si pasamos a otra publicación, la revista Dark Star (1979-1980), tendremos otro campo de labor como autor completo importante aunque no fuera remunerado; en ella encontramos el “Tres-Ojos McGurk y sus Comandos Planetarios de la Muerte”, donde los colegas Steve Moore (guión y entintado) y Alan Moore (dibujos) presentan a un grupo de aventureros espaciales en tono cómico. Por ser páginas que realizaban sin cobrar fueron publicándose en cuatro entregas a lo largo de un año. Cada personaje tenía sus peculiaridades y sus fobias, y si bien se podrían enmarcar en el apartado de grupos de héroes espaciales de las grandes compañías superheroicas, lo más llamativo del conjunto en cuanto al tema que nos ocupa es el esquema de esta secuencia de viñetas que Alan Moore pronto recuperará idénticamente en Watchmen, magistralmente dibujada por Dave Gibbons esta vez (y que nos señala la web “A moment of Moore”):

La siguiente gran obra underground donde podemos bucear en busca de referentes superheroicos es “THE STARS MY DEGRADATION” (Las estrellas mi desatino, 1980-1983), de nuevo para la revista Sounds. Fue una larga y rica trayectoria con enorme carga de aportaciones semanales, en las que no sólo hallamos coincidencias y posibles relaciones con el género al que nos estamos refiriendo, sino que el autor Alan Moore / Curt Vile se esforzó especialmente en parodiar los supertipos que más destacaban en el contexto de aquellos años: el modelo aportado por Chris Claremont en Marvel Comics.
 
Pero, yendo cronológicamente, lo primero que encontraremos serán cameos a uno de los personajes más en boga para los lectores del Reino Unido de aquel entonces: el Juez Dredd, que repartía incondicionalmente su sentido de justicia y que luce aquí como el “Judge Dedd” (que pronunciado sonaría igual que judge dead, es decir, juez muerto).

Algunos episodios después reaparecerá una figura estéticamente similar identificada como capitán de las fuerzas de seguridad del mundo de Bunslott; en el universo del personaje al que alude toda la población es potencialmente capaz de delinquir, así que en Bunslott por contraposición el 80% de sus habitantes se dedica a servicios espía, de policía o vigilancia, una broma que en el fondo adelanta una de las ideas sobre el futuro que nos espera que vislumbra Alan Moore.
 
Algo más inocente aparenta ser Lance Laser, sargento de los Marines Espaciales. Se trata de un personaje presumido y estirado que se basa en Flash Gordon. Sin embargo, embarcado en otras tramas y personajes de interés el autor lo dejará aparcado hasta que lo repesque Steve Moore en su etapa como guionista al frente de esta serie, desviando algo la idea inicial del aventurero espacial.

 
Bastantes años pasarán hasta que el creador de Northampton eleve sus impresiones de pornografía a la categoría de obra arte, con “Lost Girls” junto a Melinda Gebbie. Pero ya en estos inicios desde el humor llegó a incidir en formas de sexualidad. Lo prueba el encuentro amoroso entre los Marines Espaciales y los vegetales del Planeta de los Vendimios, que poderosamente nos recuerda a la apasionada y colosal relación entre La Cosa del Pantano y la chica Abby para DC.

Por razones de no tener tiempo para preparar un guión y de paso para expresar su estado de ánimo, el propio Moore / Vile se introduce en diversas ocasiones dentro de las historias que cuenta. Esto se da a veces en el underground, como nos muestra a menudo Robert Crumb (si bien él se hacía parte importante de la misma narración). El caso es que esas situaciones en Moore son disparatadas, tronchantes y se impregnan de absurdo; además hace lugar en un par de ellas a su particular homenaje al personaje “El Vigilante” de Marvel, aquel que todo lo ve pero que no interviene, no se moja. La caracterización que hace nos desvela los sinsentidos que ve al auténtico (y al que ostenta el poder en general), y su ingenioso monólogo merece la pena ser leído por todo marvelófilo que se precie. Sobre todo nos fijamos en el libro que porta cuya pasta arroja frases como “Voyeurismo para omniscientes” o “La omnisciencia como herramienta al chantaje”.

 
Continuando con el repaso Marvel, los acontecimientos en la serie “The Stars” vendrán astutamente siendo guiados mientras avanza 1981 para convertir a los personajes protagonistas en una contestación directa a los X-Men de Claremont que triunfaban en aquellos años. Se producirá un enfrentamiento entre los payasos cósmicos de Moore y las parodias marvelianas que durará 7 entregas y que nos aportará jugosas opiniones sobre el tipo de concepto de superhéroe que estaba arrasando: “una panda de bastardos guerrilleros sobreexplotados”, dictan estas viñetas. Por supuesto, los X-Men de Moore son tan patéticos que serán barridos por el grupo de Pressbutton y Dingbunger.
 
Tenemos a WARFARIN, parodia de Wolverine (Lobezno). Lo introduce como “alguien que mata ratas y que debería estar fuera del alcance de los ñiños” (la warfarina es un tipo de veneno). COLESTEROL, réplica de Coloso, “puede transformar su cuerpo en producto lácteo” y “también es conocido como ‘la montaña soviética de manteca’”; éste hará un insoportable paréntesis en su combate, con una larga perorata que nos deja puntillosos análisis sin desperdicio: “¡Da! ¡No todo es pow-sock-wham para nosotros los superhéroes contemporáneos, tovarich! ¡somos gente real! ¡pensamos! ¡sentimos! ¡¡echamos de menos el hogar!! [...]Ahh, cómo echo de menos la inolvidable desolación de mi ucraniano lugar de nacimiento... cómo echo de menos las balalaicas, la triste y lastimera canción de los barqueros del volga...Ahora echo de menos la belleza escénica de las minas de sal, ¡la paternal preocupación de la policía secreta! cómo echo de menos la camaradería de la cola de la panadería, la constante novedad de las sorpresivas purgas... ¡Y luego está el amor de mi vida! ¿cómo podría decirle a mi querida Kutie cuánto la amo... cuánto ansío abrazarla, arrancarle sus ropas en un loco arranque de pasión? Nyet.. No puedo... Al menos, no hasta que ella tenga catorce...”
 
Luego tenemos al cameo de Tormenta, con SCORN (Cornamenta), que es la Maestra Mutante del Sarcasmo, cuya “lengua ácida puede matar”. Representa una crítica a la superheroína pretendida como mujer liberal cuando, en opinión de Moore, no es más que una feminización sólo estética del arquetipo masculino.

CURBCRAWLER, Rondador Aflojado, es el teleportador de los Ex-Men, aunque aquí se insiste en que se encuentra marginado no a causa de su mutación, sino de las horribles flatulencias que provoca al viajar (este olor es un elemento literal tomado del personaje original).

LA MIRADA es el líder del equipo y un presuntuoso. Pretende arreglarlo todo lanzando sus “¡zark!”, y lleva una chapita en el pecho que va cambiando una y otra vez lanzando mensajes optimistas e imágenes conciliadoras (como la que llevará el Comediante). En este caso y en los anteriores, todo el tiempo, se realiza homenaje y ridiculización al mismo tiempo de personajes importantes para el género de superhéroes; se admira y se lleva al absurdo sus ideas. ¿Es ésta la marca Moore de analizar y hacer avanzar al género? Creemos que sí.


 
En una entrevista de 1982 (revista Warrior nº2), Alan Moore / Curt Vile comenta:”Hay una gran tradición de sátira en Inglaterra y creo que yo soy parte de ella. Y también es simplemente mezquina maldad y completa envidia. Este tipo, Chris Claremont, posee una colección de Premios Eagle y yo no tengo ninguno. No hay justicia en eso. No obstante, debo admitir que su forma de escribir no me enamora, y pensé que había suficientes cosas absurdas en ella como para hacer algún recorrido con algo de ataque barato y humor vulgar. Lo difícil del asunto fue que los mismos X-men de hoy día parecen ser en sí más una parodia de sí mismos, así que resultó difícil parodiarlos más.”
 
Todavía una vez más se volverá a aludir en la tira “ THE STARS MY DEGRADATION” a personajes de Claremont, con la Dodo Oscura (inspirada en la Fénix Oscura). En este caso, aunque los dibujos los realiza siempre Alan Moore, el guión será de Steve Moore. No se lleva la parodia tan allá hasta el punto de desmenuzar la caracterización y ver desnudos todos sus elementos, sino que se opta por hacer una auténtica lucha entre dioses, entre la Dodo Oscura y Despegado Simpson (en los años de los 80 Frank Miller ya había observado que las peleas debían producir consecuencias, la violencia debía mostrarse como es, cruda y peligrosa, para no convertirse en un mero espectáculo saltimbanqui que elogiara la agresión). Todas las posibilidades que da el enfrentamiento entre seres tan extraordinarios da pie no sólo a mamporros, sino a una curiosa simbiosis de color, formas y alteraciones de la realidad. Este elemento lo volverá a dibujar magistralmente Alan Davis en un capítulo del Capitán Britania. NOTA: ambas ediciones se publicaron en blanco y negro, si bien el recoloreado actual nos ha dado idea de las enormes posibilidades que abría a la imaginación el dibujo a línea.
Como vemos, hay muchísimas referencias al mundo de los cómics en general y superheroico en particular poblando las páginas, pero para culminar el análisis de la serie ‘THE STARS’, apuntamos estos detalles que nos resultan destacados:
La tensa escena en que un Axel Pressbutton robótico observa un encuentro amoroso de su ama, Mysta Mistralis. Sin duda, enfocar en esta escena el punto de vista hacia algo animado pero despersonificado y centrar la atención en sus posibles reacciones de odio, celos o violencia produce un efecto terrorífico, que no evoca una única sensación. Se trata de un logro que reprodujo de nuevo en Tom Strong, cuando el mayordomo artificial Pneuman contempla la concepción del héroe al que acompañará fielmente toda la vida.
 
Una de las aportaciones que Alan Moore hará a los WildCATs de Jim Lee en los 90 será Maxine, una chica violenta y directa con implantes cibernéticos. Sin duda evoca a Axel Pressbutton, pero es que ya en el especial navideño “La prometida de Pressbutton” habíamos visto a Carburetta, un personaje femenino de parecido mucho más asombroso. E insistimos en que aún nos dejamos pequeños guiños, como por ejemplo la destrucción urbana que producen los superhéroes. Hay tantos más como quisiera el lector meticuloso acercar su zoom:

 
A partir de 1983 el de Northampton trabajará de lleno en la industria mainstream de superhéroes, periodo que como sabemos proporcionará una digna evasión además de hacer historia en el género, aunque mientras tanto todavía sacará algún tiempo para retomar su underground en forma de pequeñas apariciones. 
 
En ellas se mofa o saca punta de los tics que veía que podían dar que pensar a los lectores del género. No nos olvidamos de “GRIT!” (¡Coraje!), historia con guión de Alan Moore y dibujos de Mike Collins publicada en la revista The Daredevils nº8. Hablamos de “Dourdevil (se traduce como ‘arisco’), el Hombre sin Sentido del Humor”. Tenemos a un vigilante urbano y solitario calcado de Daredevil, repasando todos los sinsentidos de sus villanos y amoríos: el estado de locura y violencia desatada en que se encuentran los tipos con un gran poder (Pigseye, de nuevo ensayando la locura en sus personajes) o la absurda situación de que dos personas no puedan estar juntas -e incluso se peguen- porque se quieren (Erektra).
También resalta que en las ilustraciones de las historias que tenemos en el mercado normalmente “las casas están hechas de pan de jengibre y llueve helado de pistacho” cuando en realidad la ciudad “es sombría, y cruda, y realista. Hay grandes edificios oscuros con pocos rectángulos claros, y torres de agua, y tapas de alcantarillas y montones de otros crudos temas [...]Esta ciudad es una trampa mortal, un acto suicida”. Estas afirmaciones no sólo trasladan los escenarios del maestro Eisner al mundo superheroico, sino que adelanta los conceptos urbanos de obras como Watchmen (recuérdese el impactante texto de la 1ª página: “Las calles son arroyos y los arroyos están llenos de sangre... y cuando los desagües se atasquen, todos los gusanos se ahogarán. Toda la inmundicia de su sexo y violencia hará espuma a su alrededor, y todos los políticos y las prostitutas mirarán arriba y gritarán: ¡sálvanos!”). En este trabajo en particular Moore también encontraremos fugazmente algún detalle que parece directamente extraído de su época underground:

 
Hasta aquí hemos presentado una buena colección de relaciones entre los superhéroes y el underground de Alan Moore. No dudamos que en el futuro puedan apuntarse algunas más que resalten la importancia del tema, y éste desde luego está abordado en el material de la BibliotecaEMBRYO que pormenorizadamente estudiamos. En conclusión, no siempre la crítica debe tomarse como destructiva y no siempre la broma es burla. Se establecen relaciones de complicidad y responsabilidad en todos lo que alguna vez han amado un campo tan peculiar dentro del medio cómic que pueden esconder deslumbrantes ideas dentro de apreciaciones amargas. Sea por medio del autor que sea, y se diga lo que se diga, el género de los superhéroes seguirá sus caminos mientras haya lectores que se ilusionen y apasionen con sus historias.


BIBLIOTECA UNDERGROUND de ALAN MOORE consultada:

-“ANON E MOUSE”, periódico Anon. Northampton, 1974-75.

-“SAN PANCRAS PANDA” Y TODO ALAN MOORE EN BACK STREET BUGLE, periódico Back-Street Bugle. Oxford, 1978-79.

-REVISTA DARK STAR. Reino Unido, 1979-80

-“ROSCOE MOSCOW en: ¿Quién mató al Rock ‘n’ Roll?”, revista Sounds. Reino Unido, 1979-80.

-“THE STARS MY DEGRADATION”, revista Sounds. Reino Unido, 1980-83.

-“GRIT!”, revista The Daredevils nº8. Reino Unido, 1983. 

1 comentario:

WOLFVILLE dijo...


¡Espectacular es decir poco!