De Antonio Altarriba al guión y Kim por el apartado gráfico, creo que nos es obligado hacer reseña de este elogiado trabajo de la historieta española de comienzos del siglo XXI. La historia narra la biografía del padre del guionista, desde su infancia en Peñaflor, pueblo de Zaragoza, hasta su suicidio en 2001 en La Rioja, cuando se lanza al vacío desde la cuarta planta, en pleno uso de sus facultades mentales. Con pretensión de comprender las razones que le llevaron a tomar tal decisión, el hijo –según comenta Antonio Martín en el prólogo, bastante afectado por el suceso- tras sus propias vivencias y unas notas a modo de diario que había dejado el padre es el que se pone en la piel del éste, hasta el punto de narrar en primera persona su vida buscando argumentos que sacien su dolor y le ayuden a aceptar la pérdida (cita: “desciendo de mi padre, soy su prolongación y, cuando todavía no había nacido, ya participaba, como potencial genético, de todo lo que le ocurría [...] lo que sé de su vida es porque, como he dicho, yo estaba en él o, quizá era con él y ahora, una vez muerto él está en mí”.
Tras una introducción en la que se cuenta el suicidio, la trama del cómic se desarrollará en cuatro capítulos, todos relacionados con los momentos claves en la vida de Antonio Altarriba padre: “3ª PLANTA 1910-1931, EL COCHE DE MADERA”, “2ª PLANTA 1931-1949, LAS ALPARGATAS DE DURRUTI”, “1ª PLANTA 1949-1985, GALLETAS AMARGAS” y “SUELO 1985-2001, LA MADRIGUERA DEL TOPO”. Estos trazos constituyen un lienzo en el que Altarriba desenvuelve su vida, llevado por el deseo de salir de la miseria, de “volar”, para lo que irá tomando muchas decisiones, la primera abandonar su pequeño pueblo natal en busca de otra existencia, y otras como alistarse en el bando republicano. lo que marcará sus pasos hasta su vuelta resignada a España. Continuamente vemos a un personaje optimista, vitalista, que quiere y no puede, pero siempre lo sigue intentando a pesar de los contratiempos, las pérdidas. Se trata de un relato largo, y nos da tiempo a ver cómo el protagonista madura, lucha y cambian las circunstancias, hasta el punto de ir comprendiendo en cierto modo sus frustraciones. El Arte de Volar es también un fresco de Historia, de un trozo de ella, en el que quizás nos hace falta información porque no todo está contado, pero supone un acicate para ir corriendo a las enciclopedias a comprender mejor las desavenencias que este hombre sufrió y puede que al mismo tiempo nuestros bisabuelos, abuelos o padres.
Kim está muy correcto. Un dibujo sencillo, de línea fina matizada con grises, que por lo que conocemos, había usado habitualmente en tono caricaturesco para la serie Martínez el Facha de El Jueves, con otro cariz más serio aquí. No siendo demasiado realista, con un estilo aparentemente vago y particularmente impreciso en los rostros pero sí muy documentado, dinámico y que cumple a la perfección con el encadenamiento de la historia. No hay ninguna viñeta o página para enmarcar y sin embargo con el avance de la lectura comprendes que el dibujo te hace sentir junto con los personajes, y que ya no querrías en esta historia que se hiciera de una manera “mejor”.
Sin duda, en nuestra opinión, este libro no debería considerarse una biografía como tal; por sus implicaciones es más bien una llaga abierta de la relación de un hijo con su padre, la nostalgia por intentar comprenderlo. Aflicción que se transmite porque intuimos que pese a que el guionista pretende con gran naturalidad los sucesos hasta ese destino inevitable, la rotundidad con que se presenta la muerte acaso nos sobresalta, llena de melancolía, nos transmite la distancia que siente el vástago que no tiene hermanos y que fue tardío -le separa bastante edad de su padre. Por tanto la historia conmueve, es muy sentida hasta casi hacernos ruborizar, una confesión tan prodigiosa y personal que bien podría ser un secreto de familia, pero que al hacerlo público nos hace a todos los lectores confidentes con tal pasión que nos involucra. Habrá que estar atento a la futura publicación de otras obras de estos autores, porque los trabajos tan personalísimos encasillan mucho, ahí tienen una difícil tarea.
Tras una introducción en la que se cuenta el suicidio, la trama del cómic se desarrollará en cuatro capítulos, todos relacionados con los momentos claves en la vida de Antonio Altarriba padre: “3ª PLANTA 1910-1931, EL COCHE DE MADERA”, “2ª PLANTA 1931-1949, LAS ALPARGATAS DE DURRUTI”, “1ª PLANTA 1949-1985, GALLETAS AMARGAS” y “SUELO 1985-2001, LA MADRIGUERA DEL TOPO”. Estos trazos constituyen un lienzo en el que Altarriba desenvuelve su vida, llevado por el deseo de salir de la miseria, de “volar”, para lo que irá tomando muchas decisiones, la primera abandonar su pequeño pueblo natal en busca de otra existencia, y otras como alistarse en el bando republicano. lo que marcará sus pasos hasta su vuelta resignada a España. Continuamente vemos a un personaje optimista, vitalista, que quiere y no puede, pero siempre lo sigue intentando a pesar de los contratiempos, las pérdidas. Se trata de un relato largo, y nos da tiempo a ver cómo el protagonista madura, lucha y cambian las circunstancias, hasta el punto de ir comprendiendo en cierto modo sus frustraciones. El Arte de Volar es también un fresco de Historia, de un trozo de ella, en el que quizás nos hace falta información porque no todo está contado, pero supone un acicate para ir corriendo a las enciclopedias a comprender mejor las desavenencias que este hombre sufrió y puede que al mismo tiempo nuestros bisabuelos, abuelos o padres.
Kim está muy correcto. Un dibujo sencillo, de línea fina matizada con grises, que por lo que conocemos, había usado habitualmente en tono caricaturesco para la serie Martínez el Facha de El Jueves, con otro cariz más serio aquí. No siendo demasiado realista, con un estilo aparentemente vago y particularmente impreciso en los rostros pero sí muy documentado, dinámico y que cumple a la perfección con el encadenamiento de la historia. No hay ninguna viñeta o página para enmarcar y sin embargo con el avance de la lectura comprendes que el dibujo te hace sentir junto con los personajes, y que ya no querrías en esta historia que se hiciera de una manera “mejor”.
Sin duda, en nuestra opinión, este libro no debería considerarse una biografía como tal; por sus implicaciones es más bien una llaga abierta de la relación de un hijo con su padre, la nostalgia por intentar comprenderlo. Aflicción que se transmite porque intuimos que pese a que el guionista pretende con gran naturalidad los sucesos hasta ese destino inevitable, la rotundidad con que se presenta la muerte acaso nos sobresalta, llena de melancolía, nos transmite la distancia que siente el vástago que no tiene hermanos y que fue tardío -le separa bastante edad de su padre. Por tanto la historia conmueve, es muy sentida hasta casi hacernos ruborizar, una confesión tan prodigiosa y personal que bien podría ser un secreto de familia, pero que al hacerlo público nos hace a todos los lectores confidentes con tal pasión que nos involucra. Habrá que estar atento a la futura publicación de otras obras de estos autores, porque los trabajos tan personalísimos encasillan mucho, ahí tienen una difícil tarea.
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