viernes, 18 de noviembre de 2011

HECHIZO EN NORTHAMPTON. CAPÍTULO 1: TIERRA (años 50)


BIO-LOCALIZACIÓN: PARTE 2, PARTE 3, PARTE 4, PARTE 5, PARTE 6


ALAN MOORE nació el 18 de noviembre de 1953 en Northampton, ciudad del centro de Inglaterra que dista algo más de 100 Km de la capital, Londres. Es el primogénito de una familia humilde que el autor asegura ha vivido allí desde hace generaciones, para lo que ha reunido a lo largo de su vida una amplia documentación. Conoce todo su árbol genealógico hasta 1600 así como la historia de cada pariente en particular y de la ciudad en general, cuya presencia como asentamiento consolidado en el país la data anterior al imperio romano (que es la primera huella reconocida por las enciclopedias en general). Esta obsesión con el territorio será una constante en su trayectoria vital y creativa, pues nunca ha vivido en otro lugar y además se siente muy orgulloso de su carácter de comunidad autosuficiente, otorgado a su juicio “por la influencia de los Hugonotes”, de quien afirma tener un ascendiente por parte de padre. Es evidente que esta insistencia en Northampton propone un incentivo de promoción sobre la urbe, pero en el presente artículo queremos rastrear además la influencia que la misma ciudad ha podido ejercer sobre el escritor inglés, a lo que nos dedicamos en los siguientes textos.

El trazado histórico actual en Northampton procede del Medievo y se organizaba en torno al Castillo de Northampton, que en ocasiones incluso se constituyó como la sede de la corte del Rey de la nación. Asimismo, siempre ha sido la cabeza visible de su territorio, el condado de Northamtonshire, aunque la urbe fue destruida hasta en dos ocasiones, por sendos incendios (1516 y 1675). Otro factor que derivó su carácter actual fue su papel durante la Guerra Civil Inglesa en el siglo XVII, cuando la ciudad dio apoyo a los Parlamentarios, partidarios de eliminar la figura de reyes y papas. En este conflicto, la población se especializará en la fabricación de calzado para las tropas, hecho que tendrá relevancia en la economía futura.

A modo de castigo por su posicionamiento en la guerra, el rey Charles II mandó derribar las murallas de la ciudad y el castillo. Sin embargo, esta destrucción de la configuración urbana original dio paso a una idea de ciudad con un plan establecido al estilo de las ciudades ilustradas europeas, es decir, otorgando mayor amplitud y saneamiento a sus espacios (ventilación, iluminación para los edificios, simbiosis con la vegetación), lo que llevó a realzar su imagen. Su belleza cautivó a intelectuales de la época como Daniel Defoe, que dijo que era “la ciudad más hermosa en toda esta parte de Inglaterra”.

En un inciso dentro de esta averiguación histórica, remarcamos que Inglaterra es el más extenso entre los miembros del Reino Unido. Está compuesto por una serie de divisiones administrativas, que de escala mayor a menor son: regiones, condados, distritos (boroughs o cities) y parroquias. Entre ellas nos detenemos en el marco de los condados, que representarían zonas que históricamente han adquirido algún tipo de identidad o coincidencia y suponen la primera referencia para la gestión local. El siguiente escalón de administración serían las poblaciones de más de 5000 habitantes. De este modo, aclaramos que estamos situados en el condado de Northamptonshire y en la ciudad de Northampton, la de mayor población dentro de él.


Con la Revolución Industrial, la economía local se especializa en la industria del calzado y el cuero, que trajo prosperidad económica. A principios del siglo XIX llega el ferrocarril, cruzando Northampton de Norte a Sur y conectándola con dos grandes ciudades –Birmingham y Londres- por medio de la línea West Coast Main. La estación de la localidad se emplaza sobre los restos del antiguo castillo, pasando ésta a denominarse “Northampton Castle Station” e incluyendo en el diseño de sus cerramientos la restauración de una puerta de la fortaleza. Moore dirá al respecto: “Ahora en este lugar se levanta la Castle Station, la puerta de atrás del castillo, a la que se cambió de sitio, se muestra como el único fragmento que queda del anterior edificio al igual que si se tratara de la oreja de un hombre muerto cuyo asesino guardó como recuerdo”.Otros restos del edificio histórico quedaron esparcidos por St Andrews Road, la calle paralela a las vías.
Desde 1837 hasta 1901 tendrá lugar el reinado de Victoria I y supondrá la época del imperialismo británico, traducido en una época de bienestar y desarrollo cultural general, al menos para el país. A modo de ejemplo, decir que los habitantes de Northampton aumentaron desde 7.000 en 1800 hasta 87.000 un siglo después. El poderío económico se refleja en la misma arquitectura que poblaba la ciudad, unos potentes caseríos de entre dos y tres plantas, de ladrillo visto y tejado inclinado de tejas, chimeneas con presencia y en general aportando la imagen de la calle un perfil severo pero con porte elegante y pretensiones de crear un estilo para la ciudad.


Poco a poco la economía fue decayendo en la zona, pero a mediados del siglo XX, tras la Segunda Guerra Mundial hubo un nuevo impulso económico y motivó la emigración de poblaciones rurales hasta la ciudad en busca de trabajo. De allí procedían Ernest Thomas Moore y Sylvia Doreen Mallard, que contrajeron matrimonio en 1952. Una vez casados, el matrimonio fue a vivir a St Andrews Road, calle dentro de The Boroughs, el sector más antiguo e insalubre de la ciudad, construido sobre una zona de colinas y siguiendo trazados que respondían al sistema de fosos y fortalezas que rodeaban el castillo histórico. Arriba adjuntamos un mapa de la ciudad (representado durante los años 50) y otro de detalle del distrito de los Boroughs; en éste señalamos los lugares más reseñables por donde se movía la familia Moore. La zona estaba poblada por gente trabajadora y pobre entre los que muy pocos sabían leer y/o escribir. La palabra “borough” se puede traducir al castellano como “burgo”, concepto urbanístico con sentido positivo, para el barrio nacido en la Baja Edad Media más allá de las murallas y otros elementos de control militar, y donde se fue asentando una población que florecía económicamente; pero según teorías de corte popular, en Inglaterra el nombre de la zona deriva de la palabra inglesa “burrows” (madrigueras), que hace alusión al fuerte crecimiento de la población residente, que -al ser de clase económica baja- se decía peyorativamente que se extendían “como conejos”.

En la imagen aérea sobre este párrafo, un vuelo desde el norte, podemos observar las zonas de Spring Boroughs y Semilong en el centro a la derecha de la foto, así como la vía ferroviaria y la avenida de la Northampton Castle Station, que continúa a modo de ronda viaria por el centro histórico, pasando junto a los depósitos de la compañía local del gas.

La casa donde vivían los Moore en St Andrews Road era uno de esos señoriales inmuebles de la época victoriana, un caserón de ladrillo visto, cubierta inclinada y patio ajardinado delantero (o con espacio para alojar una composición de macetas). Como la mayoría de estas edificaciones, poseía dos plantas y la chimenea se constituía como el elemento organizador del conjunto, una imagen bastante neutra y determinada por la repetición del módulo de la ventana. La residencia Moore quedaba emplazada justo frente a la estación de tren de Northampton, y aunque aún conservaba su porte histórico ya se encontraba ajada por los años; precisamente, Moore dirá que dentro “olía a humedad, a vejez y a manzanas rancias”.

Las edificaciones del área pertenecían al Consejo Local (ayuntamiento de la ciudad), que las concedía a las familias desfavorecidas a cambio de un pequeño alquiler. Aunque se encontraban lejos de los estándares arquitectónicos de higiene de la época, pues no disponían de aseo dentro de la casa, sí tenían electricidad, pese a que esto no fuera lo más común en la zona, que aún era iluminada por farolas de gas. Allí convivió la familia: los padres, los dos hijos del matrimonio y la abuela materna, Clara Elizabeth (durante los primeros años también unos tíos y primos, en total siete personas más). La abuela paterna de los Moore vivía sola, pero cerca de ellos, en la misma barriada. Los otros familiares terminaron por instalarse también por la zona y con ellos los Moore irían a misa o a reunirse en los locales de ocio cercanos. Alan describe aquel ambiente como “un área incolora, triste y monocromática, y con oportunidades limitadas”.

El pequeño Alan fue bautizado en la Iglesia de San Pedro de Northampton a los cuatro meses de edad, y las vidas de su familia se desenvolverían en sus primeros años bastante en torno a aquella institución religiosa (católica) y al pub Old Black Lion que se encontraba al lado.

Su progenitor, Ernest Thomas, siempre hizo trabajos físicos. Aunque de pequeño tenía habilidad especial para las matemáticas, su familia sólo se pudo permitir pagarle los gastos para que aprendiera a leer y a escribir. Enseguida tuvo que ponerse a trabajar para traer dinero a casa, aunque esto no le hizo minusvalorar los estudios, sino que era una persona que –dirá su hijo- “valoraba ferozmente la inteligencia”. Encontró un puesto en una fábrica de cerveza de Northampton, y años antes de jubilarse tuvo que emplearse cavando agujeros para la compañía eléctrica. En su tiempo libre leía mucho, le encantaban los libros sobre antropología, en especial sobre las tribus de África o Sudamérica. A veces esta afición motivaba que se centrara demasiado en la lectura y no expresara demasiado sus sentimientos, o al menos así es como su hijo mayor lo sentía. Sylvia Doreen, su madre, estaba contratada en una imprenta local. Aunque sabía leer y escribir, no leía apenas nada. Su afición era hacer punto, y Alan la recuerda más cercana a los intereses de sus hijos. Tanto Ernest como Sylvia se habían criado en las áreas rurales alrededor de la urbe, como ya dijimos más arriba.

Como los padres trabajaban, el cuidado de los niños lo hacía la abuela materna, Clara Elizabeth, que cuenta el propio Alan que era muy supersticiosa y religiosa. Alan nació sordo del oído derecho y casi sin vista en el ojo izquierdo. Mike tenía tres años menos que Alan, y era más atractivo físicamente, lo que ponía al hermano mayor muy celoso; pero también cuenta de su hermano que siempre era muy gracioso y a la vez muy ingenuo, y que cuando era más pequeño le encantaba aterrarlo con historias de miedo que creía siempre a pies juntillas. Por otro lado, Mike y Alan nunca tuvieron muchas aficiones comunes, pues a Mike le gustaba el fútbol y en general sus intereses eran los convencionales de su generación. En cierto sentido, Alan se sentía diferente de su familia; un ejemplo de ello ocurría durante las noches, pues mientras toda su familia se reunía alrededor del televisor sin hablar nada, él aprovechaba estos momentos para encerrarse en alguna habitación y disfrutar de la tranquilidad de escribir o dibujar. Alan se define como un niño “muy verbal, muy locuaz, siempre pinchando sobre algún loco asunto – yo era raro”.

Una anécdota de la época de su niñez que conmovió a Alan fue cuando una prostituta vecina de ellos y “más pobre que una rata”, se acostó con un desconocido para darle el dinero a su abuela paterna para que comprara comida, un día que él y su hermano se quedaban a comer.

La clase obrera en general tenía muchas esperanzas puestas en que sus hijos estudiaran, y que recibieran una buena educación; en suma, albergaban grandes expectativas de ascender socialmente. Bien se iniciaron los pequeños de los Moore en este deseo de sus padres, pues les enseñaron a leer antes de iniciar su vida escolar. A los 5 años Alan comenzó el colegio y además se hizo socio de la biblioteca local de Abington; recuerda que el primer libro que escogió se titulaba ‘The Magic Island’, y desde entonces adquirió una gran afición por la lectura, que le encantaba, sobre todo los libros que adaptaban para niños la mitología griega, romana o nórdica. Para él, leer le abría un universo diferente, mágico, que podía anexionar a su realidad y le hacía escapar a las limitaciones que le imponían sus orígenes; en sus palabras: “en el mundo real hay ciertas cosas que no vas a ver en tu camino al colegio cada mañana”.

También compraba y leía las historietas humorísticas británicas de la época que se vendían en los quioscos, presentadas en distribuciones algo dispersas. Por ejemplo, leía ‘Topper’ y ‘Beezer’, pensadas para la clase trabajadora y ambientadas totalmente en su mundo (decía que “iban de niños como él pero a los que sus padres les zurraban”), lo que no le proporcionó más que el interés por el dibujo, pues no le permitían trascender más allá de sus restricciones.

Otra de sus aficiones de infancia era jugar con otros niños en los campos de escombros alrededor de las vías del tren y de su área en general, que le parecían “junglas excitantes”, y cuenta en una anécdota que un día enterró un tarro con insectos vivos y cuando volvía a casa se volvió a desenterrarlos, tremendamente afectado por haber querido proporcionarles una muerte tan horrible (lo que en el futuro le inspiraría, en parte, su obra “Un pequeño asesinato”).

Su escuela se llamaba SPRING LANE PRIMARY SCHOOL. Era un centro mixto, en el que todos eran llamados por sus nombres de pila, destaca. Pronto, Alan se mostró como el alumno más destacado de su grupo, lo que le hacía sentir especial e importante. Recuerda que los libros te texto que seguían se llamaban “Billy Bunter Books”, una serie de novelas sobre un personaje nacido en los periódicos en 1908. Se trataba de un chico obeso y travieso, que estudia en la escuela privada inglesa (llamada, curiosamente, ‘public school’) y con su humor, por un lado, suaviza la severidad de estos centros, y por otro, los fracasos de sus tropelías otorgan una enseñanza moral. Y ahí estaba todo el conocimiento que aquellos estudiantes podían obtener dentro de este colegio. La parte favorita para Alan en cada lección era la composición: escribir redacciones o realizar historias.


En Northampton nadie conocía o leía cómics americanos. A los 7-8 años, Alan los descubrió en la Plaza del Mercado, un singular espacio urbano en forma de L muy cerca de su casa en The Boroughs. Allí tenía cabida un mercado al aire libre, celebrado desde la época romana y aún hoy con gran vigencia en la vida de la ciudad, y que supone el espacio abierto para este fin más amplio y más arraigado de toda Inglaterra. Cada miércoles o sábado había una oportunidad de ver los cómics de los Estados Unidos que colgaban de una pinza en los tenderetes. No habían sido editados en el Reino Unido, sino que eran números de segunda mano importados. Había de dos tipos: de superhéroes y la revista Mad. No tenía mucho dinero, así que optó en principio por comprarse los primeros, más baratos, y que le llamaban la atención porque eran en color (los ingleses se editaban en blanco y negro) y por mostrar en la portada personajes de aspecto fascinante, que volaban o lanzaban rayos como los seres mitológicos que tanto le gustaba leer. Los primeros que encontró fueron de Flash y Batman, y como eran números sueltos al azar presentaban discontinuidad, así que se divertía rellenando él mismo los huecos en el argumento. En el futuro próximo, la Plaza sería uno de los principales lugares en los que se surtiría de los más variados cómics.

Las lecturas de Alan Moore también fueron nutridas desde temprana edad por “montones y montones de libros que sacaba de la biblioteca”. Principalmente de ciencia ficción y de fantasmas, tanto las historias inglesas clásicas como las de autores tales como M.R. James, H. Russell Wakefield o Algermon Blackwood, entre los que destaca (asumiendo que deja muchos atrás).

Según el sistema educativo británico de aquella época, a los 11 años hacían una prueba llamada ‘Eleven Plus Exams’, y ésta determinaba quién podía seguir estudiando. Como era de esperar, Alan hizo bien ese examen y tuvo la oportunidad de continuar sus estudios. Su siguiente etapa escolar tuvo lugar en la NORTHAMPTON GRAMMAR SCHOOL, un centro sólo para chicos y que en principio le dio la impresión de un lugar “pijo”, en sus palabras. Otro aspecto que no le gustó era el régimen estricto que imponía el director, que había trabajado antes en la enseñanza privada e implantó algunas de las costumbres que adquirió allí. Así, todos los niños eran llamados por sus apellidos y además debían llevar uniformes idénticos. Pronto, descubrió que sus compañeros eran todos de clase media y por tanto de un nivel económico mayor que el de su familia, de clase obrera. Habían llegado allí no tanto por su inteligencia sino porque habían recibido una mayor preparación en la enseñanza de pago; sabían muchas más matemáticas, lengua o latín que él. En corto plazo, Alan no pudo seguir el ritmo de la clase, pensaba que le faltaba una base y eso le hizo sentir muy frustrado, se dio cuenta que él no había tenido las mismas oportunidades. Sus notas bajaron estrepitosamente, hasta ser de las peores de la clase, y su ego sufrió un shock, pues estaba acostumbrado a destacar desde siempre. Poco a poco, se fue desmotivando hasta perder el interés en el estudio académico.


ÍNDICE DE “ALAN MOORE Y NORTHAMPTON”

2 comentarios:

antonio santos dijo...

Jo, macho, te lo has currado. Estás volviéndote un experto en el Dios Demonio de Northampton. Tendremos que recurrir a ti para contrastar datos. ¡Felicidades!

Maese ABL dijo...

Antonio, qué pasa?

Te agradezco tu elogio. Este estudio era el paso lógico dentro de la atención que este año había dedicado por aquí a este autor, y lo he aprovechado para abordar el género de la BIOGRAFÍA, que me parece necesita algo más de atención en el mundo del Cómic y que yo veo que desde hace mucho ya hacen otras materias como la Literatura, la Música, la Historia, etc. para trascender a una escala mayor en la Cultura.

Por supuesto, quedo a tu disposición (aunque dudo que yo posea más conocimientos que tú). No obstante, te digo que aún quedan por llegar varias entregas más en esta sección, así que por aquí podrás seguir ampliando sobre mi visión del tema para llegar –es el objetivo- a abordar los comentarios de las novelas de Alan Moore.