viernes, 25 de noviembre de 2011

HECHIZO EN NORTHAMPTON. CAPÍTULO 3: SAVIA (finales 70- principios 80)

ÍNDICE DE “ALAN MOORE Y NORTHAMPTON”

BIO-LOCALIZACIÓN: PARTE 1, PARTE 2, PARTE 4, PARTE 5, PARTE 6


Pese a haber iniciado una vida más “formal”, por estos años Alan Moore continuaba su intenso contacto con la gente del fandom británico, participando en fanzines y asistiendo a las convenciones de cómic inglesas. Dave Gibbons recuerda que Steve Moore era el que fue presentando e introduciendo a Alan al resto de la gente del mundo del cómic inglés, y que él personalmente lo llamaba “el amigo raro de Steve Moore”. Aparte de este contacto, el propio Alan fue a su vez colaborando con diversas publicaciones de aficionados.

En 1977 tenía 23 años y empezó a asaltarle la idea de que no quería quedarse a vivir siempre en su nuevo barrio de recién casado, Blackthorne, amparándose sólo en la seguridad económica. Creía que para una persona no debía haber un techo de lo que se podía ser o hacer. Su esposa lo apoyó en su decisión y, sin tener una idea muy clara de a qué dedicarse, Alan dejó el trabajo. Ese mismo día se enteraron que Phyllis había quedado embarazada, y por ello incluso en su empresa le volvieron a ofrecer el puesto. Sin embargo, Moore confiaba en sus posibilidades, sentía el ego necesario para ello, así que estaba decidido y rechazó la nueva oferta. El resultado inmediato es que estuvo 18 meses sin encontrar nada, pues por esos tiempos el paro crecía más y más en el país. Al menos, la Seguridad Social británica de aquella época les pasaba una ayuda económica por ser padres y estar en desempleo.

En ese periodo de aparente inactividad estuvo escribiendo una extensa space opera (que tendría unas 300 páginas, calculaba) para enviar a 2000AD y probar suerte; al final nunca llegó a terminarla. Por su inexperiencia se veía incapaz de abarcar un proyecto tan amplio y conseguir que le prestaran atención (tal vez esté en esta aspiración el germen de sus futuras novelas, muy extensas). También envió muestras de sus trabajos a múltiples editores, aunque sin fortuna; entre ellos, relata: “V DE VENDETTA tiene su inicio en el cómic inglés de Marvel Hulk Weekly y en una idea que presenté al concurso D.C. Thompson de creación de guiones. Mi idea trataba sobre un extraño terrorista que llevaba la cara maquillada de blanco, que actuaba bajo el nombre de ‘La Muñeca’ y que luchaba contra un estado totalitario en algún momento de finales de los 80. En D.C. Thompson pensaron que un terrorista transexual no era exactamente lo que buscaban y tuvieron la sensatez de elegir a un frutero de Hull que participaba con una obra llamada ‘Battler Bunn’ [bombardea a los hunos] o algo así. Afrontando el rechazo hice lo que todo artista serio haría: me di por vencido”.


No obstante, sí publicó historietas humorísticas en diversas revistas y una de ellas, realizada junto a Steve Moore, fue elegida por Gilbert Shelton en un recopilatorio para mostrar a nuevos talentos británicos que se editó en EE.UU.

Por fin, en 1979 lograría lanzarse como autor profesional al conseguir el encargo de unas tiras cómicas (al guión y dibujo) para la revista musical Sounds y el periódico local Northampton Post. En este cometido emplearía los pseudónimos, respectivamente, Curt Vile (en homenaje al compositor judío Kurt Weill) y Jill de Ray (que alude a Gilles de Rais, asesino en serie de niños del siglo XV), con el fin de que su nombre no pudiera ser detectado por la Administración debido a que su mayor sustento venía de la prestación que recibía y aún no estaba muy seguro de si podría granarse la vida con ello. Así se mantuvo algunos meses hasta que sintió que su carrera se afianzaba.

Será el propio Moore el que comience en estos proyectos iniciales a dibujarse a sí mismo y a crear una imagen carismática que exteriorizar, un recurso muy teatral que en lo venidero tantas veces será utilizado por los dibujantes que le conocen, y que nos ofrecerá perspectivas complementarias sobre su persona y afianzarán su papel como figura reconocible dentro del medio del cómic. Sin embargo, aunque no abandonaría estas actividades como autor completo hasta 1986, enseguida se dio cuenta que lo que mejor se le daba era la escritura, y se concentró en perfeccionarla para encontrar algún empleo regular en este campo y así poder seguir progresando en su carrera.

Aquellos tiempos eran propicios para la industria del cómic británica, pues gente de todas las edades se interesaba cada vez más en este tipo de publicaciones y existía un mercado que ofrecía trabajo a un colectivo relativamente amplio, pese que Moore afirme que cuando él empezó “la de autor de cómic era la profesión más oscura del mundo”. Su gran amigo Steve Moore vivía por esta época de escribir guiones de cómic para Marvel UK y le animó a que lo intentara también. Le enseñó la técnica y así Alan elaboró un guión para Juez Dredd, que envió a Steve. Éste lo leyó y luego lo rompió, como recriminación. No se desanimó Alan y siguió con su propósito; Phyllis escuchaba sus ideas y le hacía comentarios. Como con sus tiras había adquirido habilidad para contar visualmente una historia, y aunque no confiara mucho en el resultado de sus dibujos, aprendió a realizar largos y detallados guiones para que leyéndolos otro dibujante pudiera dibujarlos perfectamente como él requería. A la siguiente ocasión ya consiguió el visto bueno de Steve y entró en contacto con 2000 AD, cuyo editor era Alan Grant. Según cuenta, le respondió que no estaban interesados en otro guionista para Juez Dredd, pero lo animó a preparar un guión para la serie “Future Shocks”. Se lo envió, pero Grant se lo rechazó hasta dos veces, sugiriéndole mejoras que Moore aceptó de buena gana. Y así, consiguió su primer trabajo haciendo historias cortas para 2000 AD, y pronto también lo haría en Marvel UK. De estas colaboraciones dirá más tarde que le enseñaron bastante, porque aprendió a contar sus ideas en pocas páginas y una vez que lo dominó fue capaz de ir ampliando de escala.


Siguieron sucesivas colaboraciones con ellos y con otra editorial más, IPC (irán llegando con los años “Capitán Britania”, “Skizz”, “D.R. & Quinch” o “La balada de Halo Jones”). Es destacable además la labor teórica que fue llevando a cabo y la atención a los fanzines que llegaban a sus manos, lo que le fue fortaleciendo su propio criterio. En definitiva, en poco tiempo se estaba convirtiendo ya en un valor en alza dentro del mercado del cómic británico, y era demandado por las diferentes compañías; de alguna forma se vio favorecido por la competencia que tenían éstas entre sí. Poco a poco, las oportunidades que iba aprovechando en este negocio le hicieron obtener la estabilidad económica y así nacía Amber, su segunda hija, en 1981.


El editor Dez Skinn lo requerirá en 1982 para su nuevo proyecto, la revista Warrior, que lograría amplia repercusión nacional. “The Bojefries Saga”, “Marvelman” y “V de Vendetta” serán las series por entregas que irá preparando Alan Moore para dicha publicación, y muy pronto serán consideradas por la mayoría como obras maestras del cómic británico, ganando incluso el premio Eagle en 1982, que desde 1977 se concedía a los mejores cómics producidos en el país en el año anterior. El primero de una larga lista de premios que irían llegando en los sucesivo. Sin duda, Alan Moore se iba haciendo progresivamente un personaje importante en el panorama del cómic nacional y por ello era solicitado como autor en las convenciones de cómic británicas que se iban sucediendo.


Otro hecho importante, quizás motivado a raíz del éxito que relatamos en el párrafo anterior, es que en 1983 es contactado por DC COMICS a través de Lein Wein para trabajar en Swamp Thing y le hará dar el salto internacional. Wein recuerda el día que conoció en persona a Alan Moore: “Quedamos en un pub de la localidad [Northampton] y Alan fue el último en llegar. Llegó deambulando, con los ojos como platos y con esa larga y enredada melena meciéndose en la brisa, parecía a todas luces que Rasputín, el monje loco, volvía de una borrachera de dos semanas. Llevaba un traje que había pasado de moda hace 40 años, las mangas de la chaqueta y los dobladillos del pantalón varios centímetros cortos, la camisa desarreglada, una corbata estrecha con un dibujo de teclas de piano, calcetines que se veían a kilómetros y que no pegaban con nada de este mundo, y (si recuerdo correctamente) un sombrero de copa. Alan se disculpó por llegar tarde, explicó que había estado en el optometrista, en una revisión. En un ojo tenía la vista perfecta, pero en el otro no tanto. El doctor le había recomendado unas gafas con unas lentes apropiadas. Alan dijo que había pensado que en vez de eso podía ponerse un monóculo en el ojo malo, pero que se había echado atrás. ‘¿Por qué?’ pregunté, tonto de mí. Alan replicó, ‘Bueno, francamente, tenía miedo de que llevar un monóculo me hiciera parecer un poco raro’.”

Mientras edifica su brillante entrada en el mundo del cómic profesional, en la década de los 80 Moore también tiene otros intereses y aficiones. Se está mezclando en grupos de protesta social de Northampton, participando activamente en movimientos anarquistas (la Liga Anti-Nazi) y pegando posters de propaganda con el lema “Rock contra el Racismo”. Incluso se afiliará en un partido de política local, el Green Party.


En otra de sus facetas, mediante sus contactos con gente del mundo de la música integraría el grupo “Murders on the Rue Morgue”. Algo más tarde, en 1983, tomando el pseudónimo de Translucia Baboom se unió a los artistas David J y Alex Green, y formaron una banda llamada “Emperors of Ice Cream” que grabó un disco con 12 canciones. Moore participaría como vocalista en la canción "The March of the Sinister Ducks" y en “Old gangsters never die”. Esta afición derivó en futuras colaboraciones, del cómic a la música y viceversa (“V de Vendetta” incluye la canción “This Vicious Cabaret”, que su grupo toca) y la oportunidad de que Moore fuera contactando con gente del sector de la música inglesa más o menos profesional, que se desarrolla con bastante energía en Northampton y es una seña de identidad de su población el participar de ello. Es un detalle relevante que la mayor parte de estas incursiones musicales irán teniendo su adaptación al cómic por autores del medio con amistad con Moore.


Volviendo al mundo del Cómic, dos aspectos cuidará mucho desde estos primeros momentos de su carrera: sus lectores y sus dibujantes. Gracias a su labor como crítico en las revistas, empezaron a llegarle muchas cartas de los lectores, e intentaba leerlas todas, aunque no tenía tiempo de responderlas. Disfrutaba de las respuestas que daban a sus planteamientos lanzados en las revistas, y con sus opiniones asegura que sus historias fueron creciendo, ampliando sus conceptos iniciales hasta el punto de que cada vez le sorprendían y encantaban más. En su prosa intentaba introducir todo lo aprendido en Arts Lab: un ritmo narrativo que pudiera captar a los lectores subliminalmente (desde la estructura narrativa hasta el número de sílabas), la variedad artística (combinando poesía y elementos visuales) y siempre exigiéndose tener algo que decir. Un detalle importante de la retroalimentación que Moore vive en este tiempo es que dice que escribe pensando que sus lectores son muy inteligentes y que si primero consigue convencerse a sí mismo de que lo que cuenta es inteligente y de interés, luego será capaz de darles ideas a ellos para que piensen y suban sus expectativas; piensa que si por el contrario, y al igual que la televisión, asumiera que los espectadores son idiotas, al final la producción que sacara también crearía idiotas.

Con respecto a los dibujantes, desde el principio cuenta con gente que conoce del ambiente cultural de su alrededor, poniéndolos en valor, y eso será una constante en su carrera. Existía un local llamado “Westminster Arms” que a principios de los 80 los autores del cómic británico tomaron por costumbre frecuentar. Allí Moore tuvo un encuentro con un tipo idéntico a su personaje Constantine (anécdota captada gráficamente por Eddie Campbell), lo que considera uno de los primeros actos mágicos de su vida.

En general, dice buscar en qué parte de su estilo y dibujo destacan más los artistas, o donde vierten más energía, y a ello adapta su escritura. Aparte, este trabajo no lo considera en vano, sino que es una forma de compensar al dibujante, que también tiene que hacer una dura labor para dar forma a lo que establece el extenso guión de Moore. “Si escritores y artistas se divierten al hacer su trabajo, eso es beneficio para todos”, ésa es una de sus máximas.

La serie Swamp Thing para América se convirtió enseguida en un éxito de ventas, y se podría decir que fue la obra clave en el despegue de su carrera internacional. Moore se siente muy orgulloso ya que cuenta que hasta su madre leyó algunos números y parece que le gustaron. Sin embargo, refleja nostalgia cuando refiere que su padre nunca mostró interés en leer nada de lo que él había realizado, y nos dice que así se mantuvo hasta el fin de sus días, lo que en cierto modo nunca ayudó a liberar una tensión acrecentada por las circunstancias en las que estuvo inmerso en los últimos años de convivencia en el hogar familiar y su abrupta independización.

El trabajo para EE.UU. hizo que tuviera que ir dejando muchos de los que hacía en Inglaterra, y su creciente éxito le cosechará algunas dificultades en cuanto a la propiedad de explotación de los derechos de su obra producida. No obstante, mientras realizaba la serie Swamp Thing –a pesar de que era un encargo que le ocupaba mucho tiempo y que le exigía mucha rapidez-, asegura que disfrutó muchísimo de la experiencia. A raíz de ella había ido formulando varias ideas sobre el cómic de superhéroes que quería poner en práctica mediante una propuesta nueva que no estuviera afectada por la continuidad y que pudiera diseñar desde los cimientos. En 2000AD ya había quedado muy satisfecho con las historias junto a Dave Gibbons, y dispuso que en un futuro tenía que volver a conseguir colaborar con él. Así, se pusieron de acuerdo y juntos presentaron a DC el borrador de un material que comenzarían en 1984 y terminarían cuatro años más tarde, en 1987: “Watchmen”.

Por otro lado, Leah Moore recuerda de esta época que las dos hermanas pasaban casi todo el tiempo con su madre. Gracias a los ingresos obtenidos por Alan, desde 1985 vivían en una bonita casa de dos plantas que éste compró de segunda mano, en una zona cercana al centro de Northampton, el barrio de Phipps Ville, en torno al parque de Abington. También pudo comprar Moore un invernadero para que sus padres pasaran felices la jubilación.


Moore se pasaba el día encerrado en su habitación escaleras arriba, literalmente, pues siempre había sido incapaz de tener un sonido o a alguna persona en la misma habitación donde trabajaba. Normalmente, las mañanas las dedicaba a dibujar sus tiras cómicas y durante las tardes escribía. Su método de trabajo al guión consiste en pensar primero lo que quiere contar, hacer algunos bocetos sólo comprensibles para él y ponerse directamente a teclear en la máquina de escribir. Señala que, como se acostumbró al trabajo en series regulares publicadas mes a mes, nunca le era posible rehacer los textos, tanto por la velocidad con que debía emplearse como por la imposibilidad de retocar lo ya editado una vez se llevaba a imprenta; de modo que debía tener claro los elementos importantes desde el principio y confiesa que este sistema le ayudó mucho a crecer como escritor. Acostumbrado a este hábito, aún hoy día lo mantiene, ha aprendido que las cosas que salen directamente de su mente las expresa con más frescura, y sólo revisa los textos una vez mecanografiados, sustituyendo entonces sólo alguna palabra o frase.


Se volvieron muy famosos, pero ¿cómo son técnicamente los guiones terminados de Alan Moore? Normalmente, conllevan una fase previa en la que escritor y guionista debaten sus ideas y se conocen mejor, en persona si es posible que el dibujante se acerque a Northampton o alrededores (Moore se muestra desde siempre reacio a viajar, si no es necesario), y en el caso de que no haya posibilidad de encuentro directo pues usando el medio telefónico. Posteriormente, Moore elabora un escrito en el que explica la trama, los personajes principales y cómo se desenvuelven en ese mundo. El dibujante va elaborando bocetos y diseños, mediante la guía de Moore, que, al haber sido dibujante, tiene unas nociones muy claras de cómo son las ilustraciones que quiere. Finalmente, el guión terminado es muy largo y detallado, y describe la página viñeta a viñeta. En la primera, dice cómo es la composición, luego explica la escena, sus elementos y su posición; al final coloca los textos y/o diálogos. Así hace con todos los paneles, no sin dejar de introducir en las descripciones comentarios subjetivos, bromas o planteando sugerencias para que decida el dibujante.

Su familia oía salir de la habitación de trabajo los continuos golpes a las teclas de la máquina de escribir, cómo su padre hablaba y actuaba, dando vida a sus personajes, o dibujando. Allí se concentraba una enorme cantidad de humo de tabaco y olor a tippex. Sólo cuando entintaba sus dibujos las admitía con él, o ponía la radio o la televisión. Raramente emergía del estudio, aunque siempre lo hacía a la hora que se acostaban, y “les contaba historias tan interesantes como las que escribía el resto del día”, relatan sus hijas.


Por lo tanto, la familia Moore seguía viviendo en Northampton pese a la vocación internacional de la labor de Alan. La comunicación con el resto del mundo sí era intensa, sólo que lo hacía por teléfono o correo postal. Cuando se hacía posible por la cercanía, las salidas fuera de casa eran para encontrarse con algún compañero del mundo del cómic en pizzerías (una anécdota es que en 1985 se hizo vegetariano por sus desacuerdos con la industria alimentaria) o convenciones, y alguna que otra vez para ir de vacaciones, siempre dentro del país y contando en todo caso con la compañía de sus parientes. Realmente no lo consideraba vacaciones, pues él se llevaba la máquina de escribir o un bloc de notas con el que proseguir sus labores.

Comenta el propio Moore que para Swamp Thing eligió un lugar propio de U.S.A. en el que el personaje habitara, Louisiana, diferente a todos los que salían por entonces en los cómics de superhéroes, y se documentó muy bien sobre su historia, su cultura, su música, etc. aunque nunca en su vida ha estado allí. Algunos lectores pensaron que vivía en América, pero la realidad es que hasta la fecha (1983) nunca la había pisado, y ese hecho le mostró la gran belleza que proporciona la escritura, pues “sólo con palabras, si encuentras las adecuadas para un lugar, puedes conjurarlo en tus páginas”. De nuevo, otra de sus reflexiones sobre el territorio.


ÍNDICE DE “ALAN MOORE Y NORTHAMPTON”



2 comentarios:

WOLFVILLE dijo...

Que sepais que muchos estamos más que pendientes de las actualizaciones de este soberbio blog y, yo especialmente, con este completísimo estudio del que para mi es el mejor escritor vivo sobre la faz de la tierra.

¡Maldita sea! Queremos leer Jerusalem YA XD

Buen trabajo y seguid así.

Maese ABL dijo...

Estimado Sr. WOLFVILLE

Más que halagado por tus palabras. Por aquí intentamos hablar de lo que nos gusta y expresarlo de la mejor manera que sabemos, a veces llegamos a algo, otras es más difícil. Bueno, a ver si este estudio consigue interesarte hasta el final, aún queda un poco.

Pero no puedo dejar de decir que hay una gran energía en el trabajo de toda la gente que hacéis blogs, siempre sois una inspiración. Enhorabuena.