Antes de pasar a comentar la novela “La voz del fuego” de Alan Moore, ofrecemos la visión de dos autores cuya aportación no se recoge en la edición española del libro (2006) aunque sí estaban en la segunda edición de 2003 para el mercado americano. Se trata de Neil Gaiman, que realizó una introducción, y de José Villarrubia, a cargo de las imágenes. También acogemos una fotografía final en la que Alan Moore se convierte en la primera persona en visitar la celda de la persona real y personaje del libro Alfie Rouse, tras los hechos narrado en el Capítulo Undécimo.
Alguien mide un círculo empezando por ninguna parte, dijo Alan Moore, citando a Charles Fort, al comienzo de su exploración de la Sociedad Victoriana, From Hell. El círculo aquí es temporal, y el círculo es geométrico. Es un círculo hecho de perros negros y fuegos de noviembre, de pies gangrenados y cabezas cortadas, de anhelo y pérdida y lujuria. Es un círculo que os ocupará algunas millas y seis mil años.
Estoy sentado en una habitación en Holanda, en un anacrónico castillo victoriano, escribiendo una introducción para un libro llamado La voz del fuego, de Alan Moore. No es la mejor introducción a este libro, naturalmente. La mejor introducción es el capítulo final del libro, escrito en una habitación llena de humo en noviembre de 1995 por Alan Moore en la voz de Alan Moore, seca y divertida y para nuestro disfrute con mucha, muchísima inteligencia, escrito en una habitación llena de los libros que ha usado como investigación, escrito como un acto final de magia y fe.
Alguien mide un círculo empezando por ninguna parte. No, por supuesto, por todos sitios. Un círculo, un lugar. Al fin y al cabo, esto es la historia de Northampton.
Si esto siguiera una narrativa lineal seguiríamos Northampton voz a voz, cabeza a cabeza y corazón a corazón, desde un plato dejado en un redil de cerdos para un joven medio retrasado, pasando por Ham Town [la Ciudad del Jamón] hasta una bulliciosa ciudad medieval por conocer. Pero la narración, como la ciudad, es sólo lineal si tú quieres que lo sea, y si esperas obtener el premio de alcanzar el final que ya has perdido. Es una vuelta en carrusel, no una carrera, un viaje mágico por la historia, no más evolutivo que revolucionario, en el que los únicos premios son las pautas y la gente y las voces, cabezas cortadas y pies cojos, perros negros y crepitantes llamas de noviembre que se repiten como los bastos de una trastornada baraja de tarot.
Cuando se publicó la novela, en 1996, hizo menos ruido en el mundo de lo que debería haber hecho: era un libro original, que empezaba, sin explicación, con el personal relato de un adolescente medio retrasado, al final de la edad de piedra –su madre había muerto, su tribu nómada lo había abandonado, encarará la maldad y engaño de aquellos más inteligentes que él (cualquiera es más inteligente que él), y también descubrirá el amor, y aprenderá lo que es una mentira, y el destino del cerdo de la casa para puercos del hombre de Hob. También contará su historia en el discurso más idiosincrásico desde el Riddley Walker de Russell Hoban (o, quizás, la historia de Swamp Thing de Alan Moore “Pog”), empleando un escaso vocabulario, el tiempo presente, y una incapacidad para diferenciar los sueños de la realidad. No es el comienzo más fácil, aunque es una hazaña, y establece todos los elementos que se repetirán a través del libro. El “shagfoal” se encuentra aquí, grandes perros negros que correrán por los sueños y la oscuridad, y el pelo cortado de la cabeza muerta de la mujer bajo el puente, y el pie de la madre del chico sobresaliendo de su tumba, y el final, la hoguera desgarradora. Es noviembre, en alguna parte cercana al día que llegará a ser conocido como la Noche de Guy Fawkes, cuando, hasta el presente, se queman efigies en las hogueras mientras niños miran.
Algunos de los placeres de este libro descansan en contemplar a un maestro de la narración de historias tomar las voces de los muertos como propias: la chica psicópata sin nombre que visita al Hob de la ciudad tatuada, con su nombre robado y su collar de cobre robado, se podría asimilar a una historia de detectives en la edad de bronce; su próximo ascenso es otra abrasión en otra hoguera, una inesperada y cruel y apropiada. La chica es tan peligrosa, y tan segura de su propia inteligencia y superioridad como un hombre de negocios de culo inquieto, que hará su propia hoguera de sacrificio en la noche de Guy Fawkes, con su coche y su triste vida –él nos habla en la voz de un jovial anticuado, mintiéndonos a nosotros y a sí mismo todo el tiempo, y por un momento entrevemos a Moore como un inglés Jim Thompson, y las consecuencias, como las consecuencias para cualquiera de los personajes de Thompson, nunca dejan ninguna duda. Un detective romano, aquí investigando un anillo falso, su cerebro y su cuerpo siendo devorado por veneno del plomo de la red de plomo de los acueductos romanos (nuestra palabra fontanero [plumber] naturalmente procede del latín para aquel que trabaja con plomo [lead] nos enseña que los préstamos estaban envenenando al imperio en otra forma. La cabeza es del emperador, grabada en una moneda circular. El círculo será medido y comparado y no estará a la altura de las circunstancias.
Asumid, mientras leéis, que la Historia es una buena historia. La hipótesis de Moore sobre el secreto de los Templarios puede no ser verdadera (nada en este libro es verdad, no en la manera en que estáis pensando, incluso aunque ocurrieran) pero encaja con los hechos (dándonos otra cabeza cortada, unida a la iglesia templaria de Northampton), de la misma forma que la arruinada cabeza de Frances Tresham nos da su historia a lo largo de su vida. Las historias son cajas que contienen misterios –la mayoría de los cuales están sin resolver, mientras que todas las soluciones que nos dan abren la puerta a mayores problemas y dificultades. O para expresarlo de otro modo, La voz del fuego es verdad, de alguna manera, incluso si sus verdades son novelescas e históricas y mágicas, y de este modo las explicaciones que consigues son siempre parciales y poco satisfactorias, las historias, como las historias de nuestras vidas, quedan inexplicadas e incompletas.
Es un placer leer, y releer. Empezad por donde queráis: el principio y el final son buenos sitios, pero un círculo no empieza por ningún sitio, y lo mismo una hoguera.
No confiéis en los relatos, ni en la ciudad, ni siquiera en el hombre que cuenta las historias. Confiad sólo en la voz del fuego.
Neil Gaiman
Castillo de Haar, 26 de abril de 2003
3 comentarios:
Me encuentro actualmente leyendo esta obra en castellano y pensaba pedir al Amazon la versión americana para tener el prólogo de Gaiman y las ilustraciones de Villarubia. Su actualización de hoy me viene de perlas para paliar la espera.
¡Muchas gracias!
Sí, me parece que viene bien para la lectura de la novela porque la edición en castellano se quedó muy corta.
Bueno, pues si la lectura consigue capturarte a ver si sacas comentarios!
Gracias
Publicar un comentario