Para empezar esta obra, Moore partió de un intenso estudio histórico de la localidad inglesa. La Historia se le plantea como una ficción que se revisa y se reinterpreta continuamente por las épocas; por lo tanto los territorios concebidos de cualquier forma son siempre subjetivos. Sin embargo, aunque no se trate de una verdad absoluta, Moore como persona ha de habitar la Historia, pues inevitablemente él es un individuo perteneciente a ella en un tiempo, y ha de encontrar una teoría que le ayude a ubicar su vida particular. La operación que idea es la de trazar él mismo su propio mapa para instalarse en él. Su mapa, su lenguaje, serán las palabras, la narración. Por primera vez en su carrera, no cuenta con la ayuda de la imagen para la escritura, como así ha sido las veces atrás, sólo dispone de palabras para conjugarlas en el lenguaje.
Las bases históricas con las que empieza a trabajar son reales, pero como él mismo dice, irá buscando “los puntos débiles de las fronteras del hecho, los cruces de caminos”. De esta forma, realiza 12 capítulos, todos narrados en tiempo presente y en primera persona, la del protagonista de los sucesos que se recogen, uno por cada episodio y procurando que el personaje también tenga base histórica. Acostumbrado a completas descripciones de cada viñeta, parece que meternos en la piel de cada actor principal es la mejor forma que encuentra para controlar lo que llega al lector, poner la acción en los ojos del personaje y que sintamos como él.
En cada episodio, la actividad del protagonista y de las personas de su tiempo irá modificando al lugar, aunque estableciendo rituales con los que apaciguarse con él y sentirse seguros. Pero el territorio en sí permanece indiferente a los cambios humanos, se mantiene como algo oculto que acecha las existencias, tan sólo el escenario de la vida y también el receptáculo al que todos los vivos van tras la muerte (cuando somos enterrados). En definitiva, un co-protagonista común y ausente en todo el libro. Teniendo en cuenta este concepto de lo único que permanece, Moore lo considera un estrato que puede ser invocado en el imaginario colectivo de las generaciones pasadas y futuras; en sí es una entidad atemporal que en algunas ocasiones viene a la mente de las individualidades y que sólo a veces aparece pacíficamente. Asimismo, como el fuego, es la única realidad cuyo tiempo es mucho más alargado que el de los seres humanos. Y a ellos la tierra se les presenta como un ente liberador, mucho más viejo y más sabio que todos los seres que contemplan. Entonces, tierra y fuego surgen como un sustrato que permite las vidas de los seres humanos en el tiempo pero también algo que los devora en sus entrañas tras la muerte.
Centrándonos en las historias contenidas en cada capítulo, todas diferentes e independientes, podemos decir que hay una trama que evoluciona la manera de concebir el mundo que se tiene en cada época, y que elabora un lenguaje para comunicarse con él a partir de las visiones anteriores. Ésa es la parte lineal de la novela, la del lugar visto como algo producto de una continuidad, y es verdad que se observa en su morfología: desde la prehistoria hasta 1995 va llegando una herencia recogida y transformada por cada tiempo. Sin embargo, a su vez Moore introduce otras conexiones independientes y que se repiten y se transforman indiferentemente hacia atrás y hacia delante. Como si voces enterradas o desaparecidas quisieran salir a la superficie. Cosas que pasan al principio las veremos más tarde, y al revés, sin un orden claro. Son coincidencias que el autor ha documentado y le ha dado forma novelada, de una manera pretendidamente complicada e incomprensible, un bello misterio formal y literario probablemente sólo válido para Northampton y no sabemos qué pasaría si ampliáramos el círculo, porque su lógica no espera ser resuelta, tan sólo pretende hacernos ver que detrás de nuestro avance progresivo y cronológico en el que nos suponemos como humanidad hay también otros sustratos, como el lugar, que no están bajo nuestro control y que sí que debemos tener en cuenta. Moore reconoce que “este intento de matrimonio entre el lenguaje y la vida es un modo de actuar no exento de riesgos. Si se da un giro sorprendente puedes acabar en un sanatorio mental.”
CONTENIDO:
CAPÍTULO 1.- EL CERDO DE HOB. 4000 a.C.
Al pertenecer a un colectivo que empieza a ser desplazado por otros más evolucionados, nómadas frente a sedentarios, la observación del chico es inocente, y su lenguaje aún no está muy desarrollado (todo es conducido a través de la raíz “cosechar”), aunque la realidad del mundo que habita e interpreta nos va llegando con extraordinario detalle y sensibilidad. El muchacho está más apegado a un sentir de supervivencia directa, donde no se concibe la mentira o la necesidad de matar más allá de la procura del alimento. Sin embargo, el mundo en el que ahora se adentra se observa a sí mismo y ha hecho nacer la figura del guía (Hob), esa persona que orienta la vida de los demás porque posee más información que el resto, y también de la mitología, la elección de símbolos que expliquen las incógnitas cotidianas. A su vez, describe lo que pudieron ser los inicios de Northampton, unos terrenos a la orilla de un río donde se ha tendido un puente entre riberas y se cultiva, se domestican animales (cerdos, principalmente), sacralizando estas actividades con cultos, lo que se produce en los terrenos más elevados de una colina.
Todo el capítulo es dificultoso de seguir, en mucho por la expresión rudimentaria del nómada y los elementos sobrenaturales que se introducen, no sabemos si son reales en los acontecimientos de la narración o sólo ensoñaciones debidas a la deficiencia mental del muchacho. En la entrevista que Moore concedió a Raúl Sastre en 2006 dice al respecto: “[...] hace poco alguien me preguntó que por qué había hecho el primer capítulo de mi primera novela prácticamente ilegible [risas]. La única respuesta que se me ocurrió en ese momento fue "para mantener a la escoria alejada" [risas]. Creo que lo quería hacer era dejar claro desde el principio cuáles eran mis intenciones. No tenía intención de escribir una novela de fantasía, o una novela de género, ni limitarme a un estilo en particular. Quería hacer algo provocador.”
El tono de Moore parece burlón, pero cuando nos adentramos en la lectura observamos que hay algo más, porque van surgiendo ya muchos iconos y referencias que no tienen que ver tanto con este capítulo en sí como con la interconexión con los demás.
En la trama, una vagabunda asesina a una mujer, Usin, que es la hija de Hob, cuando ésta acudía al poblado a ver a su padre moribundo y recibir su herencia. Entonces la suplanta y en su llegada al asentamiento se pone en marcha el mecanismo que Moore ha elaborado. Allí, una vez presentada, tomará conocimiento de la concepción local del poder de la tierra como aquello desde lo que todo se eleva, por medio del fuego, y cómo esta cultura ha concedido vital importancia a los mapas subterráneos que natural o artificialmente discurren bajo sus pies.
Todo se desenvolverá por medio de un lenguaje vulgar y sucesos muy particulares. El escritor va forjando su visión de la Historia, al igual que al mismo tiempo esta humanidad va haciendo en sus hornos metalúrgicos. Ya vamos reconociendo a través de las páginas lugares y elementos reales de Northampton, aunque la Historia como materia no tiene datados estos primeros vestigios conocidos, son más bien aportación de la investigación de Alan Moore.
Mientras, un cazador de aves y peces prosigue su actividad de búsqueda de alimento para su familia, camuflado en los terrenos pantanosos río abajo, y permanece ajeno a las atrocidades que se pudieran estar acometiendo en su aldea. Ensimismado en su diálogo interior nos irá mostrando hechos que bien pudieran producirse en el momento presente o que quizás son ecos de algo pasado, donde se entremezclan también con extrañas leyendas que circulan de viva voz (y que aluden a los dos capítulos anteriores del libro).
Prácticamente la acción de este episodio es nula, o muy pasada por alto, más bien se muestra como un cantar nostálgico al medio natural sobre el que la comunidad a la que el cazador pertenece se ha asentado.
Cayo Sexto, el protagonista de este relato, es un “investigador del erario público”, una suerte de detective de la época al servicio del emperador y encargado de detectar fraudes pecuniarios en las tierras del centro de Bretaña; en este caso investiga la aparición de piezas falsas.
Northampton es ahora un asentamiento dominado por los cristianos, que viven junto al río y emplean a los conversos para trabajar gratuitamente por acto de fe al servicio de su empresa religiosa. El comercio más importante de la zona cae en sus manos y ello los mantiene alejados de la presión de pobladores del norte de Europa (bárbaros) que han comenzado a abundar por estos territorios, imponiendo poco a poco sus costumbres amorales y vicios a los ciudadanos romanos. Estos bárbaros rondan los territorios de la colina (donde han tenido lugar los dos primeros capítulos de la novela), campamento abandonado hace tiempo y evitado por todos, temerosos de las supersticiones mitológicas que sobre ellos circulan.
El protagonista va descubriendo poco a poco el hecho de la decadencia de Roma y entrará de una forma un tanto inquietante a conocer y formar parte de la otra Historia del lugar, ésa que evoluciona como algo propio y al margen de toda dominación externa.
Estamos en un convento, cuando la monja Algiva experimenta diversos éxtasis y ensoñaciones, que le hacen retroceder al pasado en dos fechas: el año 870, cuando los santos Edmund y Ragener fueron martirizados por vikingos; y al 1050, año en que el extasiado joven Ivalde y el sacerdote Bruning excavan el suelo bajo la iglesia que se emplaza en la colina de los “Campos Crematorios”, investigando el sustrato de la ciudad.
Algiva vive los momentos de retroceso dentro de la persona de los santos y con respecto al segundo caso, ella misma fue testigo presencial de la excavación. Otro detalle importante es que durante la acción ella está aquejada de cojera en una pierna y lo asume como una penitencia (el recurso a los dolores en las extremidades posteriores será muy repetido por todo el libro).
A destacar, hay que decir que la población de la ciudad está constituida ahora también por población semita, y se habla ya de un mercado consolidado y vital en la actividad económica de la urbe. El debate de Lord Simon sobre la mejor forma para la adoración cristiana y la manera de levantarla con un sistema constructivo imperecedero, heredada de deseos y compromisos de las Cruzadas, parece conformarse como algo ya raro a lo que el pragmatismo de la naciente clase burguesa pretende para el futuro.
No sabemos si vivos o animados por una perversa energía, el caso es que tras sus muertes a sus cabezas se les ha negado recibir la liberación del fuego o de la vuelta a la tierra. Entonces, allí entablan una conversación que repasará los hechos que fueron llevando a que en la ciudad surja un espíritu subversivo que dio forma al histórico intento de atentado en Londres contra el Parlamento, entre cuyas figuras se encontraba Guy Fawkes (nombre que a los lectores de otra obra de Moore, “V de Vendetta”, les sonará).
De nuevo, se aluden a hechos y leyendas que se entremezclan con los del pasado y aparece otra iglesia, Santa Fe, que fue comprada y acondicionada por el padre de Tresham para servir de palomar.
En el vehículo viajan el juez Nicholls y una viuda con su hija pequeña. El hombre está obsesionado con lo sexual y aprovecha cualquier ocasión para dar rienda desenfrenada a sus pasiones, sólo que en secreto pues está casado. Así, va intentando arreglar con la mujer un encuentro amoroso tras ajusticiar el caso para el que ha sido citado. Poco a poco irá apareciendo John Dee, una figura relacionada con el pasado de ambas familias, y que fue ocultista y consultor de la reina Isabel I (aparte de uno de los autores que Moore estudia en sus facetas de mago en la vida real), y de esta forma la trama se irá haciendo más y más compleja hasta que nos cueste trabajo distinguir qué es real y qué está pasando en verdad, pues entra en escena mucho del “patrimonio” de ensoñaciones que Moore ha ido dejando en páginas anteriores de la novela. para llevarnos febrilmente al final del episodio.
La forma de comunicar, el apego a un territorio o los placeres terrenales van siendo expuestos con maestrías en esta bella historia sobre el amor de dos mujeres en una época que no se acepta tal hecho. El fuego que va consumiéndolas se ve, más que como una muerte de la sustancia, como una manera de que se conviertan en luz y que permanezcan suspendidas para siempre en el tiempo. Destacamos la reflexión de Moore al respecto: “¿Por qué tenemos que coger la parte más dulce de nuestro ser y convertirla en otra cosa con la que sacarnos los ojos?”
No nos quedó claro con la primera lectura, pero el artista parece retenido en algún tipo de encierro, un manicomio o algo así. La cuestión es que en su delirio confunde recuerdos propios con ajenos, y por supuesto en ellos entran en juego cosas ocultas de la Historia que ya han pasado en este libro, nadie sabe cómo han llegado a su conocimiento, si es por investigación propia o por algún tipo de conciencia colectiva atemporal que perdura en las personas que han vivido y siguen naciendo en estos territorios británicos (posteriormente a esta novela, y unido a sus estudios de Magia, Moore formulará desde un punto de vista platonico la idea de una conciencia imaginativa común, el Ideaspacio).
Sería ideal complementar el abordaje de este capítulo con la de alguna biografía de Claire más profunda, aunque lo cierto es que en sí el texto es enormemente atractivo, por reflejar el estilo de un “loco” que alucinando sigue componiendo e intentando hacer bella su expresividad.
Ruose cuenta de manera circular, empezando por el final, el crimen que perpetró sin saber muy bien por qué, la “noche de las hogueras” del 5 de noviembre, que rememora el fracaso del complot de Guy Fawkes. Hablará de su vida personal tras la vuelta de la I Guerra Mundial, de su empleo como comercial, sus continuos viajes, así como de los romances que ha ido teniendo, y cómo toda la presión acumulada por la vida y el lugar pueden romper en la materialización de un asesinato.
El autor habla de su realidad en 1995 mientras en casa escribe a ordenador esta novela, escucha las abrumadoras noticias y siente la fría y húmeda atmósfera de Northampton. Luego sale a la calle y nos describe el barrio en el que ha vivido los últimos 10 años, “Phipps Ville”, construido en el siglo XIX por el empresario de la metalurgia y la cerveza, Pickering Phipps. Caminando, reflexiona sobre cómo ha cambiado la ciudad tras la II Guerra Mundial, arrasando con todos los terrenos construidos o no, ladrillos y metales extendiéndose depredadoramente. Una Plaza del Mercado que se alza desierta y fantasmal cuando no contiene actividad.
Va a ver a su pareja Melinda Gebbie, que vive sola. Siente náuseas por el esfuerzo invertido en horas recientes en la escritura y vomita. Luego ha quedado con su hermano Mike y su sobrino mayor Jake, en un local de St. Andrews, la calle donde vivieron su niñez y adolescencia junto a su familia.
Todo el dolor, las magulladuras, las fuerzas inmemoriales ocultas bajo la superficie del pensamiento consciente y de la realidad parecen manifestarse en este momento para Moore, al igual que le ha pasado a sus personajes a lo largo de este libro. Comparte con nosotros un trozo de su presente, en el que nos muestra lo que ocurre en su mente en ese momento y en ese contexto. Cómo nota cosas que han sido tapadas por la construcción descontrolada promovida por los planes urbanísticos del ayuntamiento de la ciudad desde los años 70, pero que consiguen filtrarse y finalmente encuentran su válvula de escape a través de los seres humanos que allí habitan, que sufren ataques repentinos de violencia y sangre a la menor provocación. Él siente que las fronteras que nos separan de esas realidades sepultadas son muy débiles, y que escribir es la forma que puede encontrar un escritor para invocar las necesidades presentes en un lugar, delimitándolo con palabras o símbolos que casan el lenguaje y la vida, arriesgándose a “hacer de lo real una historia y de la historia una realidad”.
ÍNDICE DE “ALAN MOORE Y NORTHAMPTON”
3 comentarios:
¿Tú tienes este libro, verdad? ¬¬
No, lo saco de la biblioteca...
Yo si lo tengo XD Y estoy de acuerdo en que la edición es muy mala. Esperemos que la traducción al menos fuera buena, porque el texto original se las trae. Especialmente en el tan famoso primer capítulo.
Guardaré esta entrada -al igual que las otras-, para leerla en más profundidad cuando acabe el libro. Estoy en el cuarto capítulo todavía. Y aun me ha dado tiempo a leer Neonomicón y subir reseña XD
Un saludo y excelente trabajo, como es habitual.
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