martes, 3 de septiembre de 2013

“CEDERROM”, X JAN


En 2011 vimos publicado “CEDERROM”, un trabajo de Jan presentando a un nuevo superhéroe más allá de su personaje más reconocido, Superlópez. Pese a que el autor ha reconocido en diversas ocasiones que no le atrae este género, estos dos no han sido los únicos en él, pues ya ofreció las tiras humorísticas de Superioribus, o el proyecto del Capitán Rayón (que fue el protagonista de su obra "Laszivia"), aunque por vez primera afronta el reto de crear otro personaje de este tipo con visos de continuidad, y haciéndolo de una manera especial, como veremos en este artículo.

Todo partió de un proyecto de los 90 para la línea Laberinto de Planeta, cuando Antonio Martín solicitó a Jan una serie para esta colección y presentó a Cederrón; la verdad es que gracias al apoyo constante de este editor hemos podido disfrutar todos estos años de muchos trabajos de Jan. Pero la cosa no cuajó del todo entonces. Al fin, con el paso del tiempo, ha dado paso a esta historia, que se desarrolla en 46 páginas a color más portada y portadilla interior, y constituye el número 147 de la colección Magos del Humor (Ediciones B). Básicamente, monta una trama para presentarnos al personaje. Los protagonistas son una pandilla de chicos universitarios, todos amigos:

-CHIP: un apodo para un genio informático (no sabemos su verdadero nombre) que posee en su casa un ordenador gigante. Por las páginas se define a sí mismo de la siguiente manera: “Será que de pequeño me habré caído en una marmita de circuitos integrados, como Obelik”. Éste no será el único guiño al mundo del cómic.

-TITA: Amiga de Chip, estudia en casa de éste porque sus padres están todo el día peleando. Además es buena dibujante y crea sus personajes con el programa Fotochof.

-CISCO: Estudiante que en sus ratos libres ayuda en el supermercado de la familia.

-GELDA: Pareja del anterior e hija del prestigioso profesor Wissenschaftlich.
Todos ellos viven tremendamente ilusionados con sus hobbies (la informática, el cómic) y querrían prosperar, independizarse, aunque viven en un país que lo pone difícil para los jóvenes y “no hay manera”. A su lado, una generación anterior a ellos, el arriba citado profesor, integrante del C.I.R.I. (Centro de Investigación Robótica Industrial) y el inspector Buskets, curtido y astuto sabueso padre de Chip.
 

Frente a ellos, encontramos al capo Joe Asíes y su peligrosa banda: Mike Kanalla, Poko y Boko, que pretenden que el C.I.R.I. les fabrique un robot capaz de abrir cajas fuertes. Todo estalla cuando un ovni con estudiantes de Alfa Mantauri celebrando el fin de curso viajan cerca de la Tierra y borrachos aplican sus conocimientos, desencadenando una extraña tormenta que relaciona los circuitos de Chip, el dibujo de Tita para un proyecto de superhéroe y las instalaciones del C.I.R.I., naciendo así CEDERROM, que hará interactuar a todo este grupo de personajes.


El argumento se va planteando muy medido y sólido, con mucha acción mezclada con divertidos gags. El héroe que vemos, sin embargo, no adquiere el protagonismo, ni siquiera tiene personalidad propia. De hecho, los jóvenes se muestran muy valientes pese a ser gente normal, y será Chip el que asuma la dirección de Cederrom a través de un programa por el que éste se irá desplazando a través de las líneas eléctricas y telefónicas, ejecutando órdenes. Por lo tanto, sólo se constituye como una herramienta para solventar los problemas mayores.

 
Esta forma de plantear la trama no es nueva en Jan, pues ya hay antecedentes en la misma colección de Superlópez que lo prueban. Quizás el ejemplo más representativo sea el del nº20 “Un camello subió al tranvía en Grenoble y el tranvía le está mordiento la pierna”, donde el mayor peso lo cobraba una pandilla de cuatro jóvenes que viaja a Grenoble a un encuentro de cómic y se enfrenta a un problema de drogas, no resuelto por Superlópez más que tangencialmente, pues serán ellos los que deberán plantar cara y decir no al consumo. Fue una preciosa historia de amistad que dio lugar a una pareja (Chico Y Martha) y a una mayor implicación de la serie en los problemas sociales a partir de ahí. Nos parece que en algo el germen del tebeo que nos ocupa estuvo allí, y que si Jan continúa todavía monopolizado con su personaje emblema tal vez sea por ser su mejor medio para llegar a más lectores, si bien en bastantes ocasiones de las aventuras que realiza encontramos en la trama de secundarios muy buenos logros a los que se podría sacar más punta (en historias aparte)

 
Nos era inevitable la comparación con el anterior personaje, incluso en algún momento por las páginas se lo relaciona con Superman, pese a que gráficamente parezca inspirado en el Batman de Alan Davis. Pero Cederrom no es el mismo caso, como decimos, sólo es la herramienta para dar tortas en una trama de un corte más realista, con protagonistas que gozan de la positividad, bonhomía y ternura que han sido tan características en la trayectoria del autor. Hay emoción y peligro, pero vemos a personas reales hablando coloquialmente (“beibi”, “odenata”), actuando, equivocándose y llegando a un final positivo en que aprenden lecciones de la vida. A ello ayudan mucho los juegos de palabras, la cotidianeidad subliminal introducidos. Hoja a hoja vemos a Jan observando a través de su trazo al mundo, los comportamientos, la ciudad, las modas, y cómo todo ha ido cambiando en los años que lleva dibujando (su patrimonio gráfico ha sido testimonio coetáneo todo este tiempo).


Da la impresión de que muchos de los elementos de este cómic, antes o después, ya los hemos visto: las dos generaciones que se enfrentan a un problema (los chicos y sus mayores), equívocos, los cambios de nombres reales, el uso de personajes valientes pero con morriña, el dibujante de cómic iniciando su carrera, la pelea del bar, el mafioso en el campo de golf, la laberíntica maraña de cables y circuitos, el gato negro, las escenas domésticas y urbanas, un tipo muy parecido al autor dando una vuelta por los fondos, las viñetas con las esquinas dobladas para marcar un cambio de escenario o tiempo, el coche dando un frenazo y la cabeza del conductor estampada en el techo... ¡Solamente nos falta la alcantarilla de Escariano! El empleo de todo ello no es tanto un tic o una repetición como un lenguaje consolidado: Jan nos lleva a su terreno para que sintamos familiaridad, cercanía, a la vez que él se siente a su aire, cómodo para expresarnos de la mejor manera posible lo que quiere narrar.
 
Es increíble cómo, sin funcionar como el maestro dibujante de antaño, con varios trazos sencillos y elementos de su repertorio (narices, pelos, gafas, ojos) monta personajes reconocibles y entrañables desenvolviéndose por eficaces fondos. Para valorar este trabajo gráfico hay que comprender la circunstancia de que en el año 2011 cuando se produce Cederrom Jan ya tiene superada la edad legal de jubilación; es un derecho de todo trabajador el descansar y un mérito el que sólo y exclusivamente de su propia voluntad siga en la brecha. Y sin duda lo hace, con un dibujo claramente menos detallado que en sus mejores años pero compensado con el color a ordenador, que aporta volumen, rellenos fotográficos o rotulación manual mecanizada. No hemos averiguado si en el empleo de esta técnica de coloreado le ayuda alguien como a otras estrellas de la casa (el ejemplo de Ibáñez), porque es destacable la productividad año tras año de Jan, si bien nos extrañaría puesto que el autor siempre ha sido muy celoso de cuidar personalmente cada aspecto de su trabajo de principio a fin. La verdad es que no hay alusión a colaborador alguno, y nos mojamos diciendo que pensamos que no, viendo la cantidad de imágenes introducida en dichos rellenos, muy relacionados con su vida personal: carteles de eventos o concursos con los que él mismo está relacionado, fotos propias o de familiares, entre otros.

En suma, en CEDERROM podemos ver una historia de inicio de un personaje bastante interesante, un soplo de aire fresco en una carrera de por sí ya dilatadamente brillante. Esperemos que no sea la única y se le siga dando espacio, artística y editorialmente.

2 comentarios:

WOLFVILLE dijo...

Excelente reseña de este cómic e interesantísimo lo de sus posibles fuentes. Aunque hace mucho que no le sigo sienpre tendré por Jan un cariño inagotable, por tantos buenos ratos que me hizo pasar desde la cuna hasta los 20 y pico, o así.

Un saludo!!

Maese ABL dijo...

Hablas con un enamorado de la obra de Jan. Por eso la dirección de este blog se llama "llauna" (el nombre de la oficina donde trabaja -o hace pajaritas- Superlópez).

Me alegro que compartas esta afición, merece mucho la pena!