En 2011 vimos
publicado “CEDERROM”, un trabajo de Jan
presentando a un nuevo superhéroe más allá de su personaje
más reconocido, Superlópez. Pese a que el autor ha reconocido en diversas ocasiones que no le atrae este género, estos dos no han sido los únicos en él, pues ya ofreció las tiras humorísticas de
Superioribus, o el proyecto del Capitán Rayón (que fue el protagonista de su obra "Laszivia"), aunque por vez primera afronta el reto de crear otro personaje de este tipo con visos
de continuidad, y haciéndolo de una manera especial, como veremos en este artículo.
Todo partió de un proyecto de los 90 para la línea Laberinto de Planeta, cuando Antonio Martín solicitó a Jan una serie para esta colección y presentó a Cederrón; la verdad es que gracias al apoyo constante de este editor hemos podido disfrutar todos estos años de muchos trabajos de Jan. Pero la cosa no cuajó del todo entonces. Al fin, con el paso del tiempo, ha dado paso a esta historia, que se
desarrolla en 46 páginas a color más portada y portadilla
interior, y constituye el número 147 de la colección
Magos del Humor (Ediciones B). Básicamente, monta una trama para
presentarnos al personaje. Los protagonistas son una pandilla de
chicos universitarios, todos amigos:
-CHIP: un apodo
para un genio informático (no sabemos su verdadero nombre) que posee
en su casa un ordenador gigante. Por las páginas se define a sí
mismo de la siguiente manera: “Será que de pequeño me habré
caído en una marmita de circuitos integrados, como Obelik”.
Éste no será el único guiño al mundo del cómic.
-TITA: Amiga de
Chip, estudia en casa de éste porque sus padres están todo el día
peleando. Además es buena dibujante y crea sus personajes con el
programa Fotochof.
-CISCO:
Estudiante que en sus ratos libres ayuda en el supermercado de la
familia.
-GELDA: Pareja
del anterior e hija del prestigioso profesor Wissenschaftlich.
Todos ellos viven
tremendamente ilusionados con sus hobbies (la informática, el cómic)
y querrían prosperar, independizarse, aunque viven en un país que
lo pone difícil para los jóvenes y “no hay manera”. A su lado,
una generación anterior a ellos, el arriba citado
profesor, integrante del C.I.R.I. (Centro de Investigación
Robótica Industrial) y el inspector Buskets, curtido y astuto
sabueso padre de Chip.
Frente a ellos,
encontramos al capo Joe Asíes y su peligrosa banda: Mike Kanalla,
Poko y Boko, que pretenden que el C.I.R.I. les fabrique un robot
capaz de abrir cajas fuertes. Todo estalla cuando un ovni con
estudiantes de Alfa Mantauri celebrando el fin de curso viajan
cerca de la Tierra y borrachos aplican sus conocimientos,
desencadenando una extraña tormenta que relaciona los circuitos de
Chip, el dibujo de Tita para un proyecto de superhéroe y las
instalaciones del C.I.R.I., naciendo así CEDERROM, que
hará interactuar a todo este grupo de personajes.
El argumento se va
planteando muy medido y sólido, con mucha acción mezclada con
divertidos gags. El héroe que vemos, sin embargo, no adquiere el
protagonismo, ni siquiera tiene personalidad propia. De hecho,
los jóvenes se muestran muy valientes pese a ser gente normal, y
será Chip el que asuma la dirección de Cederrom a través de
un programa por el que éste se irá desplazando a través de las
líneas eléctricas y telefónicas, ejecutando órdenes. Por lo
tanto, sólo se constituye como una herramienta para solventar los
problemas mayores.
Esta forma de plantear
la trama no es nueva en Jan, pues ya hay antecedentes en la misma
colección de Superlópez que lo prueban. Quizás el ejemplo más
representativo sea el del nº20 “Un camello subió al
tranvía en Grenoble y el tranvía le está mordiento la pierna”,
donde el mayor peso lo cobraba una pandilla de cuatro jóvenes que
viaja a Grenoble a un encuentro de cómic y se enfrenta a un problema
de drogas, no resuelto por Superlópez más que tangencialmente,
pues serán ellos los que deberán plantar cara y decir no al
consumo. Fue una preciosa historia de amistad que dio lugar a una
pareja (Chico Y Martha) y a una mayor implicación de la serie en los
problemas sociales a partir de ahí. Nos parece que en algo el
germen del tebeo que nos ocupa estuvo allí, y que si Jan
continúa todavía monopolizado con su personaje emblema tal vez sea
por ser su mejor medio para llegar a más lectores, si bien en
bastantes ocasiones de las aventuras que realiza encontramos en la trama de secundarios muy buenos logros a los que se podría sacar más punta (en historias aparte).
Nos era inevitable la
comparación con el anterior personaje, incluso en algún momento por
las páginas se lo relaciona con Superman, pese a que gráficamente
parezca inspirado en el Batman de Alan Davis. Pero Cederrom no es
el mismo caso, como decimos, sólo es la herramienta para dar tortas
en una trama de un corte más realista, con protagonistas que gozan
de la positividad, bonhomía y ternura que han sido tan
características en la trayectoria del autor. Hay emoción y
peligro, pero vemos a personas reales hablando coloquialmente
(“beibi”, “odenata”), actuando, equivocándose y llegando
a un final positivo en que aprenden lecciones de la vida. A ello
ayudan mucho los juegos de palabras, la cotidianeidad
subliminal introducidos. Hoja a hoja vemos a Jan observando a
través de su trazo al mundo, los comportamientos, la ciudad, las
modas, y cómo todo ha ido cambiando en los años que lleva dibujando
(su patrimonio gráfico ha sido testimonio coetáneo todo este
tiempo).
Da la impresión de
que muchos de los elementos de este cómic, antes o después, ya los
hemos visto: las dos generaciones que se enfrentan a un problema
(los chicos y sus mayores), equívocos, los cambios de nombres
reales, el uso de personajes valientes pero con morriña, el
dibujante de cómic iniciando su carrera, la pelea del bar, el
mafioso en el campo de golf, la laberíntica maraña de cables y
circuitos, el gato negro, las escenas domésticas y urbanas, un tipo
muy parecido al autor dando una vuelta por los fondos, las viñetas
con las esquinas dobladas para marcar un cambio de escenario o
tiempo, el coche dando un frenazo y la cabeza del conductor estampada
en el techo... ¡Solamente nos falta la alcantarilla de Escariano! El
empleo de todo ello no es tanto un tic o una repetición como un
lenguaje consolidado: Jan nos lleva a su terreno para que sintamos
familiaridad, cercanía, a la vez que él se siente a su aire, cómodo
para expresarnos de la mejor manera posible lo que quiere narrar.
Es increíble cómo, sin funcionar como el maestro dibujante de antaño, con varios trazos
sencillos y elementos de su repertorio (narices, pelos, gafas, ojos)
monta personajes reconocibles y entrañables desenvolviéndose por
eficaces fondos. Para valorar este trabajo gráfico hay que
comprender la circunstancia de que en el año 2011 cuando se produce
Cederrom Jan ya tiene superada la edad legal de jubilación; es un
derecho de todo trabajador el descansar y un mérito el que sólo y
exclusivamente de su propia voluntad siga en la brecha. Y sin duda lo
hace, con un dibujo claramente menos detallado que en sus mejores años pero compensado con el color a ordenador, que aporta
volumen, rellenos fotográficos o rotulación manual mecanizada.
No hemos averiguado si en el empleo de esta técnica de coloreado le
ayuda alguien como a otras estrellas de la casa (el ejemplo de
Ibáñez), porque es destacable la productividad año tras año de
Jan, si bien nos extrañaría puesto que el autor siempre ha sido muy
celoso de cuidar personalmente cada aspecto de su trabajo de
principio a fin. La verdad es que no hay alusión a colaborador alguno, y nos mojamos diciendo que
pensamos que no, viendo la cantidad de imágenes introducida en
dichos rellenos, muy relacionados con su vida personal: carteles de
eventos o concursos con los que él mismo está relacionado, fotos
propias o de familiares, entre otros.
En suma, en CEDERROM
podemos ver una historia de inicio de un personaje bastante
interesante, un soplo de aire fresco en una carrera de por sí ya
dilatadamente brillante. Esperemos que no sea la única y se le siga
dando espacio, artística y editorialmente.
2 comentarios:
Excelente reseña de este cómic e interesantísimo lo de sus posibles fuentes. Aunque hace mucho que no le sigo sienpre tendré por Jan un cariño inagotable, por tantos buenos ratos que me hizo pasar desde la cuna hasta los 20 y pico, o así.
Un saludo!!
Hablas con un enamorado de la obra de Jan. Por eso la dirección de este blog se llama "llauna" (el nombre de la oficina donde trabaja -o hace pajaritas- Superlópez).
Me alegro que compartas esta afición, merece mucho la pena!
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