La visión de los
SUPERHÉROES que en los 80 aportó el autor inglés ALAN
MOORE cambió este género para siempre. Presentó a los
justicieros enmascarados de una forma diferente y realista que
abordaba temas ausentes en el medio, llevaba a extremos sus
características, empleaba gran riqueza de técnicas y
cada título que publicaba se convertía por derecho propio en obra
histórica: “MARVELMAN”, “CAPITÁN BRITANIA”, “SWAMP
THING”, “WATCHMEN”, “V de VENDETTA”, “BATMAN: La broma
asesina”, entre otras historias del universo DC. No
cabe duda del enorme conocimiento del género de superhéroes que
Alan Moore atesoraba. Cada una de las aventuras que escribió
rezumaba pasión por estos personajes capaces de hacer cosas
mágicas e imposibles, tradicionalmente presentados de forma
optimista y buscando el entretenimiento de los jóvenes. Pero también
nos hizo ver su lado más oscuro, los peligros inherentes al poder,
y ello atrajo a otro tipo de público adulto y en muchos casos con
desconocimiento del medio cómic en general. El concepto se convirtió
en un fenómeno de masas sin parangón hasta la fecha.
No era propósito
del guionista “matar” este tipo de historias, sino crear algo
nuevo desde un punto de vista nunca utilizado, aunque en cierto modo,
para muchos lectores –y futuros autores- influyó en lo venidero en
su forma de acercarse a ellas, hasta casi monopolizar sus
preferencias, y eso es algo de lo que él mismo se arrepiente desde
entonces, aún hoy día.
Es llamativo cómo
desde el primer momento, desde el primer guión puramente inserto en
este género que Moore realiza se pueden ya apreciar una voz y
detalles personales de gran brillantez. No hubo etapa de
aprendizaje, ni relatos del montón, todo lo contrario; escoger
el más antiguo de sus cómics de superhéroes como mínimo nos
garantiza un rato condenadamente entretenido y sorprendente. Por
algo en la actualidad no paran de reeditarse en forma de lujosos
libros y cualquiera, al azar, constituye un auténtico “pata
negra” tanto para los amantes de este medio como para el buen
funcionamiento económico de cualquier editor. Alan Moore es uno de
nuestros grandes artistas, y la pregunta clave es: ¿TODO FUE SÓLO
FRUTO DE UNA GENIALIDAD INNATA?
Por supuesto que sí.
Creemos que ahí existe unanimidad.
Pero después hay
diferentes opiniones sobre cómo se formaron los conceptos tan
sofisticados que nos ido presentando en sus obras de género
superheroico. Es
una posibilidad estimar que comenzarían a
desarrollarse durante la realización de las mismas, y que
todo lo
anterior (cuando trabajaba como autor completo) fueron sólo fanzines
de escaso interés o calidad con respecto al panorama, o no
constituyen un acontecimiento que debiera quedar grabado en la
memoria del cómic como forma artística. A la cabeza de este
colectivo de pensadores figura el propio Alan Moore, que no desea que
aquellos materiales primerizos se reediten para volver a sacar un
provecho lucrativo de ellos, sino que prefiere que sólo estén
disponibles para su consulta libre en la red (según
declaraciones aForbidden Planet, 2008).
No obstante, revisar
aquellos trabajos de corte underground nos ofrece multitud de
conexiones e ideas, y el mismo creador todavía siente sintonía con
aquellos compromisos; de hecho, en más de una ocasión ha dicho que
“había energía cinética en ellos”.
En este artículo
pretendemos explorar esa segunda teoría, que es resultado
inmediato de uno de los proyectos capitales que estamos estudiando en
EMBRYO: el proceso de formación de Alan Moore como autor y
cómo esa etapa constituyó un rico campo de experimentación
que le sirvió de mucho posteriormente.
De este modo, la
primera referencia creativa sobre superhéroes que podemos datar
en la trayectoria de Alan Moore fue cuando contaba 11 años y realizó
una autopublicación de título “Crimebusters”,
según nos relata plagiada de Los Vengadores de
Marvel. Era sólo un cuadernillo que prestaba a amigos a cambio de
dinero, pero ése nombre es el mismo que tomará uno de los grupos
de vigilantes del pasado que aparecen en Watchmen.
Este detalle puede ser casual, o manifestar que como aficionado ya
iba organizando algo así como una base de datos, referentes, ideas.
Como ya hemos comentado
en otras ocasiones, la vocación del creador por el arte siempre
estuvo presente (desde su participación en el Arts Lab de su
ciudad Northampton), si bien diversas circunstancias hicieron que
durante los primeros años de su vida laboral la encaminara hacia
trabajos comunes, al contrario que le ocurría a uno de sus
mejores amigos de siempre y uno de sus mayores modelos, STEVE
MOORE, que trabajaba desde la adolescencia en el mercado editorial
británico de superhéroes. Hay que destacar que Alan Moore en
ningún caso había abandonado su pasión como espectador y en sus
ratos libres seguía cultivando poesía, música, actuación o cómic
(por supuesto, de superhéroes, escribía incluso cartas a la sección
de correo). Precisamente, desde los 21 años (1975) comenzó a
enviar dibujos, tiras y páginas que esporádicamente se iban
publicando, hasta que en 1977 decidió abandonar
definitivamente la seguridad de su empleo para probar a vivir de su
creatividad.
Será en 1979 cuando
el creador al fin encuentre trabajo remunerado de este tipo:
ROSCOE MOSCOW (en la revista musical ‘Sounds’)
y MAXWELL THE MAGIC CAT (en el periódico ‘Northants
Post’). Quizás estos proyectos no gozaran de la profundidad de
sus obras cumbres, aunque insistimos en el hecho de no fueron
fanzines o autopublicaciones, sino encargos profesionales cuyos
ingresos le posibilitaron mantener su hogar (una familia de 4
miembros) y le afianzaron en su propósito de dedicarse en el futuro
a desarrollar esta faceta, afortunadamente para el medio.
Precisamente, Sounds se publicaba a nivel nacional y
contaba con 250.000 lectores (según dato aportado por Dez
Skinn, en la revista Warrior nº 2, 1982). Ahora bien, ¿eran
tebeos de superhéroes? La respuesta es no, pues todo el material
que Moore produjo en esta época operaba desde el underground,
como ya hemos mencionado.
Para situarnos,
aclaramos que el comix underground como tal tuvo su auge entre los
años 60 y 70 del siglo XX, y se caracterizó por dar espacio a
ideas nada comerciales de autores que por lo general no dibujaban
académicamente y que rara vez se editaban en formatos mínimamente
dignos. Era un arte generalmente en blanco y negro, de técnica
y composición muy libres o marginales (a veces incluso
inspirándose en la psicodelia provocada por las drogas), en
el que se reflejaban temas sociales candentes del momento, se
exageraban o deformaban personajes y situaciones, todo empleando
grandes dosis de surrealismo y humor que daban una visión
sucia y burlona de las cosas. Su distribución escapaba a la
censura y trataba abiertamente temas considerados tabú,
además de hacer una profunda crítica social de sus
alrededores.
La intención básica
del underground que elabora Alan Moore es hacernos reír,
utilizando si es preciso recursos facilones o lenguaje vulgar. Ello
se debe a que era una propuesta alimenticia incluida dentro de otras
publicaciones colectivas (revistas o periódicos). Por lo general,
los lectores no los compraban por su página o tira, sino que la
encontraban allí y si se detenían en ella se les ofrecía
diversión. Ahora bien, Moore no era ajeno a la realidad que le
circundaba y por eso en diversas ocasiones dejaba que su
parodia fuera un poco más allá, realizando crítica política y
social o reflexiones más profundas, hasta el punto de que en
diversas ocasiones recibió cartas recriminatorias o incluso censura
editorial. Para obtener resultados humorísticos identificaba
primero las características y/o funcionamiento del elemento a
representar; luego comprendía sus engranajes y por último
los manipulaba o exageraba. Lo hizo tanto con personas,
animales o cosas como con múltiples libros, artistas, películas o
géneros - entre ellos el superheroico- y tal labor le fue
aportando una personal capacidad de observación así como la
acumulación de interesantes estrategias.
Comencemos entonces
nuestro particular repaso por el underground mooreano de
finales de los 70 y principios de los 80, con la vista enfocada a
su tratamiento de los superhéroes, que desde un principio no nos
dejará impasibles. Los ejemplos más significativos se hallan en el
material para la revista SOUNDS (“SONIDOS”); no obstante,
apuntamos todos los casos que nos llaman la atención dentro de esta
época, fueran trabajos gratificados o no.
La aparición más
antigua que observamos de un elemento que nos sea de interés para
nuestra investigación es
el juicio a San Pancras Panda (abril
1978). Desarrolla un proceso judicial injusto que el sistema abre
contra un protagonista que también es bastante llorica y lamentable.
No es un detalle de vigilantes, aunque sí destacamos que
pone en
cuestión tanto a su protagonista como al mundo donde vive, algo
que se hará habitual poco después en la prosa mooreana: la caída y
reconstrucción del héroe (
“Capitán Britania”)
,
el campeón en quien no se puede confiar (
“Kid Marvelman”),
los
“Watchmen” o incluso
“El día del
juicio” en los 90.
Este recurso al juicio
también lo volverá a repetir casi miméticamente poco después, en
el proceso contra Dempster Dingbunger (“The Stars My
Degradation”, julio 1980).
Volviendo atrás, en
julio de 1978 aparecen dibujados los dos primeros superhéroes en una
viñeta de Alan Moore. Ocurrió en la página “Moeby
Palliative”, una colaboración para Dick Foreman en
la revista Back-Street Bugle. El reprimido Moeby clama la
inmoralidad que para él es practicar sexo libremente, y entre
diversos ejemplos del mundo del cómic que ilustran esta
“desvergüenza” vemos a Shazam sosteniendo a su pareja y
relacionando su poder con el deseo sexual que siente; también
tenemos a Wonder Woman, a quien un pequeño funny animal le está
practicando sexo oral. Aparte de constituir la broma, manifiesta
una inquietud por mostrar aspectos de estos arquetipos que aún
no habían sido tratados abiertamente.
Una obra
genuinamente paródica de Superman fue “The
Avenging Hunchback” (El Vengador Jorobado), en marzo de
1979 para la revista Dark Star. Fueron dos entregas, pero
la 2ª se perdió en redacción y por ello Moore abandonó su
realización. Supuso la introducción del absurdo y la deformidad
en el origen del personaje en que se inspira, tan perfecto.
Tanto en
Back-Street Bugle como en Dark Star, encontramos cómo se trabajó en
el concepto de un ser superior para los personajes. Ambas
publicaciones recogen a un demiurgo que de una forma un tanto
caprichosa dibuja el devenir que le espera a cada una de sus
caracterizaciones. Éstas son sólo muñequitos de vidas
fácilmente manipulables para aquél, tan poderoso respecto a ellos
aunque un tanto patético a nuestra vista. Años después, Moore
deslizará de nuevo la misma idea en la serie del Capitán
Britania: descubrimos que los protagonistas no tienen
conciencia libertad propia como creen, sino que un dios como Merlín
juega al ajedrez con ellos, hasta que su encuentro con la Furia pone
de manifiesto que son los mismos personajes los que deben luchar por
sus vidas y no confiarse a los designios de su creador.
La realización de
“ROSCOE MOSCOW” (durante
1979-80) trajo
interesantes aportaciones que el escritor británico luego
reutilizaría. Sobre todo,
la serie entera se impregnó del terror
ante la amenaza del apocalipsis atómico de la Guerra Fría,
quedó muy claro en numerosas entregas aunque fuera lanzado entre
dosis de humor. Dicho miedo sería el motor del argumento, y a los
que hayamos leído
Watchmen seguro que nos sonará de algo.
Deteniéndonos en la
serie, el primer episodio individual que nos puede interesar es el de
título “Roscoe el Bárbaro”. Ahí
ridiculiza particularidades de los cómics de fantasía heroica.
Moscow en estado delirante es enviado a rescatar de un dragón a una
dama que es su propia mujer y ante la que se avergüenza cuando lo ve
así en paños menores, incluso a pesar de su locura. Además, lleva
una espada mágica llamada “Despreciaportadores” que lo
denosta con rabia. Moore ha confesado en entrevistas que no le
apasiona Conan y mucho de esta opinión desfavorable lo veremos en la
posterior “Smax”, dentro del ciclo Top Ten en ABC
Comics.
Los cómics bélicos
también tendrán su réplica en el capítulo de 1 de septiembre
de 1979. Refleja lo injustificable de la guerra y cómo en
ella se toman aliados entre gente con pericia pero de dudosa honradez
con tal de lograr la victoria. No es difícil reconocer aquí
símiles superheroicos a Nick Fury o al Capitán América,
y por supuesto constituye un antecedente del personaje Comediante
de Watchmen.
Prueba de que estaba
explorando estudios psiquiátricos y en concreto las manchas de
Rorschach, que motivarán uno de los héroes más reconocibles de
Moore, son las viñetas que dedica al doctor Zoltan Von Zigoto.
Probablemente la página
más importante de todo esta saga sea la del 3 de noviembre de
1979, cuando Roscoe visita un bar donde se dan cita viejos
campeones americanos, y se exhiben como un colectivo con nombre
ridículos (Green Letrina, Plastilina Man la Polla Voladora,
etc.), ya jubilados y acabados. De hecho, en esa fecha de
1979 ya no tienen cabida en la sociedad, son sólo “un
mal chiste”, dirán. Se contraponen a la época
dorada en que significaban algo para el mundo, y es sin duda la
semilla de lo que años después sería Watchmen. Por otra
parte, en los años 90, con los Wildcats para Image, el
escritor de Northampton volverá a sacar punta de esbozos
manifestados en esta página, donde contemplaremos un local en que
supertipos y supervillanos se reúnen pacíficamente para esparcirse.
Los supervillanos
también serán tratados en Roscoe Moscow, y de ellos resalta
que su cliché es que se expresan con diálogos maniqueos, adoptan
poses “artríticas” y tienen siempre vicios o discapacidades,
porque tradicionalmente en la cultura lo feo se relaciona
estéticamente con lo malvado.
Paradójicamente, estas
tiras de humor sencillo también contendrán durante dos capítulos
seguidos un profundo ensayo sobre la locura inducida por el
sistema al individuo y la progresiva implantación de un estado
policial para controlarlos. Son viñetas narrativas de ácido
humor donde abunda el recurso al texto con una escena que lo ilustra.
Los personajes
inestables se volverán algunas de las creaciones más famosas de
Alan Moore en el futuro y probablemente estas reflexiones iniciales
sobre la perturbación provocada contienen ya el germen de la
visión de su mundo superheroico, totalmente en sintonía con su
comprensión de la realidad, teorización que más tarde ampliará
sobre todo en Watchmen y también en La broma asesina.
Si pasamos a otra
publicación, la
revista Dark Star (
1979-1980),
tendremos otro campo de labor como autor completo importante aunque
no fuera remunerado; en ella encontramos el
“Tres-Ojos McGurk
y sus Comandos Planetarios de la Muerte”, donde los colegas
Steve Moore (guión y entintado) y
Alan Moore (dibujos)
presentan a un grupo de aventureros espaciales en tono cómico. Por
ser páginas que realizaban sin cobrar fueron publicándose en cuatro
entregas a lo largo de un año. Cada personaje tenía sus
peculiaridades y sus fobias, y si bien se podrían enmarcar en el
apartado de
grupos de héroes espaciales de las grandes
compañías superheroicas, lo más llamativo del conjunto en cuanto
al tema que nos ocupa es el
esquema de esta secuencia de viñetas
que Alan Moore pronto
recuperará idénticamente en Watchmen,
magistralmente dibujada por
Dave Gibbons esta vez (y que nos
señala la web
“A moment of Moore”):
La siguiente gran obra
underground donde podemos bucear en busca de referentes superheroicos
es
“THE STARS MY DEGRADATION” (
Las estrellas mi
desatino,
1980-1983), de nuevo para la revista
Sounds.
Fue una larga y rica trayectoria con enorme carga de aportaciones
semanales, en las que no sólo hallamos coincidencias y posibles
relaciones con el género
al que nos estamos refiriendo, sino
que
el autor Alan Moore / Curt Vile se esforzó especialmente en
parodiar los supertipos que más destacaban en el contexto de
aquellos años: el modelo aportado por
Chris Claremont en
Marvel Comics.
Pero, yendo
cronológicamente, lo primero que encontraremos serán cameos a uno
de los personajes más en boga para los lectores del Reino Unido de
aquel entonces: el Juez Dredd, que repartía
incondicionalmente su sentido de justicia y que luce aquí como el
“Judge Dedd” (que pronunciado sonaría igual que judge
dead, es decir, juez muerto).
Algunos episodios
después reaparecerá una figura estéticamente similar identificada
como capitán de las fuerzas de seguridad del mundo de Bunslott; en
el universo del personaje al que alude toda la población es
potencialmente capaz de delinquir, así que en Bunslott por
contraposición el 80% de sus habitantes se dedica a servicios espía,
de policía o vigilancia, una broma que en el fondo adelanta
una de las ideas sobre el futuro que nos espera que vislumbra
Alan Moore.
Algo más inocente
aparenta ser Lance Laser, sargento de los Marines Espaciales.
Se trata de un personaje presumido y estirado que se basa en Flash
Gordon. Sin embargo, embarcado en otras tramas y personajes de
interés el autor lo dejará aparcado hasta que lo repesque Steve
Moore en su etapa como guionista al frente de esta serie, desviando
algo la idea inicial del aventurero espacial.
Bastantes años pasarán
hasta que el creador de Northampton eleve sus impresiones de
pornografía a la categoría de obra arte, con “Lost Girls”
junto a Melinda Gebbie. Pero ya en estos inicios desde el humor
llegó a incidir en formas de sexualidad. Lo prueba el encuentro
amoroso entre los Marines Espaciales y los vegetales del Planeta de
los Vendimios, que poderosamente nos recuerda a la apasionada
y colosal relación entre La Cosa del Pantano y la chica Abby para
DC.
Por razones de no tener
tiempo para preparar un guión y de paso para expresar su estado de
ánimo, el propio Moore / Vile se introduce en diversas ocasiones
dentro de las historias que cuenta. Esto se da a veces en el
underground, como nos muestra a menudo Robert Crumb (si bien él
se hacía parte importante de la misma narración). El caso es que
esas situaciones en Moore son disparatadas, tronchantes y se
impregnan de absurdo; además hace lugar en un par de ellas a su
particular homenaje al personaje “El Vigilante” de Marvel,
aquel que todo lo ve pero que no interviene, no se moja. La
caracterización que hace nos desvela los sinsentidos que ve al
auténtico (y al que ostenta el poder en general), y su ingenioso
monólogo merece la pena ser leído por todo marvelófilo que se
precie. Sobre todo nos fijamos en el libro que porta cuya pasta
arroja frases como “Voyeurismo para omniscientes” o “La
omnisciencia como herramienta al chantaje”.
Continuando con el
repaso Marvel, los acontecimientos en la serie “The Stars”
vendrán astutamente siendo guiados mientras avanza 1981 para
convertir a los personajes protagonistas en una contestación directa
a los X-Men de Claremont que triunfaban en aquellos años. Se
producirá un enfrentamiento entre los payasos cósmicos de Moore y
las parodias marvelianas que durará 7 entregas y que nos aportará
jugosas opiniones sobre el tipo de concepto de superhéroe que
estaba arrasando: “una panda de bastardos guerrilleros
sobreexplotados”, dictan estas viñetas. Por supuesto, los
X-Men de Moore son tan patéticos que serán barridos por el grupo de
Pressbutton y Dingbunger.
Tenemos a WARFARIN,
parodia de Wolverine (Lobezno). Lo introduce como “alguien
que mata ratas y que debería estar fuera del alcance de los ñiños”
(la warfarina es un tipo de veneno). COLESTEROL,
réplica de Coloso, “puede transformar su
cuerpo en producto lácteo” y “también es conocido como ‘la
montaña soviética de manteca’”; éste hará un
insoportable paréntesis en su combate,
con una larga perorata
que nos deja puntillosos análisis sin desperdicio: “¡Da!
¡No todo es pow-sock-wham para nosotros los superhéroes
contemporáneos, tovarich! ¡somos gente real! ¡pensamos! ¡sentimos!
¡¡echamos de menos el hogar!! [...]Ahh, cómo echo de menos la
inolvidable desolación de mi ucraniano lugar de nacimiento... cómo
echo de menos las balalaicas, la triste y lastimera canción de los
barqueros del volga...Ahora echo de menos la belleza escénica de las
minas de sal, ¡la paternal preocupación de la policía secreta!
cómo echo de menos la camaradería de la cola de la panadería, la
constante novedad de las sorpresivas purgas... ¡Y luego está el
amor de mi vida! ¿cómo podría decirle a mi querida Kutie cuánto
la amo... cuánto ansío abrazarla, arrancarle sus ropas en un loco
arranque de pasión? Nyet.. No puedo... Al menos, no hasta que ella
tenga catorce...”
Luego
tenemos al cameo de Tormenta, con SCORN (Cornamenta),
que es la Maestra Mutante del Sarcasmo, cuya “lengua ácida puede
matar”. Representa una crítica a la superheroína pretendida
como mujer liberal cuando, en opinión de Moore, no es más que
una feminización sólo estética del arquetipo masculino.
CURBCRAWLER,
Rondador Aflojado, es el teleportador de los Ex-Men, aunque
aquí se insiste en que se encuentra marginado no a causa de
su mutación, sino de las horribles flatulencias que provoca al
viajar (este olor es un elemento literal tomado del personaje
original).
LA
MIRADA es el líder del equipo y un presuntuoso. Pretende
arreglarlo todo lanzando sus “¡zark!”, y lleva una
chapita en el pecho que va cambiando una y otra vez lanzando mensajes
optimistas e imágenes conciliadoras (como la que llevará el
Comediante). En este caso y en los anteriores, todo el tiempo,
se realiza homenaje y ridiculización al mismo tiempo de
personajes importantes para el género de superhéroes; se admira
y se lleva al absurdo sus ideas. ¿Es ésta la marca Moore de
analizar y hacer avanzar al género? Creemos que sí.
En una entrevista de
1982 (revista
Warrior nº2), Alan Moore / Curt Vile comenta:”Hay una gran tradición
de sátira en Inglaterra y creo que yo soy parte de ella. Y también
es simplemente mezquina maldad y completa envidia. Este tipo, Chris
Claremont, posee una colección de Premios Eagle y yo no tengo
ninguno. No hay justicia en eso. No obstante, debo admitir que su
forma de escribir no me enamora, y pensé que había suficientes
cosas absurdas en ella como para hacer algún recorrido con algo de
ataque barato y humor vulgar. Lo difícil del asunto fue que los
mismos X-men de hoy día parecen ser en sí más una parodia de sí
mismos, así que resultó difícil parodiarlos más.”
Todavía una vez más
se volverá a aludir en la tira “ THE STARS MY DEGRADATION” a
personajes de Claremont, con la Dodo Oscura (inspirada en la
Fénix Oscura). En este caso, aunque los dibujos los realiza siempre
Alan Moore, el guión será de Steve Moore. No se lleva
la parodia tan allá hasta el punto de desmenuzar la caracterización
y ver desnudos todos sus elementos, sino que se opta por hacer una
auténtica lucha entre dioses, entre la Dodo Oscura y Despegado
Simpson (en los años de los 80 Frank Miller ya había
observado que las peleas debían producir consecuencias, la violencia
debía mostrarse como es, cruda y peligrosa, para no convertirse en
un mero espectáculo saltimbanqui que elogiara la agresión). Todas
las posibilidades que da el enfrentamiento entre seres tan
extraordinarios da pie no sólo a mamporros, sino a una curiosa
simbiosis de color, formas y alteraciones de la realidad. Este
elemento lo volverá a dibujar magistralmente Alan Davis en un
capítulo del Capitán Britania. NOTA: ambas ediciones se
publicaron en blanco y negro, si bien el recoloreado actual nos ha
dado idea de las enormes posibilidades que abría a la imaginación
el dibujo a línea.
Como vemos, hay
muchísimas referencias al mundo de los cómics en general y
superheroico en particular poblando las páginas, pero para culminar
el análisis de la serie ‘THE STARS’, apuntamos estos detalles
que nos resultan destacados:
La tensa escena en que
un Axel Pressbutton robótico observa un encuentro amoroso de su
ama, Mysta Mistralis. Sin duda, enfocar en esta escena el
punto de vista hacia algo animado pero despersonificado y centrar la
atención en sus posibles reacciones de odio, celos o violencia
produce un efecto terrorífico, que no evoca una única
sensación. Se trata de un logro que reprodujo de nuevo en Tom
Strong, cuando el mayordomo artificial Pneuman contempla
la concepción del héroe al que acompañará fielmente toda la
vida.
Una de las aportaciones
que Alan Moore hará a los WildCATs de Jim Lee en los 90 será
Maxine, una chica violenta y directa con implantes cibernéticos.
Sin duda evoca a Axel Pressbutton, pero es que ya en el especial
navideño “La prometida de Pressbutton” habíamos visto a
Carburetta, un personaje femenino de parecido mucho más asombroso.
E insistimos en que aún nos dejamos pequeños guiños, como por
ejemplo la destrucción urbana que producen los superhéroes.
Hay tantos más como quisiera el lector meticuloso acercar su zoom:
A partir de 1983 el
de Northampton trabajará de lleno en la industria mainstream de
superhéroes, periodo que como sabemos proporcionará una digna
evasión además de hacer historia en el género, aunque mientras
tanto todavía sacará algún tiempo para retomar su underground
en forma de pequeñas apariciones.
En ellas se mofa o saca
punta de los tics que veía que podían dar que pensar a los lectores
del género. No nos olvidamos de “GRIT!” (¡Coraje!),
historia con guión de Alan Moore y dibujos de Mike Collins
publicada en la revista The Daredevils nº8. Hablamos de
“Dourdevil (se traduce como ‘arisco’), el Hombre sin
Sentido del Humor”. Tenemos a un vigilante urbano y solitario
calcado de Daredevil, repasando todos los sinsentidos de sus
villanos y amoríos: el estado de locura y violencia desatada en
que se encuentran los tipos con un gran poder (Pigseye, de
nuevo ensayando la locura en sus personajes) o la absurda
situación de que dos personas no puedan estar juntas -e incluso se
peguen- porque se quieren (Erektra).
También resalta que en
las ilustraciones de las historias que tenemos en el mercado
normalmente “las casas están hechas de pan de jengibre y llueve
helado de pistacho” cuando en realidad la ciudad “es sombría,
y cruda, y realista. Hay grandes edificios oscuros con pocos
rectángulos claros, y torres de agua, y tapas de alcantarillas y
montones de otros crudos temas [...]Esta ciudad es una trampa mortal,
un acto suicida”. Estas afirmaciones no sólo trasladan los
escenarios del maestro Eisner al mundo superheroico, sino que
adelanta los conceptos urbanos de obras como Watchmen
(recuérdese el impactante texto de la 1ª página: “Las calles
son arroyos y los arroyos están llenos de sangre... y cuando los
desagües se atasquen, todos los gusanos se ahogarán. Toda la
inmundicia de su sexo y violencia hará espuma a su alrededor, y
todos los políticos y las prostitutas mirarán arriba y gritarán:
¡sálvanos!”). En este trabajo en particular Moore también
encontraremos fugazmente algún detalle que parece directamente
extraído de su época underground:
Hasta aquí hemos
presentado una buena colección de relaciones entre los superhéroes
y el underground de Alan Moore.
No dudamos que en el futuro puedan
apuntarse algunas más que resalten la importancia del tema, y
éste desde luego está abordado en el material de
la BibliotecaEMBRYO que pormenorizadamente estudiamos. En conclusión,
no
siempre la crítica debe tomarse como destructiva y no siempre la
broma es burla. Se establecen
relaciones de complicidad y
responsabilidad en todos lo que alguna vez han amado un campo tan
peculiar dentro del medio cómic que pueden
esconder
deslumbrantes ideas dentro de apreciaciones amargas. Sea por
medio del autor que sea, y se diga lo que se diga,
el género de
los superhéroes seguirá sus caminos mientras haya lectores que se
ilusionen y apasionen con sus historias.
BIBLIOTECA
UNDERGROUND de ALAN MOORE consultada:
-“ANON E
MOUSE”, periódico Anon. Northampton, 1974-75.
-“SAN
PANCRAS PANDA” Y TODO ALAN MOORE EN BACK STREET BUGLE, periódico
Back-Street Bugle. Oxford, 1978-79.
-REVISTA
DARK STAR. Reino Unido, 1979-80
-“ROSCOE
MOSCOW en: ¿Quién mató al Rock ‘n’ Roll?”, revista Sounds.
Reino Unido, 1979-80.
-“THE
STARS MY DEGRADATION”, revista Sounds. Reino
Unido, 1980-83.
-“GRIT!”,
revista The Daredevils nº8. Reino Unido, 1983.