Lo que se considera el
VOLUMEN I de esta serie dura hasta el episodio 67, y dentro de
él podríamos establecer varias etapas:
ESPECIAL “La
espada desenvainada”
Nº 1 a 11
– ETAPA CLAREMONT + DAVIS
Nº 12 a 25 –
REALIDADES ALTERNATIVAS
Nº 26 a 41 –
NÚMEROS DE RELLENO
Nº 42 a 50 – MOTIVO
DE LA FORMACIÓN DE EXCALIBUR
Nº 51 a 59 –
Diversos autores bajo tutela de ALAN DAVIS
Nº 60 a 67 – “El
Regreso de Fénix”
*Nota: este esquema es
personal, únicamente creado a modo de estudio propio.
Según nos cuenta el
Profesor Loki, correro de la edición española de esta
publicación en los años 90 e informado de toda la actualidad que
iba produciéndose en EE.UU., las ventas de Excalibur en su mejor
momento nunca llegaron a igualar a la del resto de colecciones
mutantes (por lo normal estaban en torno a 1/4 respecto a Uncanny
X-Men, por citar alguna), y el excesivo tiempo que estos personajes
quedaron “desatendidos” provocó que se perdiera un buen número
de lectores. Como es habitual en el género humano, mientras el grifo
no se cierre se deja seguir la corriente aunque sea en decadencia, y
hasta que no llega el momento de extrema necesidad no se toman
medidas correctoras, como fue la apuesta de Terry Kavanagh,
editor marveliano de turno. La serie Excalibur merecía mucho la pena
y disponía de valiosos hallazgos, pero como Claremont se había ido
desvinculando poco a poco, ocupado en otros proyectos, le pasó el
testigo tanto de guión como de dibujo a Alan Davis en solitario.
Le dijo: “Haz lo que quieras, diviértete”.
El primer número de la
ETAPA DAVIS EN SOLITARIO, el 42, apareció en octubre de
1991, y le acompañaban Mark Farmer al entintado y Glynis
Oliver al color. Era su estreno como autor completo, pues
nunca antes había escrito como profesional; sin embargo, a lo
largo de su carrera había tenido la suerte de dar forma gráfica a
los textos de grandísimos escritores, y de alguna forma había ido
madurando ideas y creando sus propios mecanismos narrativos; otro
factor importante es que después de tantos años dibujando y
leyendo lo que otros escribían sobre el mundo del Capitán Britania
y Excalibur se conocía al dedillo cada personaje, cada situación.
Seguro que fue así porque la obra que nos proporcionó con su
Excalibur es posiblemente una de las cumbres del tebeo de
superhéroes.
Esta cita del propio
Davis clarifica las ideas que bullían en su cabeza: “Quiero que
mis historias planteen situaciones peligrosas pero que no sean
tristes ni dramáticas. Que siempre acaben bien. No quiero que los
héroes, que son positivos, tengan aspectos negativos que les hagan
sentir desesperados. En los cómics ocurren cosas grandes,
increíbles, y los autores intentamos que la gente crea que algo así
pueda ser real”.
Sin duda alguna le dio
vida a esta máxima a través de las páginas que nos regaló, desde
la primera entrega y capítulo a capítulo asistimos a un trepidante
melodrama que nos entretiene, nos arrastra y cautiva con una lógica
precisión. Su táctica fue ir atando todos los cabos sueltos
que tenía la serie en su rico y variado background, y además ir
creando en perfecta sintonía con el patrimonio heredado nuevos
personajes, lugares, nombres, emociones, magia. Relacionará a
todos los protagonistas, sus personalidades y sus superpoderes, y
desarrollado todo ello hasta el número 50 de la serie nos
proporcionará una explicación especialmente ingeniosa sobre las
verdaderas causas que llevaron a crear el superequipo EXCALIBUR.
En cada entrega pasan
muchísimas cosas, retrotrayéndonos al encanto de los tebeos
antiguos, y nuestros héroes quedarán intensamente afectados por la
aventura; en especial Meggan, que Davis confiesa que es su
favorita y a la que da una dimensión soberbia. El tema es que no
sólo hace avanzar a los personajes “ingleses” (con menos
relevancia o pasado en la compañía), sino también redefine a los
“americanos” consagrados con nuevos conceptos, en especial
trabajará a fondo con Rondador Nocturno y con Fénix
(ésta uno de los símbolos más visibles de Marvel). En este momento
álgido no desentonó pero esto le traería problemas más adelante.
El esfuerzo en la
escritura nos resulta asombroso, y sin embargo ello no mermó ni un
ápice la belleza habitual de las figuras y escenas de Davis. Cada
página en sí y todo el conjunto de ellas conserva en su diseño la
viveza, la elegancia, la corrección, la perfecta planificación y
agilidad de escenas marca de una estrella del dibujo consagrada.
Esta perfecta combinación la justifica él mismo cuando dice que
“imagina las historias al tiempo que las visualiza, las viñetas
deberían contar la historia sin palabras”. Se reconoce a sí
mismo como un narrador visual y señala que él mismo había
ido aportando mucha imaginatividad a los guiones que recibía
(recordemos que en Excalibur firma desde el principio como
co-argumentista).
Nos quedamos con estas
frases de Lorenzo F. Díaz que describen al mejor Alan Davis:
“No tiene un gran estilo literario, ni es un autor enormemente
original cuyas ideas sorprendan por revolucionarias o novedosas. Su
mérito es saber lo que es un buen continuará: acumular poco a poco
tensión, sucesivos enigmas, historias paralelas, de cara a un
desenlace que se antoja espectacular pero que al final da pie a otra
historia”. Y también: “Al contrario que en otros casos,
en que el dibujante aprovechaba su condición de guionista para
trabajar menos, el Alan Davis guionista obliga a su dibujante a
trabajar y potenciar al máximo sus recursos, enfrentándolo a un
reparto de personajes enormemente amplio y a la creación de toda una
serie de ambientes, que le permiten lucirse como pocas veces”.
A partir del número
51 (éste en concreto es genial) Davis se tomó un
descanso a los lápices y guionizó diversos números para
otros dibujantes. La verdad es que al principio mantienen interés
porque siguen cerrando otros temas de la etapa Claremont que estaban
en el aire, pero van desinflándose, sobre todo aquellos en que es
argumentista y Scott Lodbell realiza los diálogos. El mismo Davis
llegó a reconocer que no le gusta escribir para otros, y por ello
volvió a dibujar Excalibur en los números 54, 55 y 56,
excelentes aunque se nos hacen cortos. Resaltamos que en el nº 54
hizo un merecido homenaje a la obra ALICIA de
Lewis Carroll, cuyos hallazgos e iconografía tanto parece
haberle influido en sus años de aprendizaje hasta conformar su
particular estilo.
Entrados en los 90,
MARVEL COMICS se encontraba inmersa en nuevos arcos
argumentales y no quería que Excalibur permaneciera ya tan
aislada del resto de sus colecciones de mutantes, como ocurrió
en su origen, sí de forma justificada. La exigida interacción y
varias situaciones impuestas (como el cambio físico en varias
ocasiones de Mariposa Mental) sentaron mal a Davis, y además
desde la compañía no se veía con buenos ojos que una serie
“menor” explicara tantas cosas de su universo, cada vez de
manera más ambiciosa y afectando a los emblemas más reconocibles de
la casa. En 1993 el autor abandona la colección cerrando
brillantemente el ciclo entre los números 60 a 67, en la saga
“EL REGRESO DE FÉNIX”, donde de nuevo es
responsable total. Sin ser la mejor de las aventuras, ofrece un
cálido homenaje a “Días del Futuro Pasado”
de Byrne, utiliza muchos más personajes de Marvel UK
actualizados al momento (dando la impresión de que tienen tanto
lustre como los superhéroes USA) y deja una agradable sensación,
como siempre aderezada de su facilidad para diseñar, exponer e
imaginar gráficamente todo tipo de situaciones y seres.
Incluso proporciona
algunas frases que manifiestan que Davis ya confía plenamente en su
capacidad de escritor, y que a través de las palabras puede
expresarse plenamente. Entre ellas, habla sobre el patriotismo cuando
el Capitán Britania comenta: “Me dieron mi nombre y mi traje
con mis poderes. No soy un patriota. No me importan los países o los
gobiernos. Me importa la gente... la justicia... lo que está bien y
lo que está mal”. O esta otra interesante reflexión: “Somos
producto de nuestro pasado. Cámbialo y dejaremos de ser lo que
somos. El pasado ha desaparecido, abraza tu futuro”.
La marcha de Alan
Davis señaló el considerado VOLUMEN II de EXCALIBUR
y trajo una nueva forma de presentar a los personajes que la hizo
diferente, razón por la que éste ya no quiso volver más. Sí hizo
todavía otro trabajo destacable para Marvel, de nuevo como
autor completo y de creación propia: CLANDESTINE,
un grupo superheroico. Nos relata sobre ello: “Yo había dibujado,
dibujado y entintado, escrito y dibujado y me apetecía hacer algo
mío”.
A pesar de lo que
prometía, la colección Clandestine quedó inconclusa y la
retomaría muchos años después aunque nos parece que perdió bríos.
A título personal, Davis no ha vuelto a encandilarnos con otro trabajo de la excelencia en todos los sentidos que tuvo con la colección que
nos ocupa. Parece como si EXCALIBUR hubiera
sido la obra de su vida, asimilada en su interior durante muchos años
desde sus inicios en el medio hasta que estuvo lo suficientemente
madura para salir y ofrecernos una de las mejores propuestas de lo
que debe contener el buen tebeo de superhéroes.
En España, la
editorial PANINI volvió a reeditar esta serie en lujosos
tomos con los números 1 a 11 más el especial “La espada
desenvainada” que prometían volver a hacernos disfrutar de
estos personajes. En cambio, la publicación no pasó de ahí y la
sublime etapa de Alan Davis permanece actualmente inaccesible para
las nuevas generaciones de lectores. Una verdadera lástima
porque sólo podemos encontrar en el mercado de segunda mano algunos
números sueltos de la única edición en grapa de los años 90.
Seguro que Panini dispondría de algún instrumento o formato que
posibilitara recopilar esta gran historia superheroica, al menos su
momento más relevante, y traérnosla pronto de nuevo, ¡ojalá!
WEB OFICIAL DE ALAN
DAVIS: