Esta película argentina se estrenó en 2009 y cosechó numerosos premios, entre ellos un Oscar a la mejor película extranjera, razón por la cual casi me alejé de ella, no sé bien por qué, manías mías, supongo que porque ya he tenido muchas decepciones con cintas oscarizadas, y en cambio muchas alegrías con pequeños proyectos sin mucha difusión.
También le llovieron críticas en su propio país, Argentina, porque contó con más facilidades de difusión que el resto y contrató a actores de renombre de cara a un público, que le respondió, desde luego, pues tuvo la mayor entrada de los últimos 34 años. ¿Causa principal de la polémica? Su presupuesto es elevado para lo que es la industria cinematográfica del país (1,5 millones de euros), ya que llegó dinero extranjero motivado por el cartel internacional de su director y guionista, Juan José Campanella. Éste lleva trabajando desde el año 2000 en series de televisión estadounidenses mainstream como Dr House, desde que alcanzó gran proyección con su trabajo “El hijo de la novia”.
Afortunadamente, una persona amiga me invitó a verla. Prejuicios, en cualquier dirección de la corriente, siempre fueron malos.
Decir en primer lugar que no encontraremos aquí grandes efectos especiales, ni excesos de ningún tipo. Realmente tampoco podría encuadrar la película en un solo género concreto, contiene thriller, comedia, romanticismo,... simplemente decir que es una adaptación de la novela “La pregunta de sus ojos” de Eduardo Sacheri. Además el entendimiento cuesta al principio ya que la versión que disfrutamos en España es la misma original de Argentina, y al no tener el oído habituado a su dialecto, perdí algunas frases. Esto es un inconveniente para el que recomendaría que, si le pasa a alguien, vuelva hacia atrás. La historia está construida principalmente desde los diálogos, y es importante llevarlos en cuenta.
La trama se desarrolla en dos líneas temporales. Una en 1999, cuando Ricardo Espósito regresa a Buenos Aires tras 25 años de ausencia. Visita a Irene Menéndez, que goza de una privilegiada posición en la justicia argentina y que fue su compañera de trabajo en sus inicios como agente judicial. Le propone la lectura de una novela que escribe sobre Liliana Colotto, joven asesinada y violada en su propia casa en 1974, pero cuyo caso no fue juzgado todo lo bien que requería, a juicio de Espósito. La segunda línea, evidentemente, nos retrotrae a 1974, época en la que el protagonista, Irene y Sandoval, otro compañero de su oficina, investigan los sucesos. Sobre ellos pesa una terrible losa, fruto en parte de la situación política argentina del momento, en el que la situación interna del gobierno de María Estela Martínez de Perón se deteriora aceleradamente debido a la crisis económica del petróleo de 1973 y a la creciente violencia política que derivará en un nuevo golpe de estado para el país en 1976. La justicia argentina de la época se ve afectada, según nos retrata la película, y la tensión general se traslada a ella y al propio caso en cuestión.
Si bien el asunto tuvo un cierre judicial, que en la historia del pasado se nos irá desgranando, ninguno de los participantes quedará satisfecho. Sin embargo, tuvieron que pasar página, aceptar los daños, ignorar a los que se quedaron sufriendo y seguir adelante con sus vidas y las consecuencias que a ellas llegaron. La redacción de la novela se presenta más como un acto de expiación por el que Espósito necesita librarse de sus culpas, y aunque parezca fuera de contexto ya, a ojos de todos, precisamente él vive obsesionado con las miradas a aquel tiempo pasado. Nunca consiguió olvidar la foto de Liliana, ni a las personas que sufrieron y no soporta la indiferencia hacia ello en la que él mismo participó, para sobrevivir. Es el “secreto que tienen sus ojos”, los de la chica a la que le robaron su vida, pero también los de los seres humanos, a través de los cuales se transmiten tantos sentimientos que no deben ser despreciados por ningún otro interés, y que realmente se convierte en un mensaje muy bello que se transmite por toda la cinta.
También le llovieron críticas en su propio país, Argentina, porque contó con más facilidades de difusión que el resto y contrató a actores de renombre de cara a un público, que le respondió, desde luego, pues tuvo la mayor entrada de los últimos 34 años. ¿Causa principal de la polémica? Su presupuesto es elevado para lo que es la industria cinematográfica del país (1,5 millones de euros), ya que llegó dinero extranjero motivado por el cartel internacional de su director y guionista, Juan José Campanella. Éste lleva trabajando desde el año 2000 en series de televisión estadounidenses mainstream como Dr House, desde que alcanzó gran proyección con su trabajo “El hijo de la novia”.
Afortunadamente, una persona amiga me invitó a verla. Prejuicios, en cualquier dirección de la corriente, siempre fueron malos.
Decir en primer lugar que no encontraremos aquí grandes efectos especiales, ni excesos de ningún tipo. Realmente tampoco podría encuadrar la película en un solo género concreto, contiene thriller, comedia, romanticismo,... simplemente decir que es una adaptación de la novela “La pregunta de sus ojos” de Eduardo Sacheri. Además el entendimiento cuesta al principio ya que la versión que disfrutamos en España es la misma original de Argentina, y al no tener el oído habituado a su dialecto, perdí algunas frases. Esto es un inconveniente para el que recomendaría que, si le pasa a alguien, vuelva hacia atrás. La historia está construida principalmente desde los diálogos, y es importante llevarlos en cuenta.
La trama se desarrolla en dos líneas temporales. Una en 1999, cuando Ricardo Espósito regresa a Buenos Aires tras 25 años de ausencia. Visita a Irene Menéndez, que goza de una privilegiada posición en la justicia argentina y que fue su compañera de trabajo en sus inicios como agente judicial. Le propone la lectura de una novela que escribe sobre Liliana Colotto, joven asesinada y violada en su propia casa en 1974, pero cuyo caso no fue juzgado todo lo bien que requería, a juicio de Espósito. La segunda línea, evidentemente, nos retrotrae a 1974, época en la que el protagonista, Irene y Sandoval, otro compañero de su oficina, investigan los sucesos. Sobre ellos pesa una terrible losa, fruto en parte de la situación política argentina del momento, en el que la situación interna del gobierno de María Estela Martínez de Perón se deteriora aceleradamente debido a la crisis económica del petróleo de 1973 y a la creciente violencia política que derivará en un nuevo golpe de estado para el país en 1976. La justicia argentina de la época se ve afectada, según nos retrata la película, y la tensión general se traslada a ella y al propio caso en cuestión.
Si bien el asunto tuvo un cierre judicial, que en la historia del pasado se nos irá desgranando, ninguno de los participantes quedará satisfecho. Sin embargo, tuvieron que pasar página, aceptar los daños, ignorar a los que se quedaron sufriendo y seguir adelante con sus vidas y las consecuencias que a ellas llegaron. La redacción de la novela se presenta más como un acto de expiación por el que Espósito necesita librarse de sus culpas, y aunque parezca fuera de contexto ya, a ojos de todos, precisamente él vive obsesionado con las miradas a aquel tiempo pasado. Nunca consiguió olvidar la foto de Liliana, ni a las personas que sufrieron y no soporta la indiferencia hacia ello en la que él mismo participó, para sobrevivir. Es el “secreto que tienen sus ojos”, los de la chica a la que le robaron su vida, pero también los de los seres humanos, a través de los cuales se transmiten tantos sentimientos que no deben ser despreciados por ningún otro interés, y que realmente se convierte en un mensaje muy bello que se transmite por toda la cinta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario