BIO-LOCALIZACIÓN: PARTE 1, PARTE 3, PARTE 4, PARTE 5, PARTE 6
Recuerda Alan Moore que, una vez siendo niño y estando enfermo en casa, su madre le quería hacer un regalo. Él le pidió un cómic que había visto en un tenderete de la Plaza del Mercado, en concreto uno de Blackhawk. Le explicó cómo era, pero ella -que no entendía de superhéroes- le trajo por error el número 3 de Fantastic Four porque la portada era similar a la descripción que le había ofrecido Alan. En principio, se mostró desilusionado al ver el ejemplar, porque no eran los personajes estilizados y adorables de DC Comics a los que estaba acostumbrado, sino que llevaban la impronta de Jack Kirby: eran marcados, oscuros y realistas. Y la historia era muy diferente a aquellas, contenía drama, violencia, pesimismo. Pero este descubrimiento enseguida empezó a mostrarle las posibilidades del cómic. En menos de un año ya había ahorrado para comprarse la revista Mad, y comprobó que no entendía nada de aquellas bromas, ni tampoco sus padres; esto motivó que desarrollara una inquietud por abrirse culturalmente, le empezó a atraer la cultura americana y las referencias que hacían, llegando poco a poco a ampliar su miras hacia autores como Will Eisner o los artistas underground, entre los que destaca su admiración por Robert Crumb.
Sería a los 11 años cuando realizara su primer fanzine: “The Crimebusters”, en varias entregas. Según nos cuenta, “una auténtica mierda plagiada de Los Vengadores que solía grapar en una esquina y luego la prestaba por un penique cada una”. Precisamente, este nombre lo utilizará para el 2º grupo de superhéroes de su futura y celebrada obra “Watchmen”. Respecto a sus lecturas, seguirá ampliándolas con novelas de “una forma muy promiscua y variada, tomando pequeñas cosas de miles de autores”: Lovecraft, Ray Bradbury, Michael Moorcock, William Burroughs o Mervyn Peake, entre muchos otros.
Con respecto a la relación con su padre, Moore recuerda que a los 10-11 años era muy aficionado a una banda de rock llamada Cockney Rebel, cuyo tema principal decía en el estribillo “Call me Sebastian”, y su padre empezó a llamarle ‘Sebastian’, sin mala intención pero otorgándole al mote un significado peyorativo de intelectual amanerado, lo que reflejaba cierto desprecio por este colectivo y las aficiones en que se iniciaba su hijo.
En la época de su adolescencia gozó de mayor libertad por parte de sus padres, y de esta manera tuvo la oportunidad de salir hasta tarde o ir a fiestas, perdiendo paulatinamente el interés en adaptarse a la atmósfera de la Northampton Grammar School, y así mejorar sus calificaciones o resarcir su orgullo herido. En la década de los 60 llegaban a Europa desde Norteamérica las ideas hippies contra la manera clasista en que la sociedad estaba yendo, por lo tanto también a Northampton, y aunque Moore no se hizo hippy sí reconoce que sintió un acercamiento hacia su punto de vista social y político.
Es necesario ahora hacer un inciso. Por aquel entonces, otro joven llamado Steve Moore -de unos 18-19 años y londinense, y sin relación familiar con Alan Moore-, se colocó después de terminar el instituto como empleado de oficina en una nueva compañía llamada Odham, que se dedicaba a reimprimir las obras de MARVEL Comics que hacían furor en los EE.UU. Lo hacían con un interior en blanco y negro y también dieron la oportunidad de publicar a autores ingleses, todo en una colección titulada Power Comics.
En la publicación Power Comics incluían una dirección de correo para que los lectores escribieran. De esta forma Alan Moore, contando unos 14 años, empezó a escribir a 'Sunny' Steve Moore, resalta que porque le hacía gracia la coincidencia de apellido, y así nació entre ellos una correspondencia que se hizo frecuente. A raíz de este contacto, se hizo socio de la primera convención de cómics inglesa. La segunda convención fue llevada a cabo por Frank Dobson, Bram Stokes y Steve Moore en Londres, 1969. Alan, contando 15 años, viajó hasta el evento y conoció a Steve en persona, y además compró fanzines británicos de esos años, para los que en lo sucesivo estuvo enviando colaboraciones y en cuyas páginas también coincidieron David Lloyd, Jim Baikie y Paul Neary, autores con quienes le unirían los años.
En adelante, la amistad de Alan con Steve Moore se irá fortaleciendo, y pese a la distancia, uno en Northampton y otro Londres, mantendrán un intenso contacto telefónico o por correo y encontrándose en ocasiones especiales.
Justo en esas fechas, 1968-69, Moore tuvo que ponerse gafas para cuidar su ojo casi ciego. A la misma vez, también se había iniciado en las drogas. Primero fumando cannabis y después probó el LSD, reconoce que por esa época iba muy colocado, tomaba unas 50 pastillas al año, aunque afirma que eran de mejor calidad que las que actualmente proporcionan los traficantes. Visto desde la distancia de nuestro presente, comenta sobre aquello: “El LSD fue una experiencia increíble. No es que lo esté recomendando para nadie más; pero para mí fue como si – me mostró chocantemente que la realidad no era una cosa fija. Que la realidad que vemos sobre nosotros cada día era una realidad, y válida – pero que había otras, perspectivas diferentes donde cosas diferentes adquieren un significado que también es válido. Eso tuvo un profundo efecto en mí”.
Muy poco después, la situación en la Northampton Grammar School irá haciéndose cada vez más incómoda para Moore, que iba comenzando a mostrar signos de rebeldía, como por ejemplo modificando su aspecto. Se pasó desde los 16 cambiando su imagen, primero a lo ‘Beatles’, y como los profesores le decían que se lo cortara, se lo dejó cada vez más largo. A su vez optó por quitarse las gafas.
El mismo año terminó traficando con LSD en su mismo colegio y, cuando lo pillaron, acabaron expulsándolo, por eso y por la mala influencia que decían que ejercía sobre sus compañeros allí. Incluso, el director se aseguró que no lo admitieran en ningún otro centro de los alrededores, lo que le dolió bastante. Este hombre se suicidó (por ahorcamiento) a los pocos meses de tal suceso y la reconciliación ya nunca fue posible.
De repente, todos sus amigos de allí lo abandonaron, y la situación lo volvió muy “antisocial”, “sociópata”; odiaba la autoridad y la estructura de cada cosa. Sus padres estaban horrorizados por todo lo que había pasado, y sus angustias no cesarían en el futuro, pues algún tiempo después su hermano Mike también fue expulsado del colegio por vandalismo; de hecho nos comenta que éste incluso flirteó un periodo con grupos ‘skinheads’, aunque Moore afirma que nunca se inmiscuyó en asuntos racistas.
Los padres de Alan le obligaron a trabajar, y éste decidió no disgustarlos más y dejó el LSD, sin haberlo vuelto a probar hasta la fecha, según confiesa. Entró en varios sitios en los que tampoco se encontró muy a gusto: despedazando carne en el matadero, como limpiador de aseos en el Grand Hotel de la localidad y después empaquetando en un almacén. Trabajaba de 5 de la mañana a 7 de la tarde, y por las noches escribía o preparaba cosas para Arts Lab, pues seguían sus actividades creativas, especialmente actuando en hospitales para enfermos mentales. Sin embargo, el grupo quedó disuelto a los dos años de la llegada de Alan, ya que pidieron –contra el consejo de Moore- alguna subvención de dinero público para sufragar los gastos que tenían, y no lograron obtener ninguna. Eso le hizo ver que “si quería hacer algo tenía que hacerlo por sí mismo, y ya estaba seguro que a lo que en el futuro quería dedicarse era a vivir de su producción artística”. No cesó en su empeño, y siguió compaginando el trabajo con algunas colaboraciones con músicos locales (a las letras e incluso como cantante).
Una vez quedó disuelto el Arts Lab de Northampton, unos chicos dos años menores que Moore, y que no habían participado en el anterior, fundaron el ‘Arts Group’. Alan se les unió para poder seguir haciendo lo que tanto le gustaba. Era 1971, y allí también estaba Phyllis, una chica que estudiaba en la Northampton Grammar School femenina y distaba de él un par de años (era más joven). Al poco de conocerse –en una actuación en un cementerio- iniciaron una relación amorosa y se fueron a vivir juntos a un piso de un dormitorio en el barrio de Semilong, frente a la antigua puerta norte de la ciudad, donde vivieron durante seis meses (este distrito estaba en el centro, junto a Spring Boroughs). Una anécdota de la época fue que cuando se sacó el pasaporte los funcionarios le dijeron que parecía una chica por su pelo largo, y ello le motivó a dejarse crecer la barba, adoptando desde entonces el look por el que todos lo conocemos hoy día.
Phyllis empezó a trabajar, y también él, en su caso para un subcontratista local de la compañía de gas; juntos consiguieron alguna seguridad económica. Alan y Phyllis se casaron en 1974, a los 20 y 18 años, respectivamente. Parece que, al asentarse, Moore se conformó con una vida de trabajo obrero porque al fin y al cabo era lo que su padre, su abuelo o su bisabuelo habían tenido. Por entonces vivían con su gato blanco y negro llamado ‘Tonto’ (que le inspirará su serie gráfica “Maxwell the Magic Cat”), en una barriada nueva del Distrito Este de Northampton (Blackthorne) de carácter social y promoción pública. Estaba alejada del entorno histórico en el que había vivido siempre hasta la fecha y, como todas las expansiones de la época, hechas de casas que abusaban de la prefabricación. Allí se había mudado gente mayor (procedente de las expropiaciones que estaba realizando el ayuntamiento en el centro) y matrimonios recién casados o con hijos pequeños que crecerían en aquella nueva área en desarrollo, grupos homogéneos a los que se presentaba una comunidad propia pensada como ideal para ellos. Esto no le gustaba nada a Alan Moore, comenta en varias ocasiones que le parecía una división social excluyente con los desfavorecidos (tema que le servirá de base para crear el Hoop en “La balada de Halo Jones”), y además pensaba que los favores de la Seguridad Social eran pocos y demasiado espaciados en el tiempo, con lo que esperaba que con los años aquella zona se fuera abandonando por las autoridades y degradando (como así ocurrió, en realidad).
ÍNDICE DE “ALAN MOORE Y NORTHAMPTON”
1 comentario:
Magnífica y erudita entrada, Alejandro. No te desmerezcas, que desde luego es un gran trabajo. Será a ti a quien recurramos, sin duda, al tratar de saber sobre Moore.
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