viernes, 29 de octubre de 2010

BESTIARIO DE ANDAR POR CASA.01

Con este terrible primer número abrimos esta nueva sección de nuestro Blog titulada “BESTIARIO DE ANDAR POR CASA”. Con ella damos voz a algunos de nuestros lectores que, lejos de enviarnos cheques, nos han puesto nombre a algunos de sus miedos más ocultos.

Para comenzar, desde una localidad montañosa, ESTEPHENE KING nos cuenta:

“Es lo de ser hijo único. Lo cierto es que nací cuando mi madre era ya una mujer madura, y no había nadie más en la casa pues mi padre nunca dio la cara; por ello tuve todos los caprichos que eran posibles a mi alrededor: una aldea medio deshabitada en la que apenas había luz y poblada por mujeres decrépitas y algún que otro viejo. Económicamente estábamos satisfechos, y yo corría a mis anchas por aquellos paisajes escarpados, pronto incontrolable para mi mamá por el ímpetu de mi juventud. Se puede decir que hice más de una travesura. “Tú sigue sin respetar nada, llegará el día en que volverán tus hermanos y tendrás que rendir cuentas”, me recriminaba siempre mi madre, aunque la diferencia de edad entre nosotros era tan amplia que nunca sentí ninguna cercanía o curiosidad hacia ella y su pasado. Sólo me preocupaba mi futuro, lo reconozco.

Nunca conocí a nadie más de mi familia. Y como es lógico, pronto sólo quedé vivo yo en aquel pueblo, mi reino particular en el que he habitado como su rey desde hace años. Hasta hace unas semanas, todo iba tranquilo; sin embargo, poco a poco mis noches se han ido llenando de pesadillas, las de una muchedumbre de desvencijados niños que inexorablemente, día tras día, se van acercando más y más a mí. La última vez casi sentí que me tocaban, antes de despertar inundado de sudor. Temo a dormir, y por todos los medios lo evito, estoy así desde hace varios días, no sé cuánto más resistiré.”

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