Para contextualizarnos históricamente, habría que decir que Oxnard, hoy día ciudad del estado de California de los Estados Unidos, sufrió en apenas cuatro siglos varios cambios de identidad que han marcado la idiosincrasia de la gente que vive allí. Antes de la llegada de los europeos en 1542, el territorio de Oxnard era habitado por la tribu indígena de los Chumash. Primero se asentaron los españoles, mediante la fórmula de la Misión, hecho que condicionó la fuerte religiosidad de la población. Los nativos fueron educados en la fe católica e integrados en el trabajo de la tierra. Para administrar y controlar el territorio, se repartieron terrenos entre propietarios por medio de un esquema de extensas divisiones rectangulares (ranchos). La explotación agrícola y ganadera se demostró muy fructífera. En 1821 Méjico, incluyendo California, se independiza de España, y a su vez se produce un periodo de llegada de colonos norteamericanos en busca de oro. La población hispana queda equilibrada con la colona (ingleses, holandeses, etc.) y finalmente, en 1850 los acontecimientos llevarán a que California se anexione a Estados Unidos.El colono Henry T. Oxnard programó una plantación de azúcar en el lugar que hoy ocupa la ciudad de Oxnard (en funcionamiento desde 1899 hasta 1959) y las infraestructuras de ferrocarril que establecieron los USA favorecieron el comercio del producto, y a su vez provocaron que a principios del siglo XX llegaran en masa trabajadores chinos, japoneses y mejicanos. Todos los obreros serán nuevos pobladores, y por la facilidad de desplazamiento que permite el uso del automóvil se los irá destinando poco a poco y separados según su procedencia en diferentes barriadas cercanas, morfología urbana producto de la segmentación cuadriculada que se había hecho de la tierra. Los habitantes blancos permanecerán en el centro de la ciudad, el dowtown. Muchos teóricos llaman a este fenómeno la “Ciudad Dual”, pues aparecen zonas próximas sin barreras físicas pero que van quedando separadas económica y socialmente: los blancos están en el centro, y mandan en el mercado laboral, pero necesitan de la mano de obra, de forma que los hispanos vivirán en unas zonas, los orientales en otras, los negros por otra, etc.
La segregación social hace que cada barriada viva muy anclada a sus raíces, y por eso se producen contrastes muy cercanos en el gusto cultural. También provoca que se marginen distritos y caigan bajo el umbral de la pobreza; en ello los medios de comunicación locales han jugado un factor relevante, creando una conciencia del miedo al criminalizar a sectores amplios de la población tras algún suceso de gravedad. Incluso en ocasiones se ha tenido que crear el estado de control policial por la creciente violencia. Esto queda enmascarado por la bondad del clima y la vida costera o las energías positivas de la población.Actualmente, Oxnard posee 200.000 habitantes. La ciudad dispone de un amplio y extenso terreno por el que expandirse, y por eso se produce un tipo de edificación de una o dos plantas, insertas en barrios higienizados (con amplias calles y zonas verdes para cada casa) que se ve ampliamente en los dibujos de Jaime. Cabe destacar que no existen rascacielos en la ciudad, o al menos durante la infancia y juventud de los hermanos, tiempo sobre el que trata este artículo. El primero no se construyó hasta 2005.
Un fenómeno que sin duda marcó la infancia de los hermanos Hernandez, al igual que la de todos los californianos, es la San Diego Comic-Con Internacional. Se trata de la convención anual más importante de los Estados Unidos y se lleva celebrando desde mediados de los años 60. Seminarios, talleres, tiendas, disfraces y todo tipo de actividades relacionadas con las artes populares dan una idea de la importancia del la industria del cómic en el estado de California y acercan en bastante medida el mundo del cómic a la población, que lo vive con una gran aceptación en su día a día. 1982, el año en que los hermanos Mario, Beto y Jaime Hernandez vendieron por primera vez su fanzine “Love and Rockets” , por entonces autoeditado, en la San Diego Comic-Con, también tuvo la visita de Alan Moore –que aún no había trabajado para el mercado americano- y supuso la primera vez que el inglés viajó a los USA. No sabemos si coincidieron ese mismo año, pero lo cierto es que Moore desprende desde siempre admiración por el trabajo de los de Oxnard. Por otro lado, en 1985 seguro se encontraron, pues ellos estaban asentados en la industria y el escritor británico acudió a recoger el premio Kirby (organizado por Fantagraphics, la editorial que lleva publicando todo este tiempo “Love and Rockets”) por su Swamp Thing.
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