Reunimos en esta nueva entrada las impresiones que extrajimos del rato que pasamos en la FNAC de Sevilla con Antonio Altarriba y Kim el pasado 26 de noviembre, actividad englobada dentro del XI Encuentro del Cómic y la Ilustración de Sevilla. El motivo principal versaba sobre su obra en colaboración “EL ARTE DE VOLAR”, que acaba de obtener el Premio Nacional de Cómic 2010 (concedido el día 16 de noviembre a la mejor obra de autor español editada en 2009) y por eso esta ocasión se constituía de una manera especial, como la primera presentación del libro tras el galardón.
Pero lejos de pavonearse por este mérito, los autores procuraron centrarse sobre todo en contar el transcurso y las motivaciones de su trabajo en conjunto, pasando luego a dar la palabra al público asistente para atender todas las cuestiones que quisieran plantear, y es el esquema en que os presentamos nuestra exposición. En la foto de más abajo, por orden de aparición, y de izquierda a derecha, podemos ver a
Kim,
Antonio Altarriba y moderando a
Paco Cerrejón, organizador del Encuentro. También, por si alguien no conoce El arte de volar os dirigimos a este
artículo que sacamos hace algún tiempo en nuestro
BLOG DE ESPIRAL.
Altarriba comenzó expresando el proceso de gestación de su guión, que como todos sus lectores adivinarán fue el motor de la obra. En sus palabras, la historia surgió más del corazón que de la cabeza, como una pulsión causada por el dramático accidente que fue la muerte de su padre en 2001, mediante el suicidio. Con una circunstancia de este estilo, obviamente sentía un gran dolor y pasó un tiempo hasta que comprendió que tal acto era el efecto en su progenitor de una serie de causas que se acumulaban a lo largo de una vida de desilusiones, frustración y derrotas sucedidas. Entonces llega un momento que siente la necesidad de encontrar algo de alivio, darle algún sentido a una persona que busca ese final tras pasar una existencia entera (91 años), y se le ocurre contar las peripecias que vivió aquel hombre explicadas desde los hechos que las justificaban. Esa era la idea, y alguien como él, catedrático de literatura, tenía a su alcance el lenguaje de las palabras, pero le parecía difícil hacer tal reconstrucción en un medio como podía ser el de la novela. Por su filiación al mundo del cómic no se sentía capaz de representar sólo verbalmente tal mundo interior de fantasmas u obsesiones, el asunto lo veía demasiado lógico, rígido. Piensa entonces en apoyar sus palabras con el dibujo, le parece claro que podría ser el medio del cómic el que hiciera resurgir la vida de su padre y los escenarios que habitó de una forma más perspicaz.
Ya tenía el convencimiento de la forma en que deseaba contar la historia, pero veía improbable que alguien se implicara de la forma necesaria para narrar algo tan personal como las aventuras de su propia familia. Fueron varios meses persiguiendo al candidato adecuado, hasta que, según contó Altarriba, encontró a Kim y “fue como si se le apareciera la Virgen” (más delante, en este artículo veremos lo importante que es el simbolismo para este guionista). No se conocían personalmente, pero sí su trabajo y pensó que él podría hacer su guión: aparte de caricaturas para eljueves presentaba diversidad en su registro gráfico, eran de la misma generación y de hecho el padre de Kim también sufrió la represión franquista.
En este momento Kim tomó la palabra. Nos comentaba que él puso sus condiciones. Exigió ante todo que le atrajera el guión y además que no se le metiera prisa porque la vida del dibujante no es fácil y para ganársela necesita contraer muchos compromisos a la vez. Reconoce que le sorprendió que lo eligiera a él, porque piensa que hay “mil dibujantes mejores”, pero Altarriba insistió en su propuesta y se dejó seducir por el reto. Kim nos contaba que él hizo Bellas Artes y su sueño era ser pintor, pero acabó copiando cuadros, y después en todo lo que ha hecho tampoco ve que haya nada que valiera la pena para pasar a la posteridad. Por tanto le hacía ilusión participar, pensaba que era un proyecto interesante, podía ser quizás lo más importante que había hecho nunca, y de esta forma “dejaría algo en la vida”.
El guión que le pasó Altarriba era ameno, según Kim, el único que lo ha leído. No era una lectura ardua, con tecnicismos, sino contado muy literariamente, yendo viñeta por viñeta y describiendo detalle por detalle. No se leyó el texto entero, de hecho no estaba acabado del todo, sino que empezó a dibujar cronológicamente a medida que leía, y como anécdota dijo que a veces se sorprendía cuando algunos personajes ganaban protagonismo con el avance de la historia y tenía que volver atrás y retocarlos porque en principio pensaba que la primera vez que los dibujó ya no iban a salir más. Para documentarse sobre escenarios, vestuarios, etc. se iba a eljueves ya que en ese tiempo no tenía ordenador y además elabora su trabajo de forma eminentemente manual. Lo que más le llamó la atención fue la parte del asilo, no esperaba que un sitio así pudiera provocar situaciones tan divertidas; Altarriba interviene para apuntar que en los 15 años que duró esa etapa conocía muy bien la realidad cotidiana y la relación con sus familiares de aquellos viejos, y que de la experiencia tomó mucho para su texto, porque la realidad supera la ficción. Lo más difícil de dibujar para Kim fueron los trozos surrealistas, como el de la máquina de coser volando o el de las galletas, éste en concreto confiesa que cuando lo ve querría repetirlo; Altarriba aclara que pretendió un trabajo muy documentado en su escritura, pero introdujo lo onírico como una forma que le parecía mejor para describir las situaciones en que su padre se encuentra en situaciones especialmente tensas (su regreso a una España omnifranquista, la muerte de su esposa,...).
Por fin, tras cuatro años de trabajo al dibujo en los que Antonio Altarriba esperaba ansioso el resultado - aunque según declara Kim a él le habían parecido dos años (reconoce que es algo despistado con el tiempo)-,
El arte de volar vio la luz en 2009. La verdad es que la idea inicial era lanzar una
1ª edición de
1000 ejemplares de tamaño 23x30 cm, numerados, pensada para un público selecto y de cierta edad, pero la tirada se agotó pronto y luego vinieron reediciones, encontrando sentimientos contradictorios ante la edición en formato pequeño de la novela gráfica (
16,5x23,5 cm), no del gusto del dibujante por la reducción de sus ilustraciones, perdiéndose detalles, y sin embargo
válida para el escritor, según dijo.
A partir de la publicación se sintieron muy bien tratados por la crítica en general (dicen que algunas sí ha habido reticentes), luego recibieron llamadas de felicitación de amigos que no leían cómics, y después poco a poco pequeños foros, fanzines, blogs, páginas especializadas de la red y medios más afianzados se han ido haciendo eco del tema, ganando un hueco en el panorama del cómic para
El arte de volar. Asimismo, al igual que le ha ocurrido a los otros premios nacionales, también han ido conquistando terreno fuera del sector tradicional de los tebeos.
TURNO DE PREGUNTAS Y FIRMAS
-Hablad sobre el significado del precio de 34 €.
Altarriba responde que sabe a qué se refiere: a la historia particular de la realización del libro, que a su entender está llena de anécdotas casi mágicas. En primer lugar, como escritor tomó el recurso argumental de convertirse en su propio padre para contar su trayectoria, y en la vida real dice que siente que desde entonces aquel muerto que invocó continúa en él, y que le contesta cuando le habla.
Sobre el nº 34, cuenta que tras el suicidio del 4 de mayo de 2001, la directora del centro en que se alojaba su padre le reclamó, en mitad de su duelo, que debía abonar los 4 días de mayo que había pasado allí, pues los había dejado a deber. En ese momento la irrupción le pareció un acto de personas desalmadas, así que le contestó que lo hubieran cuidado mejor, que no lo piensa pagar y que lo dejen en paz. Al cabo del tiempo, en el año 2004 le llegó la reclamación de esos 34 € por vía judicial, y este hecho fue el motor que lo indignó hasta el punto de emprender acciones por la vía jurídica contra la residencia de ancianos y, lo más importante, empezar el proyecto de su tebeo El arte de volar. Cuando todo se terminó, y el editor iba a poner los ejemplares del libro a la venta, le fijó (sin saber nada de esto) el precio de 34 €, otra vez ese número.
Más simbología: Kim terminó el trabajo en la fecha en que su padre habría cumplido 99 años, y 2010, el año que está siendo glorioso para El arte de volar, supone el centenario del nacimiento de su padre.
-Kim, ¿piensas volver a hacer una historia de estilo serio? Kim: “Para mí es difícil, porque trabajo sobre todo en lo humorístico. Me sorprende que te guste mi dibujo, yo lo miro en el libro y no termino de quedarme muy contento”.
-En vista a esta respuesta, Antonio, ¿estás contento con Kim?
Altarriba manifiesta que la historia estaba bastante clara desde el principio, y que el estilo de Kim encaja con la forma en que la concebía: trazo realista con un punto caricaturesco para todas esas escenas tremendistas que ideó. Como mejor prueba dice que no tuvo que modificar en absoluto su guión debido a la parte gráfica. El único cambio vino porque descubrió que una pariente que citaba en el libro aún estaba viva, con 100 años, y pensó mejor modificarle el nombre al personaje.
Kim se sinceraba explicando que aún le cuesta aceptar que él es el dibujante adecuado para un testimonio como el que se narra en El arte de volar. Sí resalta que personalmente hubiera cambiado los grises por el color, en tonos ocres, que hubiera quedado bien, pero entonces habría tardado demasiado tiempo, quizás aún no lo hubiera finalizado, porque tiene muchos compromisos, y muy dispares, por ejemplo ahora está haciendo un libro de cocina en tono humorístico con un amigo.
Pero Altarriba pensando en lo que ha dicho Kim decide que ya no puede imaginarse la obra de otra manera, que tal como está le gusta.
-¿Podrá convertirse “El arte de volar” en una obra internacional con referencias tan concretas a la Historia de España? Altarriba informa que por ahora están interesados los países Francia, Italia, Turquía, Portugal y Finlandia. La traducción al francés ya la ha supervisado él mismo (es profesor de literatura francesa), y está impaciente por ver qué piensan en esa nación cuando se edite allí, pues su trabajo también forma parte de la Historia francesa y no queda muy bien parada en él.
Sí le sorprende el interés desde Turquía, porque ve que es un lugar muy lejano a los acontecimientos que se narran en el cómic. Sin embargo, piensa que más allá de unos hechos históricos, se cuenta algo bastante universal: un hombre cuyos ideales se confrontan con la realidad, el querer y el poder. Observa que ese valor exportable también ha conectado mucho con el público joven actual, que en esta época presente tienen la edad de soñar, de emprender el vuelo del proyecto ilusionante que es su vida, pero las circunstancias se lo ponen difícil.
-¿De dónde viene el título “El arte de volar”?
Altarriba afirma que lo tuvo claro desde el principio. Si se mira literalmente, la frase parece algo truculenta, por cómo se produce la muerte de su padre: caída al vacío. Pero él quería ir más allá del significado del vuelo: su progenitor se pasó la vida intentando despegar (irse del pueblo para abandonar las miserias del mundo rural, buscar justicia, ilusionarse con el amor, con la familia, etc.) pero todo le salió siempre mal, con sus contradicciones y sus grandezas se le dieron acontecimientos adversos que lo truncaron todo. Pero cuando se lanza al vacío, aunque parezca que se estrella, consigue al fin algo que se ha propuesto, realmente vuela.
-Antonio, ¿cómo se transforman unas cuartillas escritas por tu padre en un guión? Altarriba manifiesta que su padre conservó buena memoria hasta el final, y que había contado su historia en múltiples ocasiones. En su depresión, como hijo le recomienda que escriba, a lo que se dedicó por unos meses, redactando todo el periodo de su relato vital hasta su regreso a España, porque el matrimonio con su madre en ese momento parecía interesarle menos. De esas hojas pudo luego extraer para el guión datos, nombres, fechas, hechos, muertes, etc.
Pero también el argumento está lleno de elementos de ficción, por ejemplo dice que su padre en verdad nunca tuvo en su poder las alpargatas de Durruti, sólo es un artificio narrativo, o también el caso del topo, que evidentemente nunca estuvo en el interior de su cuerpo, sino que era un metáfora que representa la queja de que algo le roía por dentro.
Seleccionando cosas, juntando dos personajes en uno o inventando cosas, Altarriba fue urdiendo una trama que, si bien pretende ser fiel a unos acontecimientos, sobre todo quiere transmitir los ideales de su padre.
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