viernes, 10 de diciembre de 2010

“LOS CÓMICS QUE PUDIERON SER”, Conferencia de Rafael Marín

Enmarcada también en el programa del XI Encuentro del Cómic y la Ilustración de Sevilla, queremos compartir la experiencia de esta charla con todo aquel que no pudo asistir al acto, sabiendo que esto es sólo una trascripción lo más fiel posible, y en todo caso pedimos dispensa por cualquier error u omisión. Rafael Marín acostumbra ya a pasarse cada año por la mencionada ciudad a teorizar sobre aspectos no poco interesantes del mundo de los tebeos, sumando sus reflexiones al imaginario de los asistentes. Quizás por su profesión principal, profesor de instituto, en cada discurso hace gala de unas excelentes cualidades oradoras y didácticas, sabiendo llegar bastante y convirtiendo cada cita con él en un puro deleite de escuchar, además siendo coherente con su trayectoria y sus escritos, razones que nos motivan a acudir a ellas siempre que nos es posible.

“Los cómics no tienen futuro”. Con esta lapidaria frase comenzó el sábado 27 de noviembre de 2010, por la tarde, la conferencia, de título “Los cómics que pudieron ser”. Refiriéndose al ambiente que se percibía en el Encuentro, a su juicio gente disfrazada, jugando, cantando, etc., dice que eso no son cómics. Hoy día el cine extrae los iconos más remarcables del mundo de los tebeos y en vez de haberse dedicado éstos a contar otro tipo de historias y usar la imaginación, observa que más bien están buscando el objetivo de hacerse famosos y servir de carne de cañón para alcanzar el convertirse en película. Y para colmo los autores emigran al mundo cinematográfico para participar en los diseños, guiones o para moldear personajes, evidentemente atraídos por los mayores beneficios económicos al poder llegar a un público más amplio.

Analizando las películas que se han hecho sobre las historias contenidas en los cómics, Marín hace una valoración general negativa. Lo que proporciona una historieta es una forma de ser y sentir de los personajes, el melodrama y la aventura formulados en el continuará, y sin embargo el cine se pasa media hora contando el origen de los héroes, de los malos, y luego condensando múltiples años y números de pasión por esos argumentos en minutos de ficción, amén de cambiando detalles importantes para lograr la coherencia interna del guión. Es sólo el primer número de lo que podría ser una larga serie en los tebeos y por eso se queda en la superficie de la cuestión, siendo para él generalmente mejor la segunda película-secuela que la primera, porque se salta el explicar de esa manera los comienzos de tal o cual personaje. A su juicio, los mejores resultados de los filmes que se basan en los cómics han llegado de la mano de los que aparentemente no son adaptaciones de ellos. Es decir, han tomado, y mucho, de los argumentos y elementos que podemos hallar en las historietas pero utilizándolos con astucia sin que la mayor parte de los espectadores aprecien el robo, y lo que es mejor para su industria, sin pagar un duro de derechos de autor. Esto permitiría obtener lo más y mejor de los tebeos, y al hacer algo nuevo librarse sin perjuicio argumental de lo que no cuentan. Así, la película “El Pacto de los Lobos” bien podría relacionarse con un cómic franco-belga o más llamativo resulta el caso de la oscarizada “Bailando con lobos”, plagio en buena medida del Teniente Blueberry de Charlier y Giraud. Os ofrecemos aquí una llamativa diapositiva que Rafael Marín nos mostró con una imagen del tebeo que fue calcada por Costner.
Pero para Marín, donde más y mejor se está haciendo cómic propiamente dicho, del que nos gustaba a sus fans cuando no había dado todavía el salto a la pantalla, es en el formato de las series de televisión. ¿Por qué esta afirmación? La justifica en el hecho de que disponen de mayor tiempo para desarrollar a los personajes, elemento muy importante en los cómics, de forma que por medio del recurso al culebrón dentro de una ficción podemos a través de ellos vernos representados a nosotros mismos y las situaciones que hemos vivido o intuido. Además presentan la ventaja de que los actores maduran en la serie, los acontecimientos normalmente no tienen vuelta atrás (en los tebeos a veces se convierte en un lastre eso de volver una y otra vez al status quo para regresar al personaje puro) y por lo general se exponen los temas con mayor seriedad y menos tapujos, al ser shows para gente más crecidita. Incluso ofrecen a su favor más horas de entretenimiento, porque hay que estar atento a todos los minutos que dura el capítulo, y hoy día leer a veces se hace demasiado deprisa, si nos dejamos llevar por el ansia recorremos los cada vez más reducidos y cargados de imágenes comic books, y en 3 minutos ya se acabó todo.

Extraído de otros escritos de Marín, aportamos aquí otra de sus ideas sobre la ventaja de las series de televisión frente el cine, consistente en que aquellas tienen un presupuesto expuesto al juicio de los índices de audiencia (siempre pendiente el fantasma de las cancelaciones), y por ello al disponer de menos dinero y consecuentemente menos alardes técnicos y decorados o vestuarios, lo suplen con talento y reinvenciones continuas en pos de la supervivencia. Una película dispone un presupuesto cerrado y se conforma en sí misma tal como es, a lo mejor eso da menos pie a la imaginación.

Continuando con el repaso a la conferencia, a partir de este momento el ponente empezó a mostrarnos elementos de los cómics que en su propia experiencia particular había apreciado en películas y series de televisión, haciendo hincapié en los que los retratan sin abonar el concepto de derechos, tema éste quizás una de las luchas que Rafael Marín siempre ha llevado en su labor divulgativa. A veces asombro, otras complicidad, por ratos desconocimiento, y siempre animándonos a acercarnos a ellos, fueron múltiples los ejemplos que nos extrajo de su bagaje, y tirando de memoria procuramos reflejar en los párrafos siguientes los más y los mejores que nos parecieron:
Compara la serie Roma con Watchmen y los álbumes europeos de Murena. El tema de la sangre y el apocalipsis por el primero, y los decorados, los diseños o la forma de tratar los personajes por el segundo. Apunta que, en su opinión, para hacer una adaptación de Watchmen hubiera quedado mucho mejor una miniserie televisiva que una película.

Hércules o Xena son el mejor Conan y Red Sonja respectivos que se han hecho, también con reminiscencia a Astérix en el primer caso.

Sobrenatural, por la forma en que está tratada, es el formato televisivo de una colección de esas que DC editaba en el sello Vertigo.

Matrix, sobre todo la primera película, contiene mucho de Sandman, principalmente en el personaje interpretado por Samuel L. Jackson (cómo no, pero dice Marín que en un principio se barajaba otro actor más acorde físicamente con el personaje de cómic).

Dentro de las series españolas: Manolo y Benito son Pepe Gotera y Otilio de Ibáñez, Aquí no hay quien viva es 13 rue del Percebe del mismo autor, y el portero del edificio, Emilio, es Gaston el Gafe. Curro Jiménez es el Capitán Trueno pero soltando sus lastres argumentales de la eterna fidelidad a Sigrid o la no inclusión de la muerte explícita (y acompañado del amigo fuerte, Goliat convertido en el Algarrobo y el personaje gracioso y joven, Crispín por el Estudiante); y sin ir más lejos, la actual y exitosa serie Águila Roja es el Espadachín Enmascarado de los años 50 o cualquier otro personaje de Gago.
Kim Possible o las Supernenas podrían haber sido muy bien sendos cómics.

Hannah Montana es Supergirl.

The Walking Dead presenta buena pinta como novedad para el género de zombies, aunque siempre remite mejor al cómic.

Spiderman representa las historias de instituto típicas americanas, del fuerte y exitoso, el tímido que ama en secreto a la animadora, etc. y se puede ver claramente en la película de Greace 2 (¡sí, a todos nos sorprendió, por lo que Marín nos conminó a verla en esa clave!) y por supuesto la serie de Buffy Cazavampiros, unas de sus preferidas, que además guarda relación con los X-Men, Hellblazer, Daredevil o Batman. Sin embargo, pese a que en repetidas ocasiones Marín considera el Buffyverso como la mejor serie en clave superheroica que se ha hecho, nos avisó que para él ha sido desbancada por la serie inglesa MISFITS.
Son los X-Men por sus características inherentes de grupo de múltiples y variopintos personajes, el que más se está exportando a la gran mayoría de experiencias televisivas, con colectividades interraciales y de todos los sexos, que posan como las portadas de los cómics. Por ejemplo, aprecia en la serie Spartacus a los personajes mutantes, que, también como los Pressing Catch tomaron prestado, los dotan de costras, pústulas para hacer su caracterización de diferente y en general para otorgarle mayor realismo que en las páginas de papel.

Fueron muchas más las comparaciones, y además hubo tiempo para atender preguntas, hacer recomendaciones o expresar su opinión por tal o cual caso sobre el tema. Entre lo más llamativo, expresó su fastidio cuando en la televisión de hoy día alguien aparece leyendo un tebeo y nunca es uno real, sino otro inventado propiamente para el show y que nunca veremos detenidamente (caso de la serie Heroes por ejemplo). Aparte denuncia muchos argumentos de la película Avatar que estaban contenidos en sus Cuatro Fantásticos, incluido el plagio del nombre Pandora para el planeta de aquella que era el nombre del galeón en estos.
En el capítulo de opinión hemos de señalar que generalmente los escritos de Marín se llenan de alusiones a su entorno más cercano. Son guiños cómplices a los que frecuentemente este autor acude en sus escritos y conferencias, como ya señalamos en algún artículo anterior de nuestro BLOG DE ESPIRAL (“Ellos, Nosotros y los Cómics” CONFERENCIA DE RAFAEL MARÍN EN EL IX ENCUENTRO DEL CÓMIC Y LA ILUSTRACIÓN DE SEVILLA y EL CENTAURO DE PIEDRA, por Rafael Marín). A veces resulta rara su inclusión, y en otras te pierdes si no descifras su significado, por lo que pese a lo interesante de su exposición y sus buenas cualidades comunicativas echamos en falta algo más de neutralidad. Algo a lo que ayudaría si la mayor parte de los que acudimos todavía y siempre a su llamada no tuviéramos el carnet de socio.

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