martes, 29 de noviembre de 2011

HECHIZO EN NORTHAMPTON. CAPÍTULO 4: TALLO (años 80)



BIO-LOCALIZACIÓN: PARTE 1, PARTE 2, PARTE 3, PARTE 5, PARTE 6

En los años 80, Alan Moore estaba centrado casi en exclusiva en el trabajo para DC COMICS en América, compañía que aparte de Swamp Thing le fue ofreciendo también trabajar con otros de sus personajes, como Green Lantern, Vigilante, Superman o Batman.

Los éxitos se sucedían, de hecho era reclamado en las convenciones más importantes de cómic, tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. En este país llegó a acudir a tres: Nueva York (1984), San Diego (1985) y otra vez San Diego (1987), en viajes que duraban varios días y en los que alternaba estancias en su hotel y la convención con vivencias junto a compañeros de DC o MARVEL. De hecho, en apenas esas ocasiones estuvo codeándose y entablando amistad con los autores más importantes del momento como Frank Miller, Dave Sim, Harvey Pekar, Howard Chaykin o Peter Bagge, entre muchos otros. En 1985 incluso conocería a Jack Kirby en persona -a quien tanto había admirado desde siempre- que le entregó el premio “Kirby” organizado por Fantagraphics, y hasta recibió de parte suya elogios hacia su labor en el mundo del cómic, lo que lo emocionó realmente.

En 1986, por un comentario homófobo contenido en el periódico Northampton Post y realizado por parte del mismo director, se sintió afectado y puso fin a su tira ‘Maxwell The Magic Cat’ concluyendo de esta forma su carrera como dibujante profesional, aunque ya nunca dejará de hacer pósters y dibujos para colaborar con amigos y asociaciones inglesas, eso sí, escasos debido a la falta de tiempo y la tremenda inversión de energía que dedicaba a la escritura para el mercado norteamericano.

El esfuerzo en los encargos en que estaba inmerso era enorme, pues, y no afectaría la pérdida del dinero de la tira. Además en esta época su vida personal había experimentado un cambio: con ellos convivía Deborah Delano, a quien cariñosamente llamaban Debbie y que era pareja de Phyllis y de él a la vez, manteniendo una relación amorosa abierta y muy experimental. Debbie estaba totalmente integrada en su vida hogareña e incluso llegó a acompañar a Alan en su tercer viaje a América. Todo apunta a que la chica era hermana del escritor Jamie Delano, amigo personal de hacía años (fue integrante del Arts Lab de Northampton) y que fue el posterior autor de la continuación del personaje John Constantine en DC, salido de Swamp Thing.

Pero aún está por llegar el momento climático de los ochenta para la trayectoria de Alan Moore, es decir, cuando se hace con un lugar de honor en la Historia del Cómic al realizar para DC Comics y junto a Dave Gibbons la obra “WATCHMEN”, que en principio sólo pretendía ser un original cómic de superhéroes contado desde cero, volviendo los héroes clásicos un poco más oscuros y probando nuevas ideas sobre narración aplicada al Cómic. Sin embargo, durante los cuatro años durante los cuales estuvieron realizando la historia, ésta se hizo muy profunda y estudiaba el mundo presente alrededor, con una magnitud poco vista antes en este género. En suma, se convirtió una joya artística muy apreciada por su gran riqueza técnica, sugerentes paralelismos, coincidencias o repeticiones y una honda caracterización psicológica en los personajes. A propósito de ella, Moore comentará: “Watchmen fue absolutamente exhausta de escribir. Hacer algo con ese nivel de complejidad –y donde la complejidad está en la superficie- me hizo pensar, ‘vale, nunca quiero volver a hacer esto’”.

Con Watchmen ganará el prestigioso premio Hugo en 1988, y sería el primer cómic en hacerlo. A partir de la publicación empezó a producirse todo un fenómeno en torno a la historia, y un mundo de merchandising a su alrededor (chapas, juegos de rol, relojes, camisetas, etc.), aparte de continuas solicitaciones para promoción y sesiones fotográficas. Al principio accedió a participar de ello, pero en unos meses se cansó, asegurando: “cada vez que vemos esa estúpida e ictérica carita sonriente con la mancha roja de sangre se nos levanta una migraña” (1988). En las sesiones de firmas, en las convenciones de cómic a las que acudía se veía desbordado al exponerse al público, debido a su peculiar presencia era fácilmente reconocido, y unos cincuenta fans hasta llegaron a acorralarlo en una escalera cuando iba al servicio, para conseguir su autógrafo. En su último viaje a América (San Diego) nos cuenta la anécdota de que se despertó gritando de una pesadilla en la que cientos de manos lo reclamaban sin parar.

También lo inundan con peticiones de los medios de comunicación para entrevistarlo y hacerlo formar parte de su parrilla. No faltó ya desde estos inicios la propuesta de hacer una adaptación al cine de Watchmen, para lo que Moore aceptó reunirse con el director Terry Gilliam. Le expuso que no le parecía una buena idea porque consideraba infilmable esta obra por la cantidad de información que contenía cada viñeta, y que en secuencias de imágenes y cámaras en movimiento se perdería todo ese trabajo, algo que fue entendido por el profesional del cine y dejó a un lado su propósito.

Rápidamente se había visto arrastrado por la fama, y obligado a estar agobiantemente solicitado, hecho que no le gustaba en absoluto. DC incluso se propone explotar comercialmente su “gusto por escribir historias un poco oscuras, poéticas y preocupadas por la realidad diaria”, y a través de una intensa campaña publicitaria, recopilatorios, sellos o colecciones convertirlo en una estrella diferenciada de todo lo que se había hecho anteriormente. Y eso sin contar el recurso a la violencia gratuita que utilizaron otros autores inspirándose –aparentemente- en Watchmen. Moore, que sentía un gran respeto por el medio del cómic, veía que utilizaban su nombre y su obra para autopromoción y dominio de la industria del mainstream, y en definitiva para obtener enormes sumas de dinero a costa de desprestigiar décadas de dignos artistas y escritores.

Otro tema tangencial pero en el que Alan Moore se siente protagonista es el tono adulto de obras destacadas de los 80, que trae el asunto de la clasificación por edades dentro de las tiradas, a lo que él se opone. Cree que lo importante es que haya una buena relación padres-hijos y que puedan hablar de todos los temas, para que al final sean los niños o adolescentes los que puedan tomar su propia decisión. Contando su hija Leah 8 años, observaba cómo se interesaba en los cómics, y le relatará a Gary Groth: “A mi hija mayor real-realmente le gusta Dark Knight, le gustan partes de Maus, pero encontró otras aburridas, lo mismo le pasó con Watchmen. Pensó que algunas partes eran aburridas. [...] de verdad que no se ha inquietado con Dark Knight, y lo ha leído cuatro o cinco veces, Hablamos con normalidad de todo lo contenido en él. Sobre cualquier tema del que creo que podría tener algún problema para asimilar le digo con naturalidad, ‘¿Qué te parece esta escena?’. Me parece algo perfectamente saludable. No lo lee a escondidas, no lo lee a mis espaldas, temiendo que le riña. Y lo mismo ocurre con todo lo demás, quiero decir, no hay una sola cosa que no discutiría con ella. Lo que pienso que no ocurre con muchos padres, porque a muchos padres les da vergüenza hablar de sexualidad o, en serio, de cualquier cosa perteneciente al mundo real con sus hijos. Y no creo que debiéramos alimentar esa clase de comportamiento instalando esquemas externos que convenzan a los padres para que abandonen toda la responsabilidad en la lectura y el entretenimiento de sus hijos, porque creo que eso realmente lleva a una situación potencialmente alarmante, donde encuentras que los esquemas restrictivos pueden ejercitar sus propios prejuicios sobre los niños.”

Su ya deteriorada relación con DC se romperá cuando en los términos establecidos en los contratos ve que no puede recuperar los derechos sobre sus propias apuestas personales ‘Watchmen’ y ‘V de Vendetta’ que ellos le editaban, y cuyo mérito ve peligrar ante los deseos de la compañía de continuarlos o adaptarlos a otros medios, si hace falta sin contar con él. Únicamente seguirá trabajando para la empresa hasta concluir sus compromisos firmados, como haría Frank Miller por estos años. La burla que ambos recibieron de los que consideraba amigos, diciendo “Oh, déjalos, son como niños, ignoradlos, ya se les pasará”, llevó a Moore a pronunciar una recordada frase que provocó su posterior fama de persona malhumorada: “DC Comics en particular y el cómic mainstream norteamericano en general son corruptos, vampiros, carnívoros que exprimen el talento de hombres y mujeres y los arrojan cuando acaban”. Y también sufrió desencuentros con la otra compañía del mainstream norteamericano, MARVEL COMICS, de nuevo por asuntos de especulación pecuniaria sobre otras de sus obras, 'Marvelman'.

En cierto sentido, Moore asumió un rol destacado en la lucha por los derechos de autor que se manifestaba en estos años, acompañada por otras voces de apoyo importantes. Y aunque no estuviera de acuerdo con las líneas de trabajo que desde entonces han ido adoptando las principales compañías de cómic norteamericanas, es loable cómo ha continuado apoyando y valorando todos estos años la labor de los autores que trabajan en ellas. Personalmente no deseó continuar con la experiencia, pero el buen sabor de boca que él mismo dejó abrió puertas para la llegada de otros autores ingleses, algunos recomendados por él como Neil Gaiman, Grant Morrison, Warren Ellis o Jamie Delano, entre otros. De Gaiman existe la anécdota de que Moore le enseñó la técnica para hacer un guión, como con él mismo hizo Steve Moore, aunque señala que la genialidad de su producción era ya propia en Gaiman.

La situación en casa está algo crispada para Alan Moore en estos tiempos, debido a la legislación represiva contra minorías (homosexuales) que en 1988 prepara el gobierno de Margaret Thatcher en Inglaterra. Ello supondría que su modo de vida con Phyllis y Debbie se vería comprometido y aún amenazado, así que por primera vez en su vida se plantea marcharse de Northampton con su familia, y el destino elegido sería los Estados Unidos, como asegura en un texto introductorio a “V de Vendetta” (1988). No obstante, como autor se planteará luchar desde su trabajo contra tal represión, y en este deseo funda junto a su mujer y su amante mutua la editorial Mad Love, animado por Dave Sim, con quien mantenía una intensa correspondencia.

La creación de la nueva editorial motivará el comienzo de “Big Numbers”, una obra de gran envergadura. En ella, Moore y sus socias pretenden entrecruzar las vidas de 40 personajes en un mismo escenario: Northampton. Para ello, envían al dibujante contratado, Bill Sienkiewicz, cientos de fotos de la ciudad a modo de documentación gráfica. Saldrán a la luz dos números, con gran éxito inicial a pesar de su alejamiento de todo en lo que Moore había trabajado antes. En ellos, se nos dejan estampas muy informativas de esta población inglesa. Desgraciadamente, a raíz de esta aventura empresarial hubo que afrontar enseguida problemas económicos e incluso personales tanto en casa como con los colaboradores gráficos. Finalmente, en 1990 es abandonado por sus familiares y socias, Phyllis y Deborah, que se llevan a las hijas del matrimonio al norte del país (Liverpool), y según el libro ‘Alan Moore: The Pocket Essential’ (Trafalgar Square Publishing, 2002) “quedándose mucho del dinero que Moore había ganado con sus obras la pasada década” –hemos de decir que esta información sólo la hemos podido contrastar en la afirmación de dicho libro.

Pese a este fiasco económico, Moore está decidido a no hacer más superhéroes y escuchará ofertas de diversos editores pequeños e incluso del mundo del cine, si bien cuajaron pocos proyectos, en los que presto se pone a trabajar. Realizó el guión cinematográfico “Fashion Beast” para Malcom McLaren (adaptando “La Bella y la Bestia”), que nunca vería la luz, aunque sí le pagaron; y participó en el libro que editó Eclipse Comics, “Brought to light”, que cuenta toda la historia secreta de la CIA y cuya información se la facilitó el Christic Institute, en su tercer viaje a los EE.UU (1987).

Alan Moore citaba en un artículo teórico para los números 4 a 6 de The Daredevils (1983) a una creadora underground llamada Melinda Gebbie. Se trataba de una autora californiana (de Sausolito) que participó en los 70 en este fenómeno contracultural en la costa oeste norteamericana, llegando a trabajar con S. Clay Wilson, Spain Rodríguez o Robert Crumb, entre otros. Fue miembro destacada de un colectivo de autoras que realizaban cómics eróticos y humorísticos tales como “Wimmen’s Comix” o “Tits & Clits Comix”, y también colaboró en otros de tipo underground como “Young Lust” o "Wet Satin”, energías que fueron motivo de un evento dentro de la convención de cómics de San Diego de 1982. En solitario, Gebbie publicaría el sensual álbum titulado “Fresca Zizis” (1977).


Buscando mayores oportunidades, Melinda Gebbie emigró a Inglaterra en 1984 para trabajar en la película de animación “When the Wind Blows” (estrenada en 1986), un film de corte anti-nuclear. El cambio de medio y el largo viaje supuso prácticamente un nuevo comienzo para su carrera, que estuvo marcada por el juicio al que tuvo que acudir por “Fresca Zizis”, que iba a ser reeditada en Inglaterra por la compañía británica Knockabout; sin embargo, la censura del gobierno de Thatcher logró destruir la tirada completa (400 ejemplares) y prohibió la posesión de esta historia en todo el país.

Mientras, Melinda estuvo viviendo en Cambridge y luego en Londres, y siguió participando en otras publicaciones underground, como la serie “Anarchy Comics” (colaboraba desde el nº1 junto a creadores como Gilbert Shelton o Bertolt Brecht), que reunía a autores simpatizantes con esta ideología política. En 1987 formó parte de la antología “Strip AIDS”, un libro benéfico para concienciar sobre el problema del sida y recaudar fondos. En él también colaboraban figuras como Alan Davis, Bill Sienkiewicz, Daniel Clowes, Peter Milligan, Dave Gibbons o Alan Moore. A raíz de ello, Melinda conoció personalmente a éste último en un par de firmas de libros en Londres y también coincidió con gente de la profesión, logrando contactos que le proporcionaron un trabajo regular como ilustradora para una pequeña agencia de noticias de Londres.

Buscando nuevos desafíos tras su salida del mainstream, Moore siente la necesidad de tener un acercamiento al tema del sexo desde el cómic, porque en su opinión no ha sido muy bien tratado, siempre con aproximaciones desde el horror (convirtiéndolo en algo visceral) o el humor (como algo de lo que reírse o aún avergonzarse). Melinda Gebbie sí había trabajado ininterrumpidamente sobre el tema erótico, y tenía ya una gran carga de experiencia en este tipo de narrativa, aunque no se cruzará en el camino de Alan Moore hasta 1990, cuando ella coincida con Neil Gaiman en Londres y éste, que ve todas las cosas que ambos tienen en común, les sugerirá a ambos una posible colaboración. De este modo, Moore valora su trabajo con las ceras y el color, y las ideas que esta técnica le podría aportar, y le pide a Gaiman que le ponga en contacto con ella. Así, Melinda acude en un par de ocasiones a Northampton a hablar sobre el posible encargo. Alan encuentra a una artista adecuada para emprender el proyecto ‘LOST GIRLS’ –nunca había trabajado antes con una mujer y la experiencia se le antoja interesante.


3 comentarios:

WOLFVILLE dijo...

Esta etapa independiente del señor Moore es una de las que más me interesan. ¿A que deidad deberíamos rendir pleitesía o realizar sacrificios para que algún día "Big Numbers" sea terminada? ¿A Glycon?

Por lo pronto, ¿Has conseguido el libro "Alan Moore: Storyteller" de Gary Spencer? Yo ya lo he leído dos veces y es excelente. Pero uno de los más espectaculares highlights es la inclusión del esquema completo de "Big Numbers". Ese mismo que asustó a Neal Gaiman cuando se lo enseñó XDD

En fin, maravilloso todo. Y a la espera de chequear los sin duda jugosos analisis de la obra novelística del maestro.

Un saludo.

Maese ABL dijo...

Hola, Wolfville

Comparto tu deseo de que "Big Numbers" se termine, aunque por lo que he podido saber es muy difícil (pero sí es deseado). Los tres números realizados, sobre todo los 2 primeros, contienen un catálogo muy bueno de imágenes de Northampton, a ver si te interesa mirándolo desde ese sentido, yo creo que es un tebeo muy relacionado con las novelas. Jaja, y sí que me enteré de esos pliegos enormes para el guión que le preparó a Sienkiewicz!

Por supuesto, como a ti, también me encanta esta etapa independiente; una de las obras que más me gustaron fue "Un pequeño asesinato", y estoy deseando que Moore y Zárate retomen su siguiente proyecto "The Battle" que anunciaron hace unos años y que de momento desconozco si al final lo terminarán por fin.

Salu2 y buen día

WOLFVILLE dijo...

Cuentame entre los fans de "Un Pequeño Asesinato". Implacable, negra y emocionante a la vez. Soberbia. Esperemos que la tardanza en que esos proyectos se concreten sea la redacción y al fin publicación de "Jerusalem". 2012 podría ser un gran año para esa obra, la nueva historia con Zarate y el último volumen de la League: Centuty.

Jn saludo.